Como forma de expresión artística, el corto todavía no logra llegar a un público masivo. Entre otros factores, se lo sigue considerando como una plataforma de prueba y experimentación para los cineastas amateurs, dado los bajos costos que tiene su realización. Durante un tiempo, en algunas salas de cine montevideanas, se intentó proyectar cortos antes de los largometrajes, pero esta modalidad de exhibición no prosperó. La web, los festivales y los ambientes informales parecen seguir siendo el destino de estas pequeñas historias.

En este contexto, el festival de cortos que se realiza en La Pedrera surgió como “un espacio para compartir los trabajos fuera de un ámbito hermético, de amigos, parientes o del ámbito académico”, explicó su director y fundador, Sergio Miranda en diálogo con la diaria. Así, desde 2004, La Pedrera Short Film Festival ha reunido en la costa uruguaya a estudiantes, realizadores, aficionados al audiovisual y veraneantes de todo el mundo.

Este año, la apuesta se dobló al trasladar el escenario a otros puntos del país, a través de la pantalla de Efecto Cine, con el fin de llegar a un público más variado. Ya le tocó a Punta del Diablo, Valizas, Carmelo, y finalmente hoy se exhibirán en Plaza del Entrevero.

La programación incluye los trabajos premiados en el festival del 5, 6 y 7 de enero en La Pedrera, a cargo del jurado integrado por el crítico y docente Manuel Martínez Carril, el director de fotografía Pedro Luque (“La casa muda”, “El cuarto de Leo”) y el productor Gustavo Rojo (“La casa muda”).

Ojos de mujer

Miranda destacó el alto nivel de participación: en total se recibieron cerca de 250 trabajos y terminaron compitiendo 39 proyectos, de los cuales 11 eran uruguayos. Pese a su porcentaje de participación, los cortos nacionales no tuvieron mucho protagonismo, ya que la mayoría de los premios quedaron en manos extranjeras.

El director del festival remarcó el avance en la calidad de los trabajos: "ya no se trata de chistes filmados, hay una gran solidez en las historias, en los rubros técnicos y en el lenguaje manejado por los actores". Sin embargo, señaló que "falta mucho y mucho más compromiso, opinión, no se trata de filmar con el único objetivo de ver un resultado proyectado en una pantalla, sino de decir algo, una manera de contar, un manejo del lenguaje, una propuesta.”

Para Pedro Luque, aunque los aspectos técnicos han mejorado en comparación a otros años, en general, “se notó que la mayoría de los trabajos se hicieron casi sin dinero. En Uruguay a veces se hace muy difícil conseguir financiación para filmar un corto.”

Éste no fue el caso de “Mojarras”, de Lucía Garibaldi, elegido como Mejor Cortometraje Nacional por el jurado. La realizadora, recientemente egresada de la Escuela de Cine del Uruguay (ECU), ya había debutado con “Colchones” (2009), obteniendo el mismo premio en la edición anterior del festival. Además de estos antecedentes, “Mojarras” tuvo un buen arranque, ya que en 2010 ganó el Fondo de Fomento del Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU) en el rubro Opera prima. Para Luque, si bien el corto no hace alardes de ningún tipo, deja claro que le sacaron mucho provecho a los pocos medios técnicos disponibles y que hicieron valer las herramientas en función de la historia.

El corto tiene como protagonistas a dos hermanos que escapan de la ciudad en su auto, en una noche de lluvia. Acaban de hacer algo grave, que no se termina de revelar, pero tampoco parece importar. La mirada está en lo que les pasa a los dos personajes y su manejo de la culpa. Así, la directora propone un lenguaje con primeros planos, construyendo una atmósfera sofocante y hostil que encierra a los dos hermanos.

“Mojarras” se llevó otros premios de La Pedrera: Mejor fotografía para Miguel Hontou y Mejor actriz para Chiara Hourcada. Este último rubro puede verse como un avance para los cortometrajes nacionales, ya que en muchos casos el trabajo con los actores suele ser un aspecto descuidado. Otra de las realizadoras que se destacó en el festival fue la directora de arte argentina Cristina Nigro (“Whisky Romeo Zulú” y “Torrente 3”), que hizo su primera experiencia como directora y guionista con el cortometraje “La puerta”, rompiendo con la tendencia de adjudicar este formato a proyectos de estudiantes.

“El proyecto comenzó cuando la historia apareció, y esto ocurrió en una casa del Barrio Sur. Empezó en el espacio y el espacio convocó a los personajes, éstos me fueron ganando a mí y empezaron a moverse solos, no pude evitarlo. Fue ahí donde tomé la decisión de dirigir todo esto que estaba pasando”, contó Nigro a la diaria.

