El director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, opinó ayer sobre las reacciones que provocó el informe de Ignacio Bosque “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” (ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/3/cobra-importancia/ ). Para Blecua, el trabajo de la Academia “no tiene que ser políticamente correcto, sino descriptivamente correcto”.

Al tiempo que aclaró que la gramática debe “describir la lengua”, también recordó que ésta ha ido cambiando y que la Academia recoge las transformaciones que la sociedad opera en el lenguaje.

De acuerdo a Efe, el académico brindó varios ejemplos de estos cambios que ponen en cuestión la novedad y la efectividad de los reclamos de mayor visibilidad de la mujer. El término “nodriza” era “nodriz” en la Edad Media, pero como a los hablantes no les parecía lo suficientemente femenino tomó su forma actual. No ocurrió lo mismo, en cambio, con la forma análoga “institutriz”.

También recordó que “una de las conquistas más importantes de las lenguas clásicas fueron los sufijos ‘-esa’ e ‘-isa’, presentes en palabras como ‘abadesa’ y ‘poetisa’, que reflejaban el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad o a labores intelectuales”. Sin embargo, “ahora todo el mundo cree que ‘poeta’ es más importante que ‘poetisa’”.

Restauración

Paralelamente, cuatro lingüistas españoles, Antonio Fábregas, de la Universidad de Tromsø, Mª Carmen Horno Chéliz, de la Universidad de Zaragoza, Silvia Gumiel Molinade, de la Universidad de Alcalá, y Luisa Martí, de la Universidad de Kent, elaboraron el manifiesto “Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas”, que ya lleva más de 500 adhesiones online.

Por un lado, el manifiesto admite: “Si nos atenemos al nivel léxico no cabe duda de que el léxico español refleja de numerosas formas estereotipos culturales discriminatorios para la mujer. Son numerosos los contrastes que lo manifiestan: ser un zorro / ser una zorra; ser un profesional / ser una profesional, o las connotaciones negativas que frecuentemente se asocian a sargenta, jefa o coronela. Indudablemente estos usos se deben a que la cultura en la que nacieron estas palabras es sexista”. Pero, por otro, sostiene: “En el nivel sintáctico, la acusación de que la gramática española es sexista por permitir decir ‘Todos los españoles son iguales ante la ley’ -englobando así españoles y españolas- o ‘He dormido en casa de mis padres’ -por en casa de mi padre y de mi madre- es radicalmente falsa”.

“Las gramáticas no pueden ser sexistas, de la misma forma que no pueden ser comunistas, anarquistas, liberales o ecologistas. Una gramática es un sistema formal donde se combinan elementos mediante una serie de reglas complejas que no reflejan ni directa ni indirectamente la cultura de la sociedad que habla una lengua. Al contrario que el léxico, donde se reflejan con cierta nitidez los prejuicios de una sociedad, la gramática no se relaciona de ninguna manera obvia con diferentes actitudes culturales. Nadie ha conseguido encontrar un denominador cultural común entre las lenguas que admiten sujetos omitidos, las que invierten el verbo y el sujeto en las interrogativas o las que concuerdan los adjetivos con los sustantivos. Sin embargo, es numerosa la bibliografía que estudia otros rasgos gramaticales que poseen en común las gramáticas que tienen estas propiedades”, concluyen los académicos. Tanto el manifiesto de estos lingüistas como la intervención de Bosque han sido aprovechados por la derecha española, que celebra lo que considera una rectificación de políticas instauradas por el gobierno socialista de Zapatero. Que el estatal Instituto Cervantes haya elaborado una “Guía de Comunicación no sexista” que sirvió de base a muchas de las guías criticadas por Bosque, es considerado un “ejemplo de las maniobras del gobierno de Zapatero para intentar imponer un modelo ideológico de sociedad”, de acuerdo a La Razón.

Igualmente, el católico y conservador Forum Libertas recuerda en tono de denuncia que el sindicato de Comisiones Obreras recibió del gobierno 7.000 euros para elaborar una “Guía sobre un uso del lenguaje no sexista en las relaciones laborales y en el ámbito sindical”, también criticada por Bosque.