Si usted está leyendo esto, significa que los mayas le erraron y el mundo no se terminó hoy, o por lo menos no se terminó de mañana. En todo caso, el hombre y el arte vienen especulando con el fin de los tiempos desde el principio de éstos, no habiendo casi tradición o religión que no incluya algún tipo de apocalipsis. El cine no podía ser ajeno y desde sus principios ha producido películas en las que contemplamos la destrucción de nuestra civilización y, frecuentemente, las aventuras del hombre luego de esta devastación, sirviendo también como una excusa para desintegrar ciudades y monumentos conocidos mediante el uso de efectos especiales. Esta selección no incluye a esa clase de películas sino simplemente a las que lidian con el fin absoluto, o casi absoluto, de la humanidad. El tema ciertamente no es de los que hace que las multitudes se amontonen para llenar las salas de cine; sin embargo, ha dado pie a lo que casi es un género, en el que se puede además encontrar algunas películas de notable calidad artística, entre las cuales seleccionamos una decena de las mejores y más ominosas.

* Cuando los mundos chocan (Rudolph Maté, 1951)

En realidad es una película sobre el fin del mundo pero no el de la humanidad; un cometa se acerca para chocar contra la Tierra y los científicos comienzan a trabajar contrarreloj en una nave que lleve a un escaso grupo de privilegiados a otro planeta. El sistema de selección -y la angustia que plantea- así como otras características serían imitadas en las más espectaculares pero no tan efectivas Impacto profundo (Mimi Leder, 1998) y 2012 (Roland Emmerich, 2009), pero en 1951 era una novedad de lo más opresiva aunque llena de connotaciones cristianas.

* On the Beach (Stanley Kramer, 1959)

Basada en una exitosa novela de Nevil Shutey y presentada como un alegato antinuclear, esta película es bastante más que sólo eso, se la puede considerar el mayor clásico del cine apocalíptico. La trama sigue el periplo de un submarino que, luego de una guerra atómica, sin contaminar recorre el mundo en busca de sobrevivientes y esperanza mientras la radiación continúa expandiéndose por el globo y aniquilando gradualmente a los sobrevivientes, que se reúnen en Australia (en la novela original, uno de los últimos refugios de la humanidad es Montevideo, lo que demuestra que aquí hasta el fin del mundo llega más tarde). El final es romántico, poético, pesimista, desolador y un bajón que dejó marcados a los que tuvieron la desgracia de toparse de niños con este film elegante y tristísimo.

* Doctor Strangelove (Stanley Kubrick, 1964)

El más famoso, o al menos el más respetado, de los films apocalípticos es también el más divertido: el fin del mundo es simplemente una sucesión de imbecilidades producidas por imbéciles a cargo de poderes científicos inhumanos. Doctor Strangelove (conocida entre nosotros, vaya uno a saber por qué, como "Doctor Insólito") es una sátira feroz que nunca trata de suavizar la píldora, y contiene tres o cuatro de las escenas más memorables de la carrera de Kubrick, quien aprovecha a un Peter Sellers en el cenit de sus capacidades, interpretando tres papeles a la vez.

* El último hombre sobre la Tierra (Ubaldo Ragona y Sidney Salkow, 1964)

La primera de las múltiples adaptaciones de la colosal novela de Richard Matheson Soy leyenda es posiblemente la más fiel. Más que una película sobre el fin del mundo es sobre el fin de la humanidad tal como la conocemos y una reflexión nada superficial sobre los conceptos "excepcionalidad" y "monstruosidad", siguiendo los pasos del único hombre no afectado por una plaga de vampiros, que se convierte en un cazador que los aterroriza durante el día. Francis Lawrence filmó una versión muy popular en 2009, protagonizada por Will Smith, en la que se encargó de traicionar con gran despliegue el espíritu original del libro, conservado en esta primera versión.

* Cuando el futuro nos alcance (Richard Fleischer, 1973)

Un clásico de ciencia-ficción en el que el fin de la humanidad también se da fuera de cuadro. Llamada originalmente Soylent Green (un título bastante delator), la película se estructura como un policial situado en un futuro en el que la sobrepoblación ha dejado a la Tierra sin recursos y limitada a un sólo alimento, el tan famoso "soylent green". La naturaleza del mismo y su revelación son el centro deprimente de esta película efectiva y que sobrevive a las décadas desde su estreno.