Tomando como punto de partida esta casa vieja, la directora cuenta la historia de dos hermanas, atadas a un pasado materializado en el espacio en el que habitan. “Es la historia de los legados familiares, de esos lugares que nos tocan habitar, y no nos damos cuenta, hasta que algo eclosiona y deseamos un cambio, o no”, sintetizó la directora.

Su vocación como directora de arte se refleja en la importancia que le adjudica a los objetos que rodean a las protagonistas para contar lo que les pasa. De esta forma, cada detalle de la casa está erosionado por el paso del tiempo, en un juego de metamorfosis donde una se adapta a la otra. Estas herramientas colaboran para poder sintetizar en 17 minutos un proceso interno del personaje, que lleva al desenlace de la historia cuando Aida, la hermana mayor, logra cruzar la puerta dejando atrás todo lo que la casa significa.

Según contó Nigro, este trabajo es sólo el comienzo, ya que tiene escrito otro guión de cortometraje, para filmar este año en Montevideo.

Los de afuera

De acuerdo a Luque, el nivel de los concursantes fe muy bueno: “Es interesante ver algunas líneas generales. Por ejemplo, en los trabajos españoles se veía una importancia en la estética por sobre todo, con muy buenos planteos a nivel de fotografía y arte, pero un poco fuera de lugar con la historia”, señaló. Para Miranda, “en el nivel técnico se ve hace tiempo una mejoría, ya que las nuevas tecnologías son mucho más accesibles. Lo importante son las historias. Se nota a nivel europeo, por ejemplo, un cierto pesimismo, mucha autocrítica, se refleja la crisis económica, la discriminación, la xenofobia, aunque sean tratadas con humor o en tono de comedia”.

Éste es el caso de “Birdboy” (2010), debut en audiovisual del dibujante español Alberto Vázquez (junto al productor Pedro Rivero), que se quedó con el primer premio en la categoría de animación. El cortometraje está basado en su novela gráfica “Psiconautas” (2007). Allí, desde los primeros minutos, Vázquez ambienta un mundo amable, habitado por distintos animales. Pero este paraíso oscurece rápidamente por culpa de un accidente nuclear que lo convierte en un pueblo fantasma. A través de un estilo macabro y tierno, con animales antropomórficos e imágenes devastadoras, cuenta la historia de dos adolescentes desarraigados: un pájaro discriminado por los otros animales, que no sabe volar por su adicción a las drogas y una ratoncita que perdió a su padre en el accidente nuclear.

La opera prima del dibujante español ha recogido varios premios importantes, entre ellos el de mejor cortometraje en el Festival de Foyle (Irlanda), lo que le abrió la puerta para la preselección de los premios Oscar. Otra de las propuestas de animación destacadas fue “Luminaris”, del argentino Juan Zaramella, ganadora del premio a Mejor corto de ficción, Mejor Dirección, Sonido y Premio del Público. El director y animador argentino sorprendió con una historia simple y original, contada a través de una técnica de animación llamada pixelación. Se trata de una variante del stop motion, técnica que, entre otros, utiliza el animador uruguayo Walter Tournier, que consiste en simular el movimiento a partir de una serie de imágenes fijas sucesivas. La diferencia está en que en vez de trabajar con maquetas y modelos, la pixelación anima objetos y personas reales. De esta forma, con el tango “Lluvia de estrellas” de Omar Madera como telón de fondo, el autor crea un mundo imaginario, que está programado por la luz. Dentro de él, los personajes y objetos se animan a través de la pixelación, colaborando a generar ese efecto de lo rutinario y sistemático. La trama gira en torno a un hombre común, que junto a su compañera de escritorio trabaja en una fábrica de bombitas de luz. Él se encarga de comer bolitas de vidrio, que salen de su boca como lamparitas. Ella tiene el don de encenderlas con sus ojos. Él tiene un plan para escaparse de la ciudad, construyendo una bombita gigante, pero necesita la ayuda de su compañera para completarlo.

Un argumento resuelto en 6 minutos, que con simpleza llevó a Zaramella a obtener reconocimiento en los festivales más importantes de cine, y al igual que “Birdboy” está en el banco de espera para los premios Oscar. El director argentino ya tenía marcado un antecedente con su trabajo “Viaje a Marte”, realizado en colaboración con el guionista Mario Rulloni, con el cual obtuvo más de 45 premios internacionales.

La programación se completa con “Una flor en recepción” (2011), de la española Marta Parreño, que logró el premio al Mejor guión, “Los trashumantes” (2009), del mexicano Federico Cecchetti, Mejor dirección de arte (Roxana Chapela y Alisarine Ducolomb); “La huida” (2010), del español Víctor Carrey, Mejor edición (Israel Escudero y Martín Roca), y “Tolca Mama” (2010), del israelí Maayan Rassin, Mejor actor (Dima Ros).