En abril, el escritor Günter Grass publicó el poema “Lo que debe decirse”, en el que cuestionaba duramente la política exterior israelí, y cosechó algunos apoyos, muchas críticas y el estatus de persona non grata en el Estado judío. El sábado, el Nobel de Literatura 1999 hizo lo propio con las medidas económicas y políticas que la Unión Europea busca imponer en Grecia, al publicar en el Süddeutsche Zeitung un poema titulado “La desgracia de Europa”.
Allí ataca a la corriente, encabezada por la canciller alemana, Angela Merkel, que sostiene que la única salida para los helenos es la austeridad. Grass apela al pasado antiguo y al papel fundacional que la cultura griega desempeña para la idea de Europa. Las imágenes más fuertes de su poema invocan al doble poder del veneno con el que Sócrates fue obligado a quitarse la vida. Asimismo, Grass alude a las especulaciones que indican que Grecia podría quedar afuera de la Unión.
Pero si con su poema de abril Grass consiguió sacudir a la opinión pública de su país -una encuesta reveló que, efectivamente, casi la mitad de los alemanes creían que Israel era el mayor peligro para la paz mundial-, ahora la repercusión de sus versos fue más bien escasa. Tal vez tenga que ver con la percepción de los germanos acerca de cómo manejan su economía y cómo lo hacen los demás países de la Unión, o tal vez con el hecho de que una de las líneas de “Lo que debe decirse” afirmaba que el poema estaba escrito “con la última tinta”. Sin embargo, Grass, de 84 años, parece seguir dispuesto a tomar la pluma para sacudir a la opinión pública.
Va aquí una traducción apurada del poema.
La verguenza de Europa
Cerca del caos, por incompatibilidad con el mercado
te alejas del país que te acunó
Aquello que buscabas para encontrar con el alma
ahora tiene precio de chatarra
Desnudo, como un criminal puesto en el cepo por deudas
el país al que solías agradecer sufre
Un país condenado a la pobreza, cuya riqueza decora bien
tus museos habitados por el saqueo
Hoy golpeas al país; ya tus soldados ocuparon una vez sus bellas islas
portando poemarios de Hölderlin en sus mochilas
Ese país ahora apenas tolerado
cuya dictadura de coroneles supiste tolerar como aliados
Un país sin derechos, al que le aprietan y aprietan el cinturón
los que instituyen los derechos por la fuerza
Antígona te desafía vistiendo de negro en todo el país
la gente que te hospedó se pone de luto
Sin embargo, en el extranjero, los seguidores de Creso
han vaciado sus arcas de todo lo que brilla como oro
¡Bebe, al fin, bebe!, gritan tus Comisarios
Pero Sócrates te devuelve la copa rebosante
Te maldecirán en coro -algo que te es tan propio-
los dioses cuyo Monte Olimpo quieres robar
Te perderás espiritualmente sin el país
cuyo espíritu te inventó, Europa.