En la víspera, técnicos del MGAP protagonizaron una jornada informativa sobre el sector forestal, en la que el director del área, Pedro Soust, señaló que el objetivo de la actividad consistió en “acercar el tema forestal, hacerlo más popular y quitar las estigmatizaciones”. El área declarada prioridad forestal es de 4.180.827 hectáreas, superficie que representa algo más de 25% del territorio productivo del país. En 2010, la superficie de bosque plantado con estos fines era de 885.441 hectáreas, lo que deja un importante margen de crecimiento para el sector. Sumado a ello, se vislumbran buenas perspectivas para la demanda internacional de productos derivados de la madera, como la madera en rollo industrial, que se proyecta que alcance en 2020 los 2.164.000 metros cúbicos anuales, de acuerdo a un informe elaborado por el Instituto Uruguay XXI (ver http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/1/buena-madera/ ).

A partir de la política nacional forestal, en 2005 se eliminaron subsidios, fue modificado el reglamento de suelos de prioridad forestal, se eliminó la exoneración al impuesto a la renta y las contribuciones inmobiliarias de proyectos que no involucren madera de calidad y se adjudicaron beneficios para suelos prioritarios.

La prioridad forestal de los suelos supone una caracterización “política”, aunque no así la aptitud del suelo, que implica un matiz “científico” en su definición, explicó la experta Mariana Hill, del MGAP. Los estudios que se llevan adelante desde la DGF señalan que en los suelos de los departamentos de Tacuarembó y Rivera se registra aptitud, dadas sus condiciones de “muy arenosos, ácidos y tienen aluminio”, explicó la especialista. La aptitud demostrada por las variables científicas fue lo que determinó que dichos suelos se propusieran como prioritarios para la producción forestal.

Los suelos determinados prioritarios para dicha producción representan determinados beneficios para los productores que los usan, y van desde la disminución de tributos hasta la obtención de certificados de calidad que facilitan la exportación a través de la mejora del precio. Recientemente, la dependencia ministerial comenzó a elaborar una nueva cartografía que suscitó algunas dudas con respecto a los territorios beneficiados como prioritarios. El sistema de caracterización de suelos, implementado en 1970 por la Comisión Nacional de Estudio Agroeconómico de la Tierra (Coneat), conocido como índice Coneat, permite a los productores presentar una impugnación con el objetivo de pasar a integrar el grupo de beneficiarios. “En el caso de que los propietarios quieran recategorizar el índice, se presenta un proyecto a la Dirección de Suelos. Cuando salió la ley se hicieron muchísimas impugnaciones. Eso obedece a un criterio puramente técnico: se va al campo, se compara con un suelo de prioridad forestal, y si es pertinente se han dado, y si no es pertinente no se han dado”, explicó Hill.

A pesar de los esfuerzos de los minuciosos estudios sobre los suelos, la ingeniera del MGAP admitió al respecto: “No tenemos hoy una regionalización de la actividad que se haya medido en función de la productividad del suelo”.

De primera mano

La DGF asume el cometido de difundir las virtudes de la complementación entre la producción ganadera y la forestal entre los pequeños y medianos productores. La producción forestal, según la técnica, aporta “refugio del sol y de los temporales para el ganado. A la producción de carne y leche se suma la madera, [que] es un rubro más. Ese esquema es beneficioso y acá se ve como negativo, por eso la cuenca lechera está prohibiendo forestar en vez de buscar los puntos de contacto”.

Soust, a su turno, indicó que la DGF, con relación al uso de agroquímicos, tanto en la producción como en el control de plagas, está actualizando el Manual de Buenas Prácticas en conjunto con la Universidad de la República, el Laboratorio Tecnológico del Uruguay y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. “Se está actualizando el Manual de Buenas Prácticas, que contemplará aspectos como las fertilizaciones que se hacen solamente una vez en la vida del árbol, en los diez años, los controles de hormigas y cómo se trata el suelo” detalló el jerarca.