* El amanecer de los muertos (George Romero, 1978)

El apocalipsis zombi se ha vuelto hoy en día un tema clásico y degradado, pero cuando Romero estrenó su segunda película sobre al respecto no estaba solamente contando una historia de horror sobre muertos caníbales, sino una sutil reflexión sobre el fin de la humanidad a causa del consumismo ciego. Originalmente tenía un final negro como la peor medianoche (que en cierta forma fue reproducido en la remake de Zack Snyder del 2004), pero Romero, un humanista al fin, introdujo algunas luces de esperanza que la convierten, extrañamente, en la película más optimista de esta selección.

* La Cosa (1982), Príncipe de las tinieblas (1987) y En la boca del miedo (1995), de John Carpenter

Ninguno de estos espléndidos films de horror de Carpenter -conocidos como "la trilogía del apocalipsis" y posiblemente lo mejor de su carrera- describe el fin del mundo, sino simplemente sus prolegómenos, lo que deja -a pesar de las señales ominosas e inconfundibles- al espectador con un pequeño destello de esperanza de que los acontecimientos terminen de otra forma. En La Cosa una criatura extraterrestre demuestra un poder viral y metamórfico que haría imposible detener su conquista del mundo si pudiera salir de la base antártica en la que fue descubierta. Al final es posible (pero poco probable) que la criatura haya muerto, pero quienes podrían alertar sobre su peligro están también condenados a la muerte por congelamiento, además de estar posiblemente infectados. Carpenter tiene el pudor de detener allí las acciones, en ese pequeño espacio de felicidad efímera. En El príncipe de las tinieblas las acciones se detienen en el momento caótico en el que el Mal encarnado -que el espectador también creía eliminado- llega al mundo para cumplir las peores profecías, pero éstas no llegan a ser ilustradas, sino que solo lo es el poético y melancólico arribo del Anticristo. En En la boca del miedo las puertas de los infiernos lovecraftianos están abiertas y el fin del mundo es simplemente su narración cinematográfica. En las tres nos encontramos frente a cine que es mucho más que“de horror”.

* When the Wind Blows (Jimmy Murakami, 1986)

El recrudecimiento de la Guerra Fría durante el gobierno de Ronald Reagan y la escalada armamentista de aquellos días produjeron una serie de films precautorios acerca de los riesgos de una guerra nuclear, o que jugaban frívolamente con la imaginería de un mundo posapocalíptico. Es el mejor largometraje inglés de los primeros mencionados; describe la vida (y muerte) de una pareja de ancianos luego de la Tercera Guerra Mundial. Con una desolación aumentada por el tono casi infantil de la animación y los diálogos, ver When the Wind Blows es una experiencia que posiblemente nadie quiera repetir jamás -lo que en cierta forma habla muy bien de su potencialidad como alegato antinuclear)- y es una seria aspirante a ser la película más triste y depresiva de la historia del cine. Como anzuelo presentaba una banda de sonido compuesta por Roger Waters y David Bowie que atrajo a miles de adolescentes ver esta película tal vez necesaria, pero capaz de amargar a una tonelada de azúcar.

* La carretera (John Hillcoat, 2009)

Otra película capaz de oscurecer el más tropical de los días, pero también una maravilla estética en la que cada fotograma va construyendo el más opresivo de los mundos terminales. Con la adaptación del igualmente sombrío best seller de Cormac siguiendo a un padre y a su hijo por un territorio devastado por una catástrofe imprecisa. Lejos de ser un film de catástrofe o una aventura posapocalíptica, La carretera es una pregunta seria acerca de qué queda de humano en un entorno en el que todo lo humano está desapareciendo. Igual no la alquilen en vacaciones.

* Melancolía (Lars Von Trier, 2011)

En cierta forma pariente de la anterior, la última obra del polémico Von Trier también trata del amor y las relaciones humanas enfrentadas a un apocalipsis inminente. Una película extraña -como todas las del director danés- en la que el fin del mundo es la clave musical bajo la que se desarrollarán los contactos humanos, enfrentados a la efimeridad de las vidas tanto individuales como de la especie. No se parece en nada a las películas apocalípticas de Hollywood, pero no es una película de Hollywood, y Von Trier generalmente no se parece a nadie.