No es de extrañar que el “affaire Dreyfus” le haya resultado un tema atractivo a un director judío e injustamente (en su opinión) perseguido por la ley. El caso del capitán Alfred Dreyfus fue un claro indicador del crecimiento del antisemitismo europeo -que eclosionaría en la Segunda Guerra Mundial- a fines del siglo XIX.

Dreyfus era uno de los pocos oficiales de ascendencia judía en el Ejército francés y fue condenado a prisión de por vida en las terribles cárceles galas de las Guayanas, acusado de haberles vendido secretos militares a los alemanes. La acusación era evidentemente falsa, pero el antisemitismo de los militares franceses produjo que se demoraran varios años antes de que Dreyfus fuera liberado y los auténticos culpables, juzgados, algo que se dio fundamentalmente gracias al rol que cumplió el escritor Émile Zola, que denunció la injusticia en un ahora legendario artículo titulado “J’accuse” (yo acuso), que sumó a otros intelectuales como Anatole France y Georges Clemenceau en lo que se considera el nacimiento del concepto “intelectual comprometido”. El escándalo generado por Zola y los suyos redundó en la liberación y la renuente reivindicación del militar francés, así como en la prisión de algunos de los que lo acusaron y falsificaron pruebas.

Una historia ideal como para ser tratada por el director polaco, quien ha declarado que tiene la idea de hacer una película sobre Dreyfus desde hace tiempo, pero que recién ahora parece tener la posibilidad de llevarla a cabo, algo que realizará bajo el nombre D. “Uno puede mostrar la absoluta relevancia del caso Dreyfus -declaró Polanski- con lo que sucede hoy en el mundo, el viejo espectáculo de la caza de brujas a una minoría, paranoia por la seguridad, tribunales militares secretos, agencias de inteligencia fuera de control, montajes gubernamentales y una prensa feroz”. Como se sabe, Polanski es hasta el día de hoy un prófugo de la Justicia estadounidense a causa de la relación sexual que mantuvo con una menor en los años 70, causa por la que aún sigue proscripto en el país del norte a pesar de haber sido perdonado públicamente por la menor -ahora ya una mujer adulta- en cuestión.

De cualquier forma y más allá de la relevancia política actual que pueda tener el caso, Polanski adelantó que su film no tendrá el formato de un alegato, sino el de un thriller, el de una historia de espías, traiciones y falsificaciones que, además, está basado en un hecho tan real y significativo como el caso de Alfred Dreyfus, que ayudaría a recordar lo que fue el comienzo de una forma de compromiso por parte de los artistas que hoy en día parece una costumbre del pasado. Para elaborar el guión, Polanski contará con la ayuda del escritor Thomas Harris, de quien ya adaptó para la pantalla grande su best seller The Ghost Writer, novela que en cierta forma también trataba de las posibilidades de persecución injusta en el mundo actual.