En la carnavalera ciudad de Cádiz se celebró entre el 16 y 17 de noviembre la XXII Cumbre Iberoamericana. Tuvo la particularidad de que los países latinoamericanos se pararon en la cancha de otra manera, transmitiendo las “lecciones aprendidas”.

Como había solicitado previamente el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, la Cumbre se enfocó en aspectos económicos y en propuestas “concretas”, atendiendo en particular a Portugal y España. Rafael Correa, presidente de Ecuador, reflexionó diciendo: “La crisis económica y social en la que está hundido el mundo occidental ha puesto en evidencia que las recetas neoliberales, que organismos de estos mismos países aconsejan, no ofrecen una salida a las crisis sino, al contrario, las profundizan”. Dijo además que ésta es la historia que vivieron muchos países latinoamericanos, a los que se les impuso una serie de políticas regidas por la “austeridad como único remedio”.

Tu crisis es mi crisis

A muchos les parece que la historia se está volviendo a repetir pero ahora en Europa, o al menos tiene rasgos parecidos a “nuestra crisis”. Por eso, Rafael Correa, mirando directamente a Rajoy y al rey Juan Carlos de España, dijo: “No cometan los mismos errores”.

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, pronunció un contundente discurso indicando que durante la crisis su país “se estancó, dejó de crecer y se tornó un ejemplo de 
desigualdad social”. Y agregó que los gobernantes “de entonces pensaban, equivocadamente, que apenas con drásticos y fuertes ajustes fiscales podríamos superar con rapidez las gravísimas dificultades en que estábamos”.

Prácticamente todos los presidentes latinoamericanos se turnaron para expresar la convicción de que América Latina superó la crisis con austeridad pero también con políticas que garantizaban las inversiones para el crecimiento.

¿Capital o humano?

Enrique Iglesias, secretario general Iberoamericano, aseguró que los ajustes y reformas del Consenso de Washington fueron parte de la solución, con lo que Correa discrepó y dijo en contrario que “fueron parte del problema”.

El presidente ecuatoriano llamó a los organismos internacionales a “reformarse profundamente”, pero enfatizó que el dilema de fondo es otro: determinar “quién manda en el planeta, si el ser humano o el capital”. Reconoció como un “gran error” de la izquierda la manera en que se conceptualizaron los mercados. “Los mercados son una realidad económica, no hay que negarlos”, y propuso no elegir entre sociedad y mercado, sino intentar que las primeras regulen a los segundos para que los frutos que éstos sean “socialmente deseables”.

Por su parte, el sucesor de Enrique Iglesias en el Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, señaló en entrevista con el diario español Cinco Días que “la salida a la crisis [de España] pasa por América Latina” y lo explicó diciendo que la economía española debe “conectarse mucho más con América Latina, como ya lo han hecho varias empresas españolas que hoy obtienen más de 50% de sus beneficios a partir de sus negocios en la región”. Explicó que el principal problema es que la crisis europea genera incertidumbre en los países de América Latina. Señaló que “si la crisis continuara y en Europa se diera un ‘efecto Lehman’, el crecimiento de América Latina se reduciría en una tercera parte”.

Gracias, muchachos

Rajoy por su parte declaró que “la inversión latinoamericana es acogida con los brazos abiertos”, y agregó que España y la Unión Europea cuentan con un marco de seguridad jurídica que las hace atractivas, además de ser “el mayor mercado único del mundo”.

En la declaración final, los líderes se comprometieron a “fortalecer reglas claras, estables y previsibles”, al tiempo que reconocen el “derecho soberano de los países sobre sus recursos naturales, con base en su respec
tiva legislación nacional”.