El 21 de agosto, China Miéville participó en una serie de debates sobre el futuro de la novela que tuvieron lugar en el marco del Festival Internacional del Libro que se lleva a cabo en el Festival de Artes de Edimburgo. Lo que sigue es parte de lo que el escritor dijo allí.

˝Hace 50 años Lawrence Durrell dijo ‘acabo de saber de una computadora electrónica que puede escribir sonetos si la alimentan con el material correcto. Creo que para Navidad va a haber en Woolworths preparados de novelas que todo el mundo va a poder comprar para escribir una novela propia suya’.

˝Aquí el horror tendría que ver con la denigración de la creatividad humana. Pero a Durrel le espantaba especialmente que estos ‘preparados de novela’ se vendieran en Woolworths [un grupo de grandes tiendas]; quizá la tragedia pueda haberse atenuado si hubieran sido un producto exclusivo de Waitrose [una cadena de librerías de moda]. [...]

˝Hay un circuito retroalimentado entre lo que se adivina y el adivino; el análisis es apuesta, aspiración y advertencia. Quiero ser plural, discutir no la novela sino las novelas, no el futuro sino los futuros. Soy un optimista angustiado. Ninguna de las predicciones que haré son imposibles; algunas hasta creo que pueden darse; la mayoría espero que lo hagan; y una es un reclamo. [...]

˝¿Qué es la literatura y qué queremos de ella? La primera pregunta es clave y la voy a esquivar. ¿Qué queremos de ella? Muchas cosas. Una es la expresión de algo inexpresable de otro modo. Una inefabilidad que te deje sin aliento, aunque no seas una persona de fe. El misticismo judío nos advierte sobre el qliphoth: cáscaras, cápsulas entrópicas de mugre psíquica y detritus que oscurecen el numen. Como pueden ver, estoy volcando mi atención a la ficción en inglés. [...]

˝De verdad que no quiero hablar de géneros, porque en realidad siempre quiero hacerlo, y las quejas de nerd son aburridas. Pero la distensión entre la literatura de ficción y sus ‘otros’ es real. Es un cliché apuntar que los temas de la literatura de género están infectando el mainstream, produciendo una acumulación de apocalipsis entre aquellos culpables de literatura. Pero, por otra parte, digamos, una extensa entrevista con Yinka Tutuola, hijo del legendario escritor nigeriano Amos Tutuola, en la que habla del trabajo de su padre, está online en Weird Fiction Review, un sitio fabuloso que emerge con brillantez y con gusto de polímata, por fuera de las tradiciones de género.

˝Era un horror genérico, de ciencia-ficción, el que oprimía a Durrell: esas máquinas de ficción. No es el único escritor que padeció esta pesadilla: la Máquina de Escribir Novelas Automática reaparece en la ficción como signo de un futuro espantoso. Dados todos los incendios, inundaciones, muertes difíciles y todas las enormidades que uno se puede imaginar, un futuro bajo la tiranía despótica del Autonovelator no parece una distopía muy terrorífica, pero après nous, le déluge [después de nosotros, el diluvio]: los escritores preferirían padecer una catástrofe planetaria antes que una depreciación de sus habilidades, o la aparición de un algoritmo rompehuelgas.

˝Pero la máquina sigue sin construirse. El futuro pasado de la novela no reside en su producción digital. Traumáticamente, su distribución sí es digital.

˝Por fin estamos dejando atrás la primera etapa de la discusión sobre el ebook, en la que algunos podían invocar ritualmente el ‘olor a papel’ como un llamado a las barricadas culturales. Algunas ansiedades son tenaces: ¿cómo va a hacer la gente para saber inmediatamente qué espléndida persona soy sin una panorámica de los libros en mis paredes, sin esas hermosas cáscaras de qliphoth? Un futuro esperanzador: que nuestros nietos consideren un poquito tristona esa ansia por la erudición como decoración.

˝Las primeras predicciones sobre lo que lo digital le haría a la novela ya nos rechinan un poco, como todos los futuros del pasado. ¿La novela hipertexto? Unos pocos experimentos interesantes. ¿El libro aumentado, con banda de sonido y animación? Una abominación banal.

˝De hecho, lo que se está volviendo evidente -un intrigante contrapunto al crecimiento de la experimentación- es la tenacidad del relativamente tradicional arco narrativo en la ficción. Pero no se reestructura radicalmente la distribución de la novela sin producir un impacto en su forma. No sólo nos aproximamos a una era en la que absolutamente nadie que realmente no quiera pagar por un libro tenga que hacerlo, sino a una era en la que la disponibilidad digital del texto altera la relación entre lector, escritor y libro. El texto no estará cerrado.

˝Nunca lo estuvo, por supuesto. Pensemos en la edición del escriba, el palimpsesto del monje. Pero ahora lo estará menos. Cualquiera que quiera meterle mano al libro y retorcerle sus tripas, y sacarles cosas, y pasárselo a otro, podrá hacerlo sin mucha dificultad en esta era de textos distribuidos digitalmente. Algunos ya lo están haciendo.

