Fundado en 1950, el Cine Plaza fue un emblema edilicio del tramo final del Uruguay de las vacas gordas y la “tacita de plata”, que tuvo en la mítica tienda London París un mojón arquitectónico inicial, a poco de empezado el siglo XX.

Basado en un proyecto del arquitecto Rafael Lorente Escudero (en honor a quien se rebautizó en 2011 la sala de espectáculos Lorente, que en un principio fue el cine Central y luego un local bailable de música tropical bajo el mismo nombre), el edificio recibió en su época elogios por parte de la academia, según cuenta el libro "Función completa, por favor: Un siglo de cine en Montevideo", de Osvaldo Saratsola (Trilce, 2005). La revista Arquitectura, por ejemplo, valoró con mucho entusiasmo el uso del color, el bronce y los mármoles y la “articulación del edificio en volúmenes”, que marcaban una diferencia radical con la corriente estética imperante hasta entonces, de “edificios cúbicos, de pálido color exterior y severa expresión”. En una monografía publicada en la revista Elarqa en 1993, el docente y arquitecto Julio Gaeta apunta que el local marca el pasaje de una “arquitectura-objeto” a una “arquitectura-ciudad”, de concepción más urbanística y de vanguardia. Además de miles de cinéfilos (el libro de Saratsola estima que en 1978 asistieron unas 300.000 personas al cine), el Plaza albergó sobre su escenario a artistas nacionales e internacionales de diversos orígenes y públicos, desde Ray Charles, BB King y Louis Armstrong hasta Los Midachi y María Marta Serra Lima.

Rezo por vos

“Abrieron un shopping en el cine del barrio / donde venden en cuotas la foto de Dios”, canta Walter Bordoni en su canción “Aguafuertes montevideanas”, un himno a la nostalgia de tiempos mejores. El Complejo Cultural Plaza podría correr la misma suerte, entonces, que el ex Cine Trocadero y el Cine Miami, que en 2008 fue recuperado por el productor Danilo Astori (hijo) bajo el nombre de La Trastienda. Según comentaron a la diaria fuentes cercanas a la producción de Lorente, hubo cambios en la composición accionaria de la Compañía Central Cinematográfica (CCC), dueña del complejo desde 1950. Los nuevos socios mayoritarios, de nacionalidad española, decidieron dejar de alquilar el local y venderlo por un precio que en función del metraje del edificio podría tasarse en cinco millones de dólares, pero que dadas sus limitadas posibilidades de uso podría rondar los tres o cuatro millones.

Una de las probables causas de la decisión, según hipotetizaron personas allegadas al equipo de trabajo del Plaza, es la crisis europea, que habría impulsado a los accionistas españoles a pasar a cobre el edificio. La producción no descartó una posible continuidad de Lorente, pero dependería del interés del nuevo propietario por mantener una sala de espectáculos en su unidad de negocios, perspectiva más bien improbable si se tratara de una iglesia o una tienda de ropa.

El cierre del Plaza significaría la pérdida del único local cerrado con capacidad de 2.000 personas, con la excepción de -si bien con otro perfil- el Auditorio Nacional Adela Reta del Sodre. El complejo se comenzó a restaurar a finales de los años 80 por un estudio de arquitectos seleccionado por concurso, cuyas bases fueron en parte redactadas por Rafael Lorente (hijo). Ante el escenario de la posible venta, la producción del evento de historietas, videojuegos y manifestaciones afines Continuará... decidió mudar su última edición, que se realizó en el Palacio Peñarol el sábado 10 y el domingo 11 de noviembre.

Según comentara Humberto Ortolani, director de la CCC, al suplemento Qué pasa, la sociedad anónima propietaria del Plaza había iniciado diálogo con la Intendencia de Montevideo (IM) y con el Ministerio de Educación y Cultura para gestionar exoneraciones de impuestos, pero la IM manifestó que no tenía interés. Algo similar sucedió en 1993, cuando el municipio inició gestiones para adquirir el edificio, que fueron frustradas por la falta de consenso político en la Junta Departamental; el proyecto no prosperó pero, según apunta Saratsola en su libro, la IM (en aquel entonces IMM) optó finalmente por adquirir, ya no bajo el gobierno de Tabaré Vázquez sino en el de Mariano Arana, el Rex Theatre, que se convertiría en 1996 en la Sala Zitarrosa.

La producción de Lorente y el Complejo Cultural Plaza valoró en diálogo con la diaria el hecho de haber recuperado un espacio cultural montevideano: la sala fue rediseñada sobre la base de las ideas originales del arquitecto que le da nombre. El balance para ellos es positivo: “Hemos generado un espacio céntrico acústicamente bien resuelto, con capacidad para 600 espectadores sentados que, mientras, pueden comer o tomar algún trago, con una propuesta de proximidad con el artista. Tenemos la satisfacción de haber albergado a muchísimos artistas, y muchos de ellos de gran valor, como Buenos Muchachos, Campo [proyecto solista de Juan Campodónico], Mateox6, Martín Buscaglia, Julieta Rada, Ney Perazza o Edú Pitufo Lombardo. Pasó por la sala buena parte de lo que a nosotros nos gusta y nos parece representativo de la movida musical montevideana. Obviamente, no somos los propietarios y no podemos disponer ad eternum del lugar, pero el resultado es satisfactorio”. Los planes para el año próximo incluían ciclos de teatro nacional y de comedia stand-up.

Pero esta noche hay

El músico argentino Zambayonny, que se presentó en la misma sala en abril de este año, vuelve a Montevideo con el formato de espectáculo que lleva a las tablas desde la edición de “Búfalo de agua”, su último disco, que incluye 20 temas, ocho en formato de guitarra y voz (como “Salvando las distancias”, “La pendeja puta que todos llevamos dentro” y el resto de sus discos anteriores) y 12 con banda completa. El músico, que acaba de ser ternado a los Premios Gardel por “Búfalo...” en la categoría Mejor Álbum Canción Testimonial y de Autor (premio que le fue arrebatado por un peso pesado: León Gieco), será “como un contraexorcismo para espantar a los pentecostales”, según bromeó el productor. “Se buscó que fuese un autor provocador para darle un cierre digno a la sala”.

Por su lado, el Plaza tuvo su último recital el 2 de octubre con la actuación del grupo de metal sinfónico Epica, y en los próximos meses se prevé actividades de partidos políticos. “No es una sala que esté hoy en condiciones de abrir para ofrecer un espectáculo artístico”, concluyó el 
productor.