-Podríamos decir que Chão es experimental y minimalista.

-Creo que es un disco que se diferencia de todos mis trabajos anteriores. Lo que más lo distingue es la ausencia de batería y percusión. Digamos que descubrí la posibilidad de usar los sonidos cotidianos que me rodean para cumplir con la función rítmica. Además, es un disco mínimo, como vos decís, un disco de silencios y pausas en el que se destaca la desnudez. Ése es el nivel de exposición, en él tengo la impresión de estar desnudo, y no por casualidad en la portada aparezco desnudo con mi nieto sobre el pecho, es una foto de un álbum familiar tomada por mi esposa.

-También participa tu hijo.

-Sí, también. Pero te quería contar otra característica importante del disco. Cuando lo adaptamos para llevarlo a escena descubrimos que se adaptaba mucho a la concepción del sonido surround 5.1. Esto vino como anillo al dedo y conseguimos provocar en la audiencia una experiencia sensorial diferente.

-Claro, pero también estamos hablando de que suplís la percusión o parte rítmica por un pajarito afinado, el latido de un corazón y una motosierra, entre otras cosas.

-Sí, una máquina de lavar, el sonido de las chicharras, etcétera. Cuando fui a grabar la primera canción compuesta, “Amor é pra quem ama”, la puerta del estudio estaba entreabierta y se coló el canto del pájaro -muy hermoso-, y ahí descubrí que el sonido cotidiano podía cumplir la función rítmica de las canciones. A partir de ello compuse las otras canciones imaginando los sonidos cotidianos que las iban a arropar.

-¿Hay relación con la música experimental de Tom Zé? Pienso en las enceradoras que él usa.

-Bueno, el proyecto dialoga con muchas expresiones. En un primer momento hay un diálogo con la música concreta -Pierre Schaeffer, John Cage, Pierre Henry-, pero también Frank Zappa, Hermeto Pascoal y Tom Zé.

-Tu música se relaciona mucho con la música regional, fundamentalmente con el nordeste, de donde venís, pero, ¿cómo puede ser que hayas estado tanto tiempo sólo interesado en la música extranjera?

-Descubrí desde muy temprano que mi música tenía características de hibridación. Después, para un brasileño o incluso para un uruguayo es posible identificar en mi trabajo lo que tiene de regional, pero cuando estoy tocando en Ucrania, Japón o Inglaterra esos elementos se pierden. Creo que las personas de fuera de Brasil identifican en mi trabajo lo que tiene de no brasileño. Para el que tiene información es fácil identificar las cosas.

-Sí, pero, ¿sos consciente de que tu música puede estar generando elementos regionales en música extranjera? Me refiero a gente joven que escucha Lenine y al componer utiliza elementos regionales como propios.

-Sí, pero también es posible que un uruguayo que ha oído una canción mía no cantada por mí la confunda con una murga, cuando es un maracatú. La cadencia es la misma, la síncopa es la misma, entonces depende de la observación y de la información que se tiene acerca de las cosas.

-Igualmente estamos hablando de que la cultura nordestina es sumamente híbrida, con elementos africanos, holandeses, portugueses y españoles.

-Pero, sobre todo, árabe, mora, por vía de la península ibérica.

-Y es un faro muy importante e independiente dentro de Brasil.

-Es verdad que hoy es la región que más ha contribuido culturalmente en el país, como también lo es que vivimos durante mucho tiempo una época medieval. Ahora hay como un gran exorcismo.

-Sobre todo a la sombra del samba, la bossa nova y el tropicalismo para el exterior del país.

-Claro, y nosotros estamos para poner la bossa en el ventilador...

-Contás que cuando te hicieron escuchar en los primeros años de facultad a Jackson de Pandeiro pensaste que no lo conocías y resultó que sabías todas sus canciones.

-Recuerdo claro, porque había participado de mi educación la música brasileña por medio de mi papá, y no sólo la brasileña, la música del mundo. Mi papá -que aún vive, igual que mi mamá- es un gran anacronismo, porque es un socialista que todo el tiempo está hablando de lo divino, él no cree en Dios pero percibe lo divino en todas las cosas. Por contrapartida mamá es católica pero macumbera; de ahí la confusión que me crearon.

-La mixtura venía desde el inicio.

-Hasta los ocho años mis hermanos y yo teníamos que ir a misa con mamá obligados y mi papá no iba. Pero papá dijo que cualquier ser humano a los ocho años está en condiciones de optar por la conexión con lo divino. Entonces él decía: “Mamá va a la iglesia porque cree que allí se da la gran conexión; papá no, porque cree que la música es la gran conexión con lo divino”. Entonces todos los hermanos cuando fuimos cumpliendo ocho años dejamos a mamá para quedarnos con papá escuchando música en casa... ¡Es todo culpa de la iglesia!

-Igualmente, por medio de la iglesia conocés todos los ritmos folclóricos, las melodías de la región.

-Sí, por eso es que tuve una universidad musical, pude oír todo, los clásicos, los eruditos, Mario Lanza y otros del estilo junto con Jackson do Pandeiro, Luiz Gonzaga, Ciro Monteiro, Elizeth Cardoso. La cuestión es que yo no quería ir a la iglesia, entonces me quedaba en casa escuchando todo eso. Hoy entiendo que mi música es un reflejo de tal experiencia.

