El gimnasio del Liceo 61 en el Cerro de Montevideo recibe desde ayer y hasta mañana a cientos de alumnos de liceos y escuelas técnicas. Pero no para hacer deporte. Los vidrios laterales fueron tapados para mantener la oscuridad en su interior y poder apreciar mejor la muestra montada: una nube conformada por 200 globos luminosos que reaccionan frente a estímulos dirigidos desde una computadora.

Se trata de la exposición Celebra, de los colectivos Bondi -de diseño de interacción- y Medialab -laboratorio de medios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar)-, seleccionada para acercar a estudiantes de primer ciclo de enseñanza media a la ciencia y la tecnología.

El Programa de Estímulo a la Cultura Científica y Tecnológica (Pro Ciencia) fue creado por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP); incluido en el Presupuesto Quinquenal 2010-2015, se ideó con un financiamiento por dos años: 2011 y 2012.

Apunta a estimular los procesos de comprensión y apropiación de contenidos científicos y tecnológicos; busca que los alumnos tengan un mayor acercamiento hacia esas temáticas, y que profesores, maestros y estudiantes de formación docente tengan la posibilidad de ampliar sus conocimientos. Se basa en un convenio de la ANEP y el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba) implementado por la Udelar y el Ministerio de Educación y Cultura.

De acuerdo a la población a la que se enfoca, los ejes de actuación de Pro Ciencia son diversos. En 2011 investigadores de Pedeciba dictaron cuatro talleres para maestros; en el corriente año esa actividad se expandió, fueron 17 talleres. Pero además, este año se enfocó más a docentes de Secundaria, mientras que en 2011 se había concentrado en maestros de primaria.

Continúa, también, con el programa Acortando Distancias, que consiste en pasantías en laboratorios de investigación para docentes de educación media; es implementado por Pro Ciencia, Pedeciba, el Laboratorio Tecnológico del Uruguay y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, el año pasado comprendió a 60 docentes y en febrero se reeditará (los interesados pueden anotarse hasta mañana).

Al igual que en 2011, Pro Ciencia apoyó este año a las Olimpíadas de Matemática, Astronomía, Física y Química, así como a los Clubes de Ciencias, premiando a 20 de ellos y a 20 orientadores con el compromiso de que “utilicen el dinero en comprar materiales necesarios para apoyar un nuevo club de ciencias cercano a su localidad”, detalló Fernando Peláez, coordinador de gestión de Pro Ciencia.

Este año se incorporaron dos nuevas actividades. Una fue el “llamado a presentación de propuestas vinculadas con la introducción a la investigación en ciencia y tecnología en centros educativos de enseñanza media básica”, orientada a estimular la conformación de equipos docentes de uno o varios centros de ese nivel educativo para desarrollar un proyecto específico de investigación; se presentaron 16 propuestas, de las que Pro Ciencia seleccionó cinco. Una de ellas incluye el diseño y la fabricación de semáforos con energías alternativas, que surgió de la inquietud de los estudiantes de mejorar la seguridad vial de la zona de Toledo, localidad a la que pertenecen. Otra idea comprende el “monitoreo de materiales radiactivos en suelos y aguas de Uruguay”, que involucra a docentes de Montevideo, Canelones, Cerro Largo y Florida y apunta a acercar a los estudiantes al trabajo científico de recolectar muestras de suelos y aguas y hacer mediciones y cálculos para establecer los niveles de radiación natural. Las cinco actividades se desarrollarán en los centros educativos elegidos entre noviembre y diciembre.

El otro llamado apuntó a recibir “propuestas de actividades innovadoras para la difusión” de la ciencia y la tecnología en la educación media básica. Se presentaron 32 iniciativas, y una de las cinco seleccionadas fue la desplegada ayer en el Liceo 61.

