La pregunta no admitía matices: ¿Mercosur sí o Mercosur no? Sin embargo, hubo. Quien empezó hablando, Javier de Haedo, cuestionó en primer lugar la independencia comercial del país como factor clave para responder a la pregunta planteada: “Uruguay es una provincia de la región, no se puede alejar ni en precios ni en cantidades. En los hechos y por la ley del mínimo esfuerzo, siempre terminamos casándonos con el más caro, ya que de lo contrario sería necesario un gran esfuerzo fiscal”, sostuvo, y sugirió que la lógica política prima sobre las decisiones económicas. A partir de lo anterior, planteó que “cualquier acuerdo debe evitar la dependencia con nuestros vecinos. El Mercosur óptimo para Uruguay siempre fue un acuerdo abierto, pero en los hechos siempre fue un acuerdo cerrado, principalmente debido al arancel externo común [AEC]”. Culminó buscando responder a la pregunta planteada: “La respuesta es Mercosur también. Yo no creo que el Mercosur haya fallado, sino que fracasó en su aplicación”, y sugirió que Uruguay debería retomar el liderazgo y tratar de consolidar la apertura del bloque, predicando ciertos comportamientos: eliminar las restricciones a las importaciones, olvidar la tasa consular e ir a una efectiva tasa máxima con la extrarregión de 20%.

El economista Gabriel Oddone, por su parte, destacó lo importante que es y fue la región para el país, “incluso antes del Mercosur, en los tratados previos con Argentina y Brasil”, ya que fue la integración regional lo que le permitió diversificar rubros de exportaciones y de productos, explicando que el patrón de comercio que tenemos con la región no es el mismo que tenemos con el mundo ya que “cuando diversificamos los destinos, concentramos los productos”. El economista explicó que cuando nos integramos al Mercosur intensificamos los vínculos inestables y volátiles que caracterizan a la región. “Tenemos que ser conscientes de que recibiremos choques externos”, agregó. A partir de esto, planteó: “Los principales desafíos de Uruguay deben ser explotar al máximo las ventajas comparativas -fundamentalmente en el agro- y priorizar el apoyo a actividades que estimulen el desarrollo de economías de escala”. Finalmente, en respuesta a la pregunta que lo invitaba: “Uruguay no debe romper de manera unilateral con la región, pero tampoco condicionar su inserción externa a la permanencia en ella”.

Por su parte, Alejandro Atchugarry comenzó su presentación aclarando que no iba a responder a la pregunta planteada “desde el conocimiento aprendido, sino desde el sentido común”. Defendiendo su postura ya conocida, planteó que “el Mercosur ha sido, más que una puerta, una cerradura al mundo”, hecho que entiende que se debe a la conducta y tamaño de los socios implicados. Concluía así que la principal razón para decirle “no” al Mercosur es un tema de imagen: “El verdadero daño que le produce este acuerdo a Uruguay no pasa por la pérdida de aranceles, ni de competitividad o trabajo, sino por la imagen deteriorada que brindamos como país”.