En agosto de 2011 fuimos testigos de un acontecimiento que cambió todo lo que se pensaba hasta el momento: EEUU, la principal economía del orbe, el acreedor más confiable del mundo, el país “AAA” de las calificadoras de riesgo, puso en vilo al mundo entero cuando sus legisladores demócratas y republicanos ingresaron en un intenso debate sobre el aumento del techo de deuda. Si bien previo a esa fecha los aumentos en el tope de endeudamiento se votaban casi como un acto reflejo por los legisladores, en esa oportunidad algunas diferencias políticas -avivadas por el ambiente electoral que se comenzaba a oler en el Congreso estadounidense- hicieron que el aumento del techo de la deuda se pusiera en duda. Ello colocó a EEUU al borde de un cese de pago (default), ya que si no obtenía los recursos presupuestales emitiendo deuda, no accedería a liquidez para enfrentar sus obligaciones.

Luego, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s (S&P) resolvió bajar la nota crediticia estadounidense un escalón y quitar su preciada “AAA” (la más alta) para darle un nivel “AA+”. La agencia expresó dudas respecto de que el gobierno estadounidense pueda ser efectivo, en el mediano plazo, en abordar el pago de la enorme deuda nacional. No obstante, y salvo alguna advertencia de revisión a la baja, las demás agencias importantes mantuvieron la calificación para EEUU en su máximo nivel.

Como pasa en las películas de Hollywood, a último momento se desactivó la bomba. Cuando el plazo límite expiraba, demócratas y republicanos acordaron elevar el techo del endeudamiento de forma inmediata en 917.000 millones de dólares hasta finales de 2011 y en 2,1 billones de dólares hasta finales de 2013, y se aumentó el tope de deuda a 16,394 billones de dólares. El acuerdo también establecía la creación de un “supercomité” de congresistas formado por miembros de ambos partidos que deberían proponer en diciembre de 2011 recortes fiscales por entre 1,2 y 1,5 billones de dólares a partir de 2013. Sin embargo, este acuerdo nunca se alcanzó y se estima que próximamente pueda reabrirse el debate por el techo de la deuda debido a nuevos gastos de la administración del presidente Barack Obama (ver recuadro).

¡Ojo con el techo!

Luego del acuerdo alcanzado en agosto para aumentar el techo de deuda se estimó que el nuevo tope bastaría para que el Departamento del Tesoro atravesara sin inconvenientes el período electoral del país y entrara sin contratiempos a los primeros meses de 2013.

Sin embargo, ahora que el Congreso estadounidense aprobó extender los recortes a los impuestos sobre las nóminas laborales, ampliar los subsidios por desempleo y ratificar la previsión que impide reducir los salarios a los médicos del programa Medicare, hay más probabilidades de que el endeudamiento de EEUU alcance el techo legal antes de lo previsto, según un artículo del portal CNN-Expansión.

El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, dijo recientemente a los legisladores que incluso con la aprobación de la ley que revalida la reducción de los impuestos a las nóminas (que añadirá un déficit estimado de 101.000 millones de dólares al año fiscal 2012), no cree que el límite de la deuda sea alcanzado “hasta bien entrado el año”. Ese cálculo cubre la elección del 6 de noviembre.

En la misma línea, el Bipartisan Policy Center, que analizó déficits mensuales proyectados y otros factores que podrían jugar un papel en el endeudamiento del Tesoro, prevé ahora que el país podría tocar el techo de la deuda a fines de noviembre de 2012 y principios de enero de 2013.

Sin embargo, si el camino depara alguna sorpresa (como una desaceleración de la recuperación económica que dificulte los ingresos federales), el límite de la deuda podría alcanzarse antes del día de las elecciones, según el investigador del American Enterprise Institute, Norm Ornstein.

El principal foco de la discusión era acerca de la procedencia para la extracción de los recursos para mejorar las cuentas fiscales del país: los demócratas buscaban aumentar los impuestos a los contribuyentes más ricos, medida inadmisible para los republicanos, partidarios de recortar gastos sociales para obtener recursos.

Peor que peor

El techo de deuda se elevó en agosto, pero los problemas de deuda de la principal economía mundial no se fueron, sino que siguen estando presentes y amenazando con estallar en cualquier momento, lo que podría tener consecuencias fuertemente negativas para el resto del globo. Pese a ello, la deuda estadounidense sigue siendo un atractivo para inversionistas de todo el mundo, lo que le permite a Washington contar con préstamos a tasas muy bajas.

Luego del aumento del techo de endeudamiento en agosto, la deuda pública estadounidense alcanzó 14,58 billones de dólares, según consignó la agencia española de noticias Efe, lo que implica un monto superior al tamaño de su economía (que en 2010 fue de 14,52 billones de dólares). La última vez que la deuda estadounidense había superado su Producto Interno Bruto (PIB) fue en 1947, luego de la Segunda Guerra Mundial.

Además, de acuerdo a estimaciones realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), este año la deuda pública será el 107% del PIB norteamericano.

Peor aun, un artículo del portal web de izquierda Patria Grande, asegura que la deuda per cápita del gobierno estadounidense es peor que la de Grecia.

Allí se detalla que la oficina del senador republicano Jeff Sessions, integrante del Comité de Presupuesto del Senado de EEUU, publicó un gráfico que da cuenta de que la deuda personal de la principal economía mundial es peor que la de todas las naciones europeas, incluida Grecia, que tiene la carga más pesada de pasivo en el viejo continente. Se detalla que al cierre de enero la deuda pública ascendía a 15,419 billones de dólares, lo que lleva a que la deuda per cápita del gobierno federal sea de unos 45.000 dólares, casi 15% más que la carga de la deuda per cápita griega, de unos 38.937 dólares. El comité también advirtió que la deuda per cápita de EEUU podría aumentar a 75.000 dólares para 2020.

Armageddon

“El aumento de la deuda pública de Estados Unidos es una catástrofe que se anuncia para el mundo entero si Washington no logra solucionarlo”, advirtió el director general del IIF (cártel mundial de grandes bancos), Charles Dallara.

El directivo de la agrupación de banqueros internacionales sostuvo que “aquellos países que a veces se muestran inmaduros en su capacidad para manejar sus asuntos económicos de la forma correcta, y eso se aplica a la mayoría, se van a dar cuenta de que el mundo está en peligro”. Amplió el concepto: “Esos países esperan que los mercados les arrojen un balde de agua helada. Y sabemos que cuando eso pasa, el agua helada no es sólo para ese país, sino que puede ser para la economía global”, añadió Dallara en alusión a EEUU citado por la agencia gala de noticias AFP.

Argumentó que al analizar el déficit presupuestal estadounidense y el tamaño de su pasivo resulta “imposible evitar la sensación de que un accidente está por ocurrir, y no sólo para EEUU, sino un accidente global”.

El acuerdo alcanzado en agosto por los legisladores estadounidenses pateó para adelante la pesada pelota de un eventual default, pero el problema de la deuda estadounidense y de sus amplios déficits fiscales siguen estando presentes.

Hoy la atención se presta a un grupo de países de Europa con serios problemas para financiarse. La pregunta es qué sucedería en caso de que EEUU deje de ser visto como un destino seguro de inversiones. Nadie tiene la bola de cristal, pero no hace falta ser adivino para darse cuenta de que las consecuencias para la economía mundial podrían ser, como dijo el directivo del IIF, catastróficas.