“Era un espectáculo realmente hermoso. Mientras los jinetes cabalgaban entre las nubes, algunos miraban sorprendidos de que el apocalipsis fuera tan pintoresco”: así dice el minicuento enviado por Daniella Scuadroni, que mereció el segundo premio en la sexta edición del concurso de relatos T cuento Q. De acuerdo al escritor y periodista Pablo Silva Olazábal, creador y principal organizador del certamen, la supuesta predicción del calendario maya para 2012 marcó el tono de esta edición: “El apocalipsis fue un tema recurrente, aunque en general tratado con humor”.
Silva, conductor del programa radial La máquina de pensar (que emite Radio Uruguay, auspiciante del evento junto a la Biblioteca Nacional y, por supuesto, Antel), sabe de lo que habla: como integrante de la comisión que le aliviana el trabajo al jurado -este año llegaron más de 15.000 mensajes, de los que se seleccionaron 3.000 para concursar- debe leer muchísimos minicuentos.
El jurado, que generalmente tiene un mes para trabajar, estuvo integrado este año por Mercedes Rosende, Jaime Clara y Andrés Echevarría. “Tratamos de que no se repitan nunca, y de que siempre sean escritores; sólo hicimos una excepción con Inés María Obaldía”, comenta Silva.
Este año el jurado eligió como ganador a uno de los trabajos enviados por el contador salteño Diego Cappa, de 28 años: “La revolución es otra cosa -le dijo la muñeca de trapo al soldado de plomo. Y así comenzó a deshilacharse para que todos los juguetes fugaran trepando por ella”.
El comunicado oficial aclara que Cappa participa en el concurso hace “sólo” dos años. Lo usual, según Silva, es que los concursantes vayan acumulando material y entradas; algunos han llegado a enviar cerca de 800 minicuentos en una misma edición. Por eso también llama la atención el caso de la veinteañera Daniela Scuadroni, que envió sólo un relato. “Es como matar un elefante blanco con una única bala”, comenta Silva.
Aunque en dos ocasiones los ganadores fueron escritores con trabajos publicados -Horacio Bernardo e Ignacio Fernández de Palleja-, los ganadores de T cuento Q suelen ser personas que no se desempeñan en el ámbito de la literatura. “Yo pensaba que en general se trataba de lectores de minificción, de aficionados a los muchos sitios de internet en que se promueve este tipo de escritura. Pero con el tiempo descubrí que lo que más leen son las ediciones anteriores de T cuento Q”, comenta Silva, quien también se anima a especular con la demografía del certamen: “La mitad son jóvenes; lo sé por los números de cédula. También calculo que cerca de la mitad son del interior del país”.
Hay dónde aprender: anualmente se publica un libro con los 100 mejores relatos de cada concurso, y en mayo de este año se editó El libro de oro del T cuento Q, que reunía todo lo publicado hasta entonces. Entre otras cosas que generó el concurso están dos encuentros sobre minificción y nuevas tecnologías, en los que se busca darle espesor crítico a un fenómeno que no se limita a lo local. Por ejemplo, el mexicano Lauro Zavala afirma en el prólogo de El Libro de oro... que gracias a certámenes como el uruguayo “se está generando la primera teoría literaria producida en lengua española”. Zavala, además, propone que los microrrelatos, minificciones o minicuentos pasen a ser llamados “twicción”, por lo de “ficción en formato Twitter”.