El Ballet Nacional del SODRE (BNS) comienza su temporada 2012 luego de dos años de intenso trabajo con dos salas recuperadas para la compañía, un cuerpo estable integrado por 68 bailarines y una programación “extensa, difícil y agradable”, según la definió en conferencia de prensa el director artístico de la compañía, el maestro Julio Bocca. A las producciones de nivel creciente se suma la adquisición de equipamiento propio para el ballet, oficinas nuevas, un sistema de aire acondicionado, otro antiincendio y una unidad de fisioterapia para los bailarines.
El SODRE, y particularmente su ballet, también dan la bienvenida a un fideicomiso recientemente creado por la Rendición de Cuentas para fomentar el desarrollo de las actividades culturales de la institución, que estará funcionando en aproximadamente cuatro meses. Según el presidente del Sodre, Fernando Butazzoni, este fideicomiso implicará una mejora en las capacidades operativas de la institución en general y muy particularmente de los espectáculos artísticos.
En este clima de buenas nuevas para la institución llega la más reciente producción del elenco estatal. La bayadera es una pieza compleja desde el punto de vista artístico, técnico y coreográfico, y representa una gran exigencia para todo el cuerpo de baile.
Reino de las sombras
Desde el punto de vista argumental, La bayadera es, como gran parte del repertorio clásico romántico, una historia de traición, amor, odio, venganza y muerte. Ambientada en la India, relata la tragedia de la bayadera Nikiya.
Orientalismo
El poeta Théophile Gautier quedó prendado por los encantos de una bayadera llamada Amani, que formaba parte de una agrupación en gira por Europa. El poeta escribió el ballet Sacontalá, estrenado en 1858 y escenificado por Lucien Petipa, hermano de quien luego se inspirara en este ballet para realizar La bayadera. Marius Petipa se inspiró en dos poemas en sánscrito de Kalidasa, Sakuntala y La carrera de arcilla. Junto con Sergei Kuschelok se ocuparon del libreto, en tanto el encargado de la música fue Ludwig Minkus.
La obra se estrenó en el teatro Mariinski de San Petersburgo el 23 de enero de 1877. Bailó Lev Ivanov, quien luego se convertiría en una de las figuras cimeras de la danza clásica.
El ballet ha pasado por ciertas modificaciones, como la reducción de su cantidad de actos, pero sin modificar la esencia de la obra.
En 1974 Makarova montó El reino de las sombras con el American Ballet, en lo que fue la primera vez que parte de La bayadera se montó en Estados Unidos; su aclamada versión integral llegó en 1980 con la misma compañía.
Las “bayaderas” -también llamadas devadasi- eran las mujeres consagradas a la danza por la religión, que participaban con sus bailes y cantos en ceremonias sagradas. Los navegantes portugueses las llamaron “bailadeiras” de donde derivó la forma “bayaderas”, explica la gacetilla del BNS.
Nikiya se enamora del príncipe Solor, quien está obligado a casarse con la hija del rajá gobernante, la malvada Gamzatti, que no dudará en matar a la bayadera para llegar al altar de la mano del príncipe. Además, se involucran el rajá gobernante y el gran brahmán, un sacerdote que también pretende a Nikiya.
De todos modos, lo central de este ballet no es el argumento sino su coreografía, no exenta del toque de exotismo proveniente de la seducción que ejercieron las visiones de Oriente en el maestro francés Marius Petipa (1818-1910). El modo en que debe ser bailada requiere una musicalidad extraordinaria por parte de sus intérpretes, en una serie de movimientos que van de lo simple a lo más complejo.
Una de las secuencias más impactantes de la pieza tiene lugar cuando Solor, estimulado por el opio, sueña que Nikiya baila para él una última vez desde el reino de las sombras (algo similar a lo que experimenta el príncipe Albretch en un pasaje de Giselle, cuando baila con los espectros de las novias que murieron vírgenes). Allí, 24 bailarinas descienden en complicada secuencia de arabesque por una rampa a un costado del escenario.
La crítica Arlena Croce escribió acerca de ese pasaje en un artículo de The New Yorker titulado “Makarova’s miracle” (El milagro de Makarova): “El sujeto de El Reino de las Sombras no es realmente la muerte, aunque todos allí excepto el héroe están muertos […] La larga, lenta y repetitiva secuencia de arabesque crea la impresión de un gran crescendo que parece aniquilar el tiempo. No hay razón para que no pueda seguir por siempre […] Los ballets pasan las generaciones como leyendas y adquieren una pátina de ritualismo, pero La bayadera es realmente un ritual, un poema sobre la danza, la memoria y el tiempo”.
Prima ballerina
Otro de los atractivos de este ballet en tres actos, que se presenta en forma completa por primera vez en Uruguay, es que fue montado en Montevideo para el BNS por la legendaria Natalia Romanovna Makarova (a la que alude Croce en su reseña). Representante de la más pura vertiente de la danza clásica, Makarova fue la primera bailarina del ballet Kirov a partir de 1960 y hasta 1970, cuando solicitó asilo político en Londres para luego formar parte del American Ballet Theatre de Nueva York y del Royal Ballet de Londres. Desde su retiro como prima ballerina assoluta, se ha especializado en reponer obras de fuerte tradición clásica y se ha labrado la reputación de ser sumamente estricta con cada detalle.
La nueva producción tiene además impecables vestuarios que fueron adquiridos en Estocolmo por el BNS y el plus de que será llevada a escena junto con la Orquesta Sinfónica del SODRE (Ossodre), complemento ideal para una pieza de estas características. Entre los artistas invitados figuran en el elenco Roberta Márquez, del Royal Ballet of London, Arionel Vargas, del English National Ballet y Arsen Mehrabyan, primer solista del Royal Swedish Ballet, que compartirán escenario con nuestras primeras figuras y el resto del elenco. En todo sentido se trata de una obra que, como mencionó Bocca, hará subir otro peldaño a la compañía estatal.