El jueves 10 de mayo último el profesor Nicasio Perera San Martín dio una charla-conferencia en el salón “Julio Castro” de la Biblioteca Nacional, promovida por esa institución. Perera San Martín es doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de Poitiers, Francia, donde reside desde hace años. Vino a Montevideo a anunciar que Florencio Sánchez nunca utilizó el seudónimo “Jack the Ripper”, y en consecuencia ninguno de los al menos 34 artículos y cuentos publicados en la revista La Alborada entre 1900 y 1902 le pertenecen; tampoco los cinco incluidos por Julio Imbert en su libro Florencio Sánchez: vida y creación (1954), extraidos del semanario El Sol (1900-1901) y de la revista Caras y Caretas (1901), reproducidos en las obras completas del dramaturgo uruguayo editadas por Cúneo, Lafforgue y otros. Dijo que ese seudónimo perteneció a un escritor y periodista ecuatoriano llamado José Antonio Campos, con lo que corregía así un equívoco de casi cien años (El argentino Mertens afirmó el 7 de noviembre de 1913 en la revista Fray Mocho que Florencio Sánchez firmaba “Jack the Ripper”, dato que Perera San Martín refirió de manera genérica pero no detalló). Explicó que en uno de los artículos titulado “Oros son triunfos”, y en otros, la anécdota, el lenguaje y las referencias, aluden inequívocamente a un universo guayaquileño y señalan la autoría de un escritor originario de esas latitudes. En Ecuador, confesó que le fue fácil ubicar textos del referido autor porque, en su época, fue prolífico e inundió las páginas del periódico El Grito del Pueblo y sus textos fueron reproducidos, con variantes lexicales y cambios de títulos, al menos en Argentina y Chile. Reconoció, al final, que Fernando García Esteban había anunciado que el seudónimo “Jack the Ripper” no era de Sánchez (aunque tampoco dio detalles, cabe consignar que García Esteban dijo esto en 1939 y lo reiteró en 1970, en la primera y segunda edición de su libro, Vida de Florencio Sánchez), y que Roberto Ibáñez reiteró esta convicción pero que no había referido a la crítica ni a textos publicados en la Argentina, ni a Julio Imbert, de manera “explícita”, ni había ido “más allá”. Mintió. Ibáñez sí mencionó a la crítica y a los textos publicados en Argentina, sí mencionó de manera directa a Julio Imbert y sí fue “más allá”. Publicó en el Nº 11 de la Revista de la Biblioteca Nacional de Montevideo correspondiente al mes de octubre de 1975 un artículo titulado “Florencio Sánchez. Aportes y enmiendas a su biografía”. En este afirmó:

1.- Que Florencio Sánchez nunca utilizó el seudónimo “Jack the Ripper”.
2.- Que los cinco artículos firmados con dicho seudónimo y reproducidos por Julio Imbert en 1954 no corresponden al dramaturgo compatriota.
4.- Que ninguno de los artículos firmados “Jack the Ripper” y publicados en la revista montevideana La Alborada corresponden a Florencio Sánchez, y dio seis ejemplos que consideró suficientes: “La cabeza del negro”; “Oros son triunfos”; “Rayos catódicos”; “Abrazos paternales”, “Mi pariente” y “Cencerrada candilesca”.
3.- Que el referido seudónimo correspondía a un periodista ecuatoriano.

Cito tres párrafos de Ibáñez:

Varios estudiosos creyeron o sentaron el hecho, Julio Imbert como nadie, que Sánchez, además de prohijar tempranamente el seudónimo del especializado asesino ingĺes –”Jack the Ripper”–, se aplicó durante años a la explotación literaria del truculento tema. Imbert, en efecto, incorporó a su ya invocado libro, después de insistentes e inconsistentes aseveraciones en el texto, un “Apéndice” seguido de un subtítulo inexplicable: “Páginas de Florencio Sánchez”, suma de seis artículos, uno, de pocas líneas, auténtico (suscrito por el uruguayo como Luciano Stein) pero cinco ajenos que llevan al calce, con la indicación de la fuente usada, el seudónimo avieso: “Jack the Ripper”. Sánchez, lo reitero, jamás firmó de esa manera”. [...]
El referido “Jack the Ripper” [...], gastaba una lengua literaria celosamente castiza, mientras Sánchez, como periodista, se valía de la lengua coloquial, en que descollaba, según lo ilustra su mejor teatro, a  favor de la espontaneidad y la llaneza.[...] 
“Jack the Ripper” era hombre de otras latitudes y peculiaridades. Lo acreditan sus giros, sus modismos, su vocabulario, la ausencia del vos, el abuso de latines, sus temas, sus alusiones, hasta su onomástico (Simplicio, Cosme, Cástulo, Restituta...). ¿Quién era ese personaje? Pues un borrajeador del Pacífico, un ecuatoriano, inequívocamente, un cronista guayaquileño, en definitiva (Subrayado nuestro) (13-14).

Ahora, Nicasio Perera San Martín nos ofrece el nombre de ese periodista y escritor ecuatoriano: José Antonio Campos. Ese es su aporte. Todo lo demás, ya había sido anunciado por García Esteban y, en especial, había sido confirmado y fundamentado por Ibáñez, hace 37 años, en la revista de la misma institución en que se produjo el anuncio. Ibáñez, además de dar los títulos de los artículos mal atribuidos, a su juicio, a Sánchez, citó frases, expresiones, analizó temáticas y referencias ecuatorianas. En “Oros son triunfos”, el autor, según Ibánez, elogia la defensa que hizo su “buen amigo D. Jaime Puig Verdaguer de los literatos ecuatorianos Llona, Borja, Cardoso, Pallares Arteta, etc., agredidos por el cubano Bobadilla, y expresa que éste ha criticado de ese modo groseramente a “nuestros mejores poetas” (No los del Plata, por tanto)”. Cita, y argumento, que ahora Perera pretende incorporar a la fundamentación de lo que ha sido difundido como su “descubrimiento”. 
Como se ve, todo, salvo el nombre y apellido del escritor ecuatoriano, había sido dicho por Ibáñez. Así se lo advertí al profesor Perera en la conferencia del jueves. Se sorprendió, y acusó a Ibáñez de soberbia –por calificar al escritor ecuatoriano de “borrajeador”– y de haber afirmado que  Sánchez había sido un “sifilítico”. Salió por la tangente. El hecho es que, al menos en la charla del jueves, Nicasio Perera San Martín pretendió adjudicarse detalles de un “descubrimiento” que pertenece a Roberto Ibáñéz. 
La investigación literaria es un diálogo, un debate y una sumatoria. Bernardo de Chartres afirmó que “somos enanos que caminamos sobre hombros de gigantes”. Perera San Martín anuncia la publicación de los resultados de su investigación en alguna prestigiosa revista del universo literario. Espero que allí cite y refiera con honorabilidad e imprescindible detalle y completud a quienes han realizado aportes antes que nosotros.