La exploración sísmica que llevarán a cabo estos dos buques arrojará información tridimensional de todo el subsuelo, partiendo del sedimento, en una profundidad significativa -entre los 2.000 y los 3.500 metros de agua- con relación a los trabajos de preparación del pozo para las etapas finales. “Sería como una radiografía o un escaneo”, comparó en diálogo con la diaria el gerente de Exploración y Producción de ANCAP, Héctor de Santa Ana.

Esto ayudará a conocer qué posibilidades hay de hallar trampas petroleras. Además, en el corto plazo, está prevista la llegada de otros buques que trabajarán para BG y para la empresa también británica Tullow Oil, con lo cual la inversión asciende a 1.650 millones de dólares. “Es una de las inversiones más grandes de la historia de la industria”, afirmó el jerarca.

Las petroleras que operarán en aguas uruguayas firmaron los contratos con ANCAP tras un período de promoción de rondas que se inició hace dos años y un llamado a interesados en 2011, cuyo proceso cerró el 29 de marzo. Si bien los contratos y los cronogramas de trabajo estaban definidos con anterioridad a la apertura de pliegos, los meses siguientes fueron de consultas entre empresarios y el Ejecutivo. Los contratos, firmados en octubre, son de 30 años con opción a diez más. Durante las rondas, las autoridades uruguayas mostraron a las empresas los factores considerados importantes en lo que puede ser una trampa petrolera en las zonas donde explorarán.

Las cuencas uruguayas, explicó De Santa Ana, son de “alto riesgo exploratorio”. En otras palabras, la posibilidad de encontrar petróleo gas con características comerciales es inferior a 10%. ¿Qué justifica la inversión? “Cuando se explora, se hacen pozos, se consigue información exploratoria y no hay indicios, eso supone riesgos, porque los antecedentes te están indicando que ha tenido acumulaciones comerciales o de otro tipo. Pero este caso es diferente: no hay exploración ni datos y justamente por eso es de alto riesgo, puede haberlos y no se encontraron. Estamos acostumbrados a otro tipo de negocios. Esta visión de negocios en esencia tiene mucho riesgo, como en el caso de cualquier recurso mineral”, explicó De Santa Ana.

El gerente de Exploración y Producción de ANCAP añadió que la situación internacional en cuanto a las condiciones de inversión, la seguridad jurídica y contractual y la posibilidad de rondas de negocios en la región fueron otros elementos que influyeron favorablemente en la decisión de invertir en Uruguay.

Cable al agua

El buque WG Tasman, de la empresa WesternGeco, trabaja para la francesa Total y tiene dos años de construcción. Partió el fin de semana y se espera que llegue hoy para estudiar los streamer, para una “tarea engorrosa” que consiste en desplegar 12 cables de nueve kilómetros de largo a seis u ocho metros de profundidad. Su funcionalidad es captar ondas sonoras después del rebote en las diferentes capas terrestres. El buque permanecerá en alta mar durante cinco meses y medio con 44 personas a bordo: 20 capacitadas en navegación, 20 expertos en sísmica y cuatro (uruguayos) que tienen como función monitorear la proximidad de mamíferos marinos con el fin de evitar que sean dañados con la fuente del buque. Además, hay espacio para Prefectura y la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, y tres buques menores.

El Polarcus Amani se terminó de construir este año y está previsto que parta el fin de semana. Trabajará para la británica BG en tres bloques y realizará el registro sísmico tridimensional de 13.000 de los 22.000 kilómetros cuadrados, con una inversión de 300 millones de dólares, el doble que la francesa. Permanecerá unos seis meses en alta mar y habrá una segunda fase exploratoria en el verano de 2014 atendiendo a los momentos de mejor navegabilidad y separado de los períodos de actividad de las ballenas.

En cuanto a la obtención de resultados, De Santa Ana destacó que la tecnología avanzada de estos buques incluye centros de procesamiento. “Tiene que pensar en edificios de muchos pisos para poder componer físicamente todas las computadoras que requieren un procesamiento muy costoso y complejo”, comparó. Esta infraestructura permite que 80% de la información sea procesada dentro del barco y que para cuando termina el relevamiento a los dos meses -que antes demoraba un año y medio- se obtengan los primeros resultados.

Allí se estaría en condiciones de ver la potencialidad de cada uno de los bloques explorados. “Hay que saber lo que hay y si lo que hay está acumulado para ser explotado. Luego saber si lo podés beneficiar -lo cual es complejo- y si se está en condiciones para ser desarrollado y el gasto para hacerlo se justifica”, completó el jerarca.