-Cada vez que publicás un disco nuevo generás giras y ediciones por tres continentes.

-Tuve la suerte de descubrir temprano que mi música tiene un pasaporte o un salvoconducto que me permite dialogar con la música del mundo. Desde Olho de peixe [1993] comencé a hacer giras por todo el mundo, y no hay diferencia ninguna, es así hasta hoy. Pero han cambiado muchas cosas porque ahora Brasil tiene una economía muy estable y eso implica que los grandes artistas del mundo pasan por aquí en sus giras; eso nos ha dificultado mucho tocar en Brasil. Además, han cambiado las cosas y no hay mucho interés en girar afuera, porque las cosas están muy caras y no todos pueden salir. Hace unos años era fácil para nosotros hacer giras por Europa, en Brasil, o incluso por los países vecinos. Yo, por suerte, aún puedo seguir haciendo esas giras incluyendo Europa, Japón y las Américas.

-Lo que sí ha cambiado es la relación de inmediatez y las fronteras con los fans gracias a internet y a fenómenos como el streaming, que hacen que puedan enterarse de lo que hacés tanto en Brasil como en Japón al mismo tiempo.

-Totalmente, pero incluso antes de internet yo ya tuve eso, aunque la propagación de la música no era tan rápida y la banda todavía no era ancha.

-Pero hoy en día el fan extranjero puede ser más fan que tu vecino.

-Claro, desde un comienzo entendí que lo que importaba acerca de mi trabajo eran las personas a las que mi trabajo tocaba, entonces internet fue una herramienta muy importante para mí y todo lo que hago es pensando en esas personas, las que acompañan en el día a día por la web y las redes sociales. Además, produzco mucho material exclusivo para ellos: ya tengo varias canciones a las que sólo acceden quienes se registran en el sitio. Entiendo la dimensión de lo que significa.

-No es necesario hablar de la industria: por lo que me decís todos los avances de la tecnología incidieron en el comportamiento del músico.

-¿La industria?, ¿qué industria? Nunca en el mundo se ha consumido tanta música como ahora, es una gran paradoja. Yo nunca tuve una industria; abrí un camino que yo mismo pavimenté. La industria en mi caso no incidió en el reconocimiento y la popularidad de mi trabajo.

-¿Más allá de que tus discos se hayan editado por compañías como Sony o Polygram?

-Sí, pero yo produje todo sin nada y cuando se cerraban los proyectos podía vender o licenciar. Así fue desde el comienzo.

-¿La banda sonora de las telenovelas sigue siendo el mejor vehículo para una canción en Brasil?

-Creo que sí, es una ventana muy interesante para la producción musical brasileña, casi la única que hay. Es que es algo muy grande. Pero, ojo, también te quiero decir que muchas de las composiciones que hago a las telenovelas no salen en mis discos, a no ser que ya estuvieran en anteriores y migraran a las telenovelas. Lo que hago es tener una producción que se llama “puntodoc” en mi sello, en donde dispongo físicamente de las canciones para que la gente las pueda comprar, porque de otra forma sólo están en los discos de las novelas. Por lo general, para las canciones de las telenovelas compongo a pedido sobre un briefing o una sinopsis; es un trabajo enteramente de compositor.

-Hablando de componer, tenés a tu disposición un abanico de parceiros. ¿Cómo funciona? ¿Te traen letras, músicas?

-Depende del objetivo de la canción y también del parceiro. Por ejemplo, cuando compongo con Paulo César Pinheiro, Sérgio Natureza o Carlos Rennó, que son poetas o trabajadores de la palabra, es natural que mi participación sea musical, pero cuando voy a trabajar con Ivan Lins, Francis Hime o Frejat es natural que si me llega una melodía mi participación sea por la poesía. Pero también hay parceiros como yo que trabajan con letra y música; el caso de Lula Quiroga o Bráulio Tavares, que en ese caso es muy confuso, digamos que es promiscuo, y cada uno aporta en todo.

-Tu show en Montevideo es la presentación de tu último trabajo. ¿Qué nos podés adelantar?

-Bueno, el disco Chão tiene sólo diez canciones, pero el espectáculo tiene 24. La verdad es que pude incorporar más temas de mi trayectoria pero sólo los que se adecuaban a este formato, al universo de la pausa y el silencio.

-¿Decís que no habrá lugar para “Jack soul brasileiro”?

-¡Sí! Hay sí, pero será otro “Jack soul”, adaptado a este formato, que cuenta con la apropiación de las herramientas del surround 5.1 que me ayudan a recrear mi sonido cotidiano. La imagen y el cine se apropiaron del 5.1 y es una herramienta de la música, no entiendo por qué nosotros los músicos no investigamos más al respecto en ese tipo de sonido. Para mí, era un deseo que ahora estoy concretando y estoy muy satisfecho con lo logrado.

-Sos fanático de las orquídeas. ¿Hay buenas orquídeas en Uruguay? ¿Te llevás una de cada lugar que visitás?

-Sí, muchas y muy buenas, pero solamente compro en Brasil por las enfermedades fitosanitarias. Cuando estoy de viaje voy por los biomas o nichos para ver las orquídeas en su hábitat. Quisiera hacerlo ahora en Uruguay.