Gabinete Caligari fue uno de los grupos más representativos de lo que se llamó Movida Madrileña, una explosión cultural que revolucionó no sólo la capital española sino, en cierta forma, a buena parte del mundo de habla hispana. Políticamente incorrectos, elegantes, románticos e indudablemente españoles, los Caligari tenían su personalidad propia hecha de referencias al after-punk británico entrelazadas con pop de raíces ibéricas y con una actitud que ha sido descripta como una mezcla de Raphael y Lou Reed. Figura de culto en algunos círculos montevideanos, su cantante y principal compositor, Jaime Urrutia, mantiene varios vínculos con nuestra capital, vínculos a reforzarse en su concierto de mañana.

-¿Cómo surge la idea del formato semiacústico que vas a presentar en Montevideo?

-Es una idea que tiene mucha gente en España. Yo siempre he sido de grupo y nunca había tocado en acústico. Surge por la necesidad, hay que decirlo. En España hay una crisis económica bestial, allí están los ayuntamientos, que desde los años 80 son los que organizan los recitales y las fiestas, sobre todo en verano -digamos que es un dinero público-, y cada artista tenía su caché y se cobraba y se hacían muchísimas actuaciones. La verdad es que eso ya hace tres años que se vino abajo, y también lo es que muchos artistas de aquí estamos haciendo un circuito más pequeño y apretarnos el cinturón con menos gastos y con todo más reducidito. A partir de esa necesidad también he encontrado una satisfacción artística; hace años, cuando empecé con Gabinete, no me imaginé que iba a terminar tocando en este plan. Así que la necesidad tiene mucho que ver: Loquillo está ahora con una gira de teatros, Ariel Roth también está haciendo esto. Y no sólo gente del rock, sino Bisbal, quien aquí es muy conocido, está también haciendo un circuito más reducido. Ya te digo: es lo que hay y la música sigue y la gente sigue queriendo escucharla. Yo tuve que estudiar todo mi repertorio, tanto de Gabinete como de mi carrera en solitario, recuperar algunas canciones que hace tiempo que no tocaba, ver cuál se adecuaba más a este formato... Es entretenido, yo me la estoy pasando bien. Y bueno, aquí en España llevamos diez actuaciones y nos está funcionando bastante bien, en espacios muy reduciditos. Ahí en Espacio Guambia estamos pensando en 200 personas o algo así.

-¿Por qué este recital en Montevideo?

-Todo se dio por Esteban Hirschfeld, de Los Mockers. Ahora se va a reeditar un disco de Los Mockers y él lo va a promocionar. Entonces, por el mes de setiembre estábamos ensayando todo esto y me dijo: “Mirá, Jaime, me voy a Montevideo en marzo y además hay una oferta buenísima en Iberia estos días y el billete cuesta 600 euros”, y yo le dije: “Vale, te acompaño”. He estado en Montevideo dos veces y es una ciudad que me encanta, tengo amigos allí. Así, Esteban me propone aprovechar la preparación de la gira y que hiciéramos allá un toque. Ahí él empezó a mover hilos y mediante Orlando [Fernández], de Sybila Vaine, quien nos va a dar una mano para hacer la actuación, al final se concretó tocar en Espacio Guambia.

-¿Conocés algo de la música de acá, más allá de Los Mockers?

-Conozco a los Buitres; los vi tocar aquí en Madrid y me parecieron un gran grupo. A través de Esteban conozco también al Negro Rada, me pasó un par de discos. Es lo que conozco y me gustó, y estando en Montevideo conocí Cadáveres Ilustres; los fui a ver y tocaban canciones de Gabinete, y conocí también otro grupo que se llamaba… se me fue la memoria, pero era un grupo de rock que se ha separado ya y que vi en 2005. Tengo dos discos de ellos que me gustan muchísimo. A ver si mientras seguimos conversando te lo puedo decir.

-En términos generales, ¿cómo ves a los jóvenes de hoy?

-[Risas] Tengo una hija de 15 años...Opino que así como mis padres no me entendían a mí, yo tampoco entiendo a mi hija. Entre los años en que yo era hijo y ahora que soy padre el mundo ha cambiado tanto, sobre todo en lo que refiere a la tecnología. En los años 80, cuando yo estaba en Gabinete, grabábamos en analógico y no había internet ni telefonía móvil ni nada. No quiero dármelas de abuelito contando batallas, pero era todo más difícil en todo sentido. Yo era fan de los Rolling Stones, de los Doors y de David Bowie, y para conseguir información suya tenía que irme a librerías y comprar libros sobre ellos, o pedirles a amigos que iban a Londres que me trajeran discos suyos que no estaban publicados en España. Era casi una labor; ahora en Google tienes todo. Habrá gente joven con talento y gente joven con poquísimo talento. La música que pone mi hija no me gusta, pero vamos, a mi padre tampoco le gustaban los Rolling Stones. Ahora los jóvenes han salido a la calle para protestar por las medidas del gobierno, y el otro día en una manifestación se vieron chicos de 15 y 16 años y la Policía ha cargado contra ellos. Para ellos hay un futuro muy negro: no hay trabajo. Hay gente aquí que está acabando la carrera universitaria y van directamente al paro. Yo tuve la suerte de vivir en la década de los 80, que fue el florecimiento social y económico en España y había dinero por todas partes. En fin, cada uno tiene su vida.

-¿Cuál es tu percepción sobre la influencia de los avances tecnológicos en la industria de la música?

-Yo estoy en una discográfica que no vende discos, amigos míos que trabajaban ahí ya no están desde hace como tres años. La música sigue allí pero han cambiado las formas de consumirla, al punto que no tiene nada que ver con lo que vivíamos nosotros. Es muy cómodo, yo tengo un programa en la computadora con el que pago diez euros al mes y tengo todos los discos del mundo. No podemos parar a los avances técnicos, es lógico, pero lo que pasa es que se ha dado todo tan rápido, en 15 años. Yo viví también el cambio del vinilo al CD; cuando a fines de los 80 salieron nuestros primeros discos en CD estaba toda aquella novedad de que tenías un disco que podías llevar de viaje. También hay un romanticismo de algo bonito también que existe, tú sabes que Neil Young, el gran cantante americano, se niega a grabar en digital porque dice que el rock tiene que grabarse en cinta. Mi último disco también lo he grabado en cinta y eso es también una forma de sentir y de vivir la vida, y ser fiel a unos principios que tienen que ver con lo que viviste. Yo escucho un disco de los Beatles y sigue sonando igual de bien, aunque esté grabado con una cinta y cuatro pistas, y que quizás suene mucho mejor que cualquier superproducción de un disco de ahora.

-Teniendo en cuenta esto, ¿qué futuro le ves al negocio de la música?

-Yo creo que el futuro ya está aquí, la gente compra mucha música por internet y la música se consume a través de la computadora y de los teléfonos móviles. El soporte físico del disco está claro que dejará de existir, excepto para los que puedan permitirse el romanticismo de sacar una pequeña edición en vinilo.

-Bueno, nos vemos en…

-Oye, espera un momentín, que estoy con el nombre del grupo aquel que te decía… coño, que me he pasado escuchando sus discos y que me gusta mucho, ellos grabaron un disco que se llama Automática.

-¿Astroboy?

-Efectivamente. Además me enamoré de ese disco, te hablo de 2005. Eran amigos de Esteban y me los presentaron, eran chavales jóvenes y me gustaría que los pusieras también.