Al conocerse ayer de tarde el dato de inflación de diciembre, de 0,70%, con el cual la anualización del Índice de Precios del Consumo (IPC) que elabora el Instituto Nacional de Estadística marcó 8,60%, quedó precisamente explicado el fundamento del Banco Central (BCU) para subir la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 75 puntos básicos y dejarla situada en 8,75%.

En su edición anuaria del pasado viernes este medio informó que la autoridad monetaria local decidió el día anterior elevar de 8% a 8,75% la TPM, valor referencial oficial para las operaciones interbancarias de las entidades financieras que actúan en plaza con divisas y otros valores impresos. Este valor, que se establece como resultado de un análisis compuesto por consideraciones económicas y políticas internas y externas, constituye, para las autoridades económicas y bancocentralistas de los diferentes países, una herramienta de transmisión al mercado y la economía domésticos de los lineamientos definidos como objetivos en materia de precio y volumen del dinero circulante. La jerarquización de la política monetaria en las conducciones políticas de la economía refleja una concepción integral de la disciplina económica basada en el relativo potencial regulatorio del dinero sobre el conjunto de las variables. Mientras que la reducción de la TPM implica un mensaje al mercado orientado al abaratamiento del crédito y, con ello, a la promoción de la actividad, es decir que expresa o refuerza una política monetaria "expansiva" o de "sesgo expansivo", la suba de aquel valor refleja una acción o representa una política "contractiva", utilizada para enfriar la economía y así mitigar las tendencias alcistas de precios.

En esa lógica se inscribió la mencionada decisión del Comité de Política Monetaria del BCU, al señalar que, "en el ámbito doméstico, el contexto macroeconómico vuelve a caracterizarse por elevadas tasas de crecimiento y un alto grado de utilización de los recursos productivos". En un escenario de inversiones, exportaciones y consumo crecientes, que tiende a valorizar sostenidamente todos los recursos que moviliza, y manteniendo una política relativamente expansiva en materia de gasto público y social, "la inflación debe reposicionarse como la principal preocupación en el balance de riesgos de la economía uruguaya", detalló el BCU en su comunicado al respecto. Es así que la autoridad monetaria se anticipó algunos días a la adopción de un curso casi naturalmente previsible en el marco de un esquema macroeconómico que prioriza la estabilidad general de precios al ritmo y profundidad de la expansión, aun en tiempos de recesión mundial parcial.

La marca inflacionaria anualizada de 8,60% supone una aproximación más inquietante al 9%, cuyo hipotético registro dejaría el IPC a un solo paso (1%) de los dos dígitos, fantasma que expresa todos los temores -reales o no- sobre un eventual descontrol general del conjunto de la economía . Sin embargo, cabe recordar que una inflación del 10% o más, activaría las cláusulas de reajuste salarial incluidas en los convenios colectivos sectoriales, lo cual, previsiblemente, sería replicado por el sector privado con aumentos de precios dirigidos a recuperar, vía consumo, las "pérdidas" de rentabilidad que les representarían los ajustes salariales. Una dinámica de este tipo activaría más que probablemente una movilización general y permanente de los diferentes sectores de actividad organizados institucionalmente, entre ellos el movimiento sindical y su determinación explícita de defender los resultados verificados desde marzo de 2005 en los bolsillos de la población asalariada. El objetivo inflacionario del BCU (5%) ya tiene valor meramente nominal, al tiempo que también pierde valor referencial el rango de tolerancia establecido por la autoridad (4%-6%).

Lo que más varía

La lectura de las variaciones mensuales por sector revela que el capítulo de “Bebidas alcohólicas y tabaco” creció 4,28%, el de “Transporte” lo hizo 1,66%, el de “Restaurantes y hoteles”, 1,16% y el de “Bienes y servicios diversos”, 1%. A su vez, analizando las incidencias de cada división estadística en la composición mensual del IPC, se aprecia que el capítulo de “Alimentos y bebidas no alcohólicas” representó un 0,03 del IPC. A su interior, los precios minoristas del rubro “Carne” subieron 0,85% con destaques al alza de los cortes de colita de cuadril (3,07%), asado de tira (2,91%) y jamón cocido (1,28%). El rubro de “Leche, queso y huevos” creció 0,71% con destaques en leche ultrapasteurizada entera (2,96%) y leche con vitaminas y minerales (4,54%). “Frutas” subió 2,65% por limones (23,55%), frutillas (9,92%) y manzanas (5,82%). “Café, té, cacao y yerba mate” creció 2,05% principalmente por aumento de la última (3,02%). Las subas de cigarrillos (6,32%) y tabaco (8,11%) explicaron la del rubro general (“Bebidas alcohólicas, tabaco y estupefacientes”), mientras que la de “Vivienda” se basó en incrementos de alquiler (1,04%), gas por red (2,68%) y supergás (3,55%). “Transporte” registró aumento de precios por naftas (3,52%), gasoil (3,51%) y transporte aéreo (4,29%).