Desde 2010, los precios de los libros electrónicos sufrieron un incremento notorio, cercano en muchos casos al 100%. Ahora el Departamento de Justicia estadounidense investiga si la causa de la suba fue la alianza tácita que establecieron cinco grandes editoriales y la compañía Apple, que por entonces, gracias a la tableta IPad, entraba al negocio de venta de e-books. En ese tiempo, Amazon -distribuidor de libros electrónicos bajo una plataforma propia, que incluye a la tableta Kindle- pasó de vender 90% a 60% de los libros electrónicos en Europa y Estados Unidos.

Las editoriales que junto con Apple son acusadas de elevar los precios de los libros son Hachette Book Group (integrado por la francesa Hachette y la rama editorial de la estadounidense Time Warner), Simon & Schuster (perteneciente al grupo CBS), MacMillan (pata estadounidense del conglomerado alemán Holtzbrinck), Penguin (parte de Pearson PLC, el mayor grupo editorial del planeta) y HarperCollins (rama editorial del megagrupo News Corp, poseedor de cadenas televisivas como Fox, cinematográficas como Twentieth Century Fox y de medios como el Wall Street Journal).

Hasta la llegada de Apple al negocio de los e-books, Amazon compraba libros al precio de un distribuidor (o de un muy buen distribuidor: cercano a 15% del valor indicado para el público) y los vendía al precio que le parecía más conveniente. A veces, este precio -sobre todo en el caso de bestsellers recientes- era considerado demasiado bajo por las editoriales, que acusaban a Amazon de hacer dumping con el fin de promocionar su propio producto físico, la tableta de lectura Kindle.

Apple, que lleva vendidos 315 millones de soportes de lectura (entre IPads, IPods y IPhones), les propuso otro trato a las grandes editoriales: que ellas fijaran el precio final que quisieran, en tanto Apple como distribuidor se quedaría con 30%, siempre que los sellos se encargaran de controlar que sus títulos no se vendieran más baratos mediante otros distribuidores (o sea, de Amazon).

Lógicamente, el cambio llevó a una suba de precios general que ahora analiza la Justicia estadounidense. La aplicación de las leyes antimonopolio de Estados Unidos puede tener consecuencias pesadas: en 1982, la telefóncia AT&T (Bell) debió dividirse en siete compañías más pequeñas para poder ingresar al negocio de la informática. En los 90, sin embargo, se intentó enjuiciar a Microsoft por su posición de dominio en las ventas de sistemas operativos y navegadores web en computadores personales con hardware Intel, sin éxito. Más recientemente, la Justicia estadounidense se opuso a una alianza entre Yahoo y Google porque desembocaría en un control casi total de las herramientas de búsqueda en internet.

A todo esto, el gremio de los escritores estadounidenses dio su respaldo a los grandes sellos. "Nuestro gobierno podría estar a punto de eliminar la verdadera competencia para salvar a la apariencia de la competencia", declaró el presidente de la Author's Guild Scott Turrow. Más notorio, el británico Salman Rushdie dijo que el sistema propiciado por Apple y las editoriales crea "precios justos que permiten que los escritores se ganen la vida", mientras que el sistema de Amazon "destruye al mundo del libro".

Un poco de cirílico

Seguramente a Rushdie no le agrade saber que tras el cierre del sitio Library.nu (ex Gigapedia) comenzaron a cobrar notoriedad otros repositorios de libros electrónicos gratuitos. Muchos de ellos tienen servidores montados en Rusia, un país que por ahora se resiste a aceptar la universalidad de las leyes estadounidenses. El más notorio de estos sitios está en http://free-books.us.to , y aunque algunas de sus botones están en caracteres rusos, la mayoría de la interfase se lee en inglés.