˝Una posible respuesta sería una reacción de retaguardia, como en el modelo punitivo de la llamada acción antipiratería, sobre la cual sólo diré aquí -como alguien muy dispuesto a continuar ganándose el pan escribiendo- que es cínica, hipócrita, inefectiva, malentiende las polivalentes causas y efectos de compartir archivos online, está moribunda y es cómplice de envenenamiento.

˝La Creators’ Rights Alliance, con la que está asociado mi propio gremio, lanzó un boletín que termina con una demanda escalofriante: ‘es parte fundamental de nuestro propósito la educación sobre propiedad intelectual. Hay que estimular a los escolares para que usen el símbolo © en sus tareas, sea una redacción o una composición musical’.

˝El concepto del copyright es tan simple que hasta un niño puede entenderlo: ‘Yo lo hice: es mío’.

˝Artistas y activistas abogando por el neoliberalismo en las mentes infantiles. Es escandaloso y estúpido. El texto es abierto. Debería ser nuestra chance de recordar que nunca fuimos nosotros los que lo hicimos y que nunca fue nuestro. [...]

˝Amar la literatura no significa que haya que engrandecerla o a los que la hacen. El texto permeable trabaja contra ese engrandecimiento. Prepárense para editores guerrilleros. Así como precoces adolescentes de 14 años remezclan discos brillantemente -o espantosamente- y los ponen online, muchos están empezando a producir sus propias versiones de novelas. [...]

˝Escribiremos como parte de un colectivo. Como lo hicimos siempre. Y también podrá hacerlo cualquiera. [...]

˝Por supuesto, hay contextos en que un libro determinado se vuelve relevante políticamente, y escritores que muestran coraje excepcional frente a la opresión. Pero, ¿qué tal si la mayoría de la ficción -que, sí, todos amamos y debemos amar- es como mucho moderadamente relevante? ¿Qué tal si es tan vaga y culturalmente esquiva y tan mediada por todo lo demás, luego de que la industria cultural la ordeña de una ubre con forma de escritor, que todas nuestras declaraciones solemnes sobre la literatura subversiva resultan, más que nada, adorables?

˝No se vayan. Las fronteras entre escritores, libros y lectores, la autopublicación, la fanificación de la ficción no implican que algunos no sean mejores que otros en eso de la escritura, o que nadie pueda pagar el alquiler escribiendo. Debería, sin embargo, opacar un poco esa pátina de especialidad. La mayoría no somos especiales y en la base de esto hay algo bueno, el comienzo de un gran futuro. En el que podamos enfocarnos más en los libros. Que tal vez sólo muy raramente sean especiales.

˝A veces escuchamos que la piratería, los ebooks y sus archivos invisibles ‘devalúan la escritura’, que nuestro trabajo se devalúa día a día. Y sí. Igual que el trabajo de enfermeras, profesores, choferes, limpiadores, trabajadores sociales, que se ha venido devaluando mucho más y desde hace mucho más. Vivimos en un mundo que grosera y violentamente devalúa a la gran mayoría.

˝Es la hegemonía del mercado nuevamente. Hay una relación contingente entre los méritos literarios y las ventas de libros, así que tenemos que demoler la idea de que están conectados, y orientar el futuro con una exigencia.

˝¿Qué tal si los novelistas y los poetas recibieron un salario equivalente al de un trabajador especializado?

˝Esto sería una exageración de lo que algunos países ya les otorgan a sus escritores. Para la mayoría de los que escriben significaría una mejora y la oportunidad de escribir full time. Para unos pocos sería un recorte de ingresos, pero ¿saben qué? Estaría bien. Y valdría la pena socavar la mercantilización de la literatura en nombre de cierta colectividad.

˝¿Pero quién decide quién califica como escritor? ¿Alcanza con un soneto? ¿De qué calidad? ¿Diez novelas? ¿50.000 lectores? ¿O diez, pero de los buenos? Dios sabe que no podemos confiarle al Estado esas decisiones. Por eso hay que democratizar este debate tan amplia y vigorosamente como sea posible. No puede quedar en el mero capricho del gusto, que cambia. Y la gente está capacitada para juzgar como relevante la literatura que no le interesa personalmente. Se cometerán errores, claro, pero ¿serán peores que la mafia filistina del mercado?

˝No podemos dejar de lado al Estado, sin embargo. Así que por el bien de la literatura, además de todo lo demás, tendremos que tomar el control, invertir sus prioridades, democratizar sus estructuras, reemplazarlo por un sistema que valga la pena.

˝Así que el sentir de los escritores como gente entre la gente, y la fidelidad a la literatura, requieren transformación política y económica. Para que haya un futuro para la novela, y para todo lo demás. ¿En el contexto de qué futuros, quién sabe qué política, qué estilos y qué contenidos, qué relaciones con qué comunidades repensadas, qué luchas por expresar lo inexpresable, qué historias y antihistorias trataremos de escribir y honorablemente fracasaremos, para algún día quizá conseguirlo?”.