Celebra

Christian Clark, ingeniero y docente de Ingeniería, y Pablo Gindel, técnico en computación y en electrónica, ambos integrantes de Bondi, fueron algunos de los que conformaban el equipo que ideó la exposición, y fueron los encargados de recibir a los estudiantes. La propuesta fue premiada en 2011 por la comisión de festejos por el Bicentenario y estrenada en noviembre del año pasado en el Espacio de Arte Contemporáneo.

La muestra instalada en el Liceo 61 fue especialmente diseñada con financiamiento de Pro Ciencia.

Desde una computadora que tenía el software de control enviaban flashes de diagnóstico a la “nube interactiva” formada por los 200 globos iluminados. La nube reacciona en función del sonido ambiente, a través de un micrófono instalado en la computadora, y combinaba el ritmo con un video ingresado en el programa. El dispositivo puede llegar a nutrirse del movimiento de las personas, pero la cámara que se requería para eso no estaba instalada, y también puede responder a intervenciones de usuarios en la web.

Poco después de las 14.00 de ayer llegaron dos grupos de primer año del Liceo 11, también del Cerro. Los estudiantes pasearon un rato por debajo de los globos intentando descrifrar a qué respondían los movimientos. Luego Clark y Gindel revelaron los detalles y contaron el proceso por el cual habían llegado al producto final. Les mostraron que cada globo contaba con una plaqueta que tenía led con los colores básicos, rojo, verde y azul, y que ocho fuentes de alimentación de PC colocadas por encima de los globos eran las que alimentaban a aquellos coloridos led.

“Es un proyecto de ingeniería de cierta complejidad. Tiene mucho de electrónica, tuvimos que diseñar toda la solución de hardware con componentes, ver cuáles eran los controladores adecuados para los led, ver cómo llevamos la alimentación de energía eléctrica a la nube, y todo el software de la nube fue desarrollado por nosotros”, contaron a la diaria. Agregaron que ese sistema de iluminación puede usarse en escenografías, recitales, para iluminación arquitectónica compleja, y en ambientes y edificios.

Lo que más les fascinó a los estudiantes -sobre todo para ellas- fue la idea de utilizar algo similar para sus cumpleaños de 15, que no estaban tan distantes en el tiempo.

Clark y Gindel valoraron que la propuesta ofrecía ver aplicación de programación y de circuitos de una forma poco convencional. En diálogo con la diaria, los estudiantes dijeron que les gustó la actividad y los efectos logrados con la luz y el color; algunos comentaron que la explicación se les hizo un poco larga, y denotaron que el rol pasivo de estar sentados escuchando no era lo que más les fascinaba. Los docentes abrieron los micrófonos e intentaron revertir esa pasividad, pero el éxito no fue total, ya que algunos conocimientos no les eran tan familiares a los chicos para dinamizar la interacción.

Continuidad

Mariela Torre, subdirectora de Pedeciba y cocoordinadora académica de Pro Ciencia, comentó que la evaluación formal del programa está en camino. Se destinaron fondos “para contratar especialistas en evaluación porque el que hace no se puede controlar a sí mismo”, dijo. Éstos indagaron la opinión de participantes (maestros, profesores, niños e investigadores) y ahora el sector Educación de la UNESCO completará la evaluación, cuyos resultados se esperan en 2013.

Peláez adelantó que los integrantes de la comisión (representantes de Pedeciba y de los consejos de Primaria, Secundaria, UTU y Formación Docente) están muy conformes con lo trabajado hasta el momento. “Nos sirvió de mucho la experiencia de 2011, mejoramos un montón de cosas y hay un potencial para seguir trabajando”. Costó tomar ritmo de trabajo, varios integrantes no se conocían entre sí y tuvieron que construir una base en común, en torno a los objetivos planteados.

Peláez y Torre desconocen qué suerte tendrá el programa en 2013. la diaria intentó hablar con Wilson Netto, presidente del Consejo Directivo Central de la ANEP, para indagar sobre la continuidad del programa, pero no fue posible la comunicación.