A la medianoche del sábado un grito de silencio impulsado por la rebeldía, el enfado y la indignación, vestido con pañuelos blancos, que agitados exigieron el cese de la violencia económica y las guerras, marcó el fin de una demostración pública de más de 30.000 personas concentradas en la Puerta del Sol, en Madrid. A su vez, comenzó lo que sería una larga agenda de actividades durante los tres días siguientes. “Los que estamos aquí es porque queremos un cambio” fue la consigna más popular. Pero, ¿a qué se refieren con un cambio? Porque el término es muy general, y los cambios suelen ser muy específicos. Los cambios siempre asustan, ya sean para bien o para mal, y la primera reacción frente a él es el miedo. La referencia es “una sociedad marcada por el miedo”, dijo un orador, miedo a no encontrar un trabajo y a perderlo si se lo tiene, pero hay que ser valientes y superar el miedo. “Seremos invisibles y podremos cambiar el mundo”, propuso. Cambiar el mundo no es fácil, aunque la escena esté en España, donde un dicho popular reza: “una caña [cerveza] y cambiamos el mundo”.

Es que España no está bien. Si imaginamos a un paciente cardíaco, la economía del país está en terapia intensiva, y un marcapasos no le daría solución. Dentro de la Unión Europea (UE), España, según datos de Eurostat (agencia estadística del bloque), marca el liderazgo en desempleo con 24,1%, donde más de la mitad (50,5%) de los jóvenes menores de 25 años está parada. Más de 5.600.000 desocupados y 1.700.000 familias con todos sus miembros desocupados. Aunque la cifra podría aumentar si hubiese forma de contabilizar a las familias inmigrantes en situación irregular, quienes son en gran medida el colectivo que más está sufriendo la crisis, sin derecho a protestar.

Los españoles continúan indignados y quieren que el mundo lo sepa. No se callan, protestan, acuden a las calles y logran una participación masiva a las convocatorias, algo que no logró ningún partido político ni sindicato español. Discusiones, charlas, asambleas barriales, información y trabajo fueron desarrollados durante uno de los peores años en mucho tiempo para el desempleo y la economía del país ibérico.

Un trabajo realizado, detrás de lo mediático, por un movimiento que, según Carlos García, integrante de la comisión Economía Sol, no tiene apoyo político ni ingresos económicos aparte de los generados entre sus integrantes. Se ha convertido la indignación inicial en iniciativas locales mediante el trabajo de las asambleas en los barrios, los debates, propuestas y también la existencia de proyectos alternativos como cooperativas de empleo, mercado social o auditorías de la deuda. “El movimiento no sólo se queda en la denuncia, no es sólo teoría, sino que se llevan a la práctica los motivos de indignación de la gente”, asegura.

La asambleas específicas del movimiento, tanto de Economía y Sanidad como de Educación, surgieron del interés popular por un determinado tema, junto con la necesidad de formar grupos con intereses comunes. Las redes sociales han sido fundamentales a la hora de movilizar, informar y difundir la información generada. El detonante de la indignación de un pueblo que vislumbra escasas esperanzas de mejora y repite con frecuencia creciente “me voy a Alemania a buscar trabajo” radica en la reforma laboral y su visible pérdida de beneficios para los asalariados: se flexibiliza entre otros el despido, disminuye el sueldo en base a la subida del IRPF desde febrero, aumenta el IVA para 2013, aumenta la edad para jubilarse hasta 67 años y 37 cotizados -con el apoyo de los sindicatos-. Se suman los recortes en Educación y Sanidad, dos pilares para la vida de la población, justificados por el gobierno de Mariano Rajoy en la urgencia de reducir la deuda nacional, agregándose el millonario rescate de los bancos cuando grandes colectivos caen dramáticamente en sus condiciones materiales de vida.

J’Accuse

Entre los carteles y pancartas portados por los activistas sociales abundaba el categórico “no”: a los impuestos, a los recortes, a los políticos, a la violencia, pero sobre todo “no al rescate de los bancos”. “Tú botín, mi dinero”. “Bancos usureros”. “Dinero de Sanidad, a bancos no!”. “No más rescates, con mis recortes”. “La banca manda, el pueblo obedece ¿quién les parará”. “Hay dinero para Rato” (Rodrigo Rato, político y economista, quien ocupó el cargo de ministro de Economía durante el gobierno de José María Aznar, entre 1996-2004, y dirigió el ahora nacionalizado grupo financiero Bankia hasta el 7 de mayo, día en que renunció). “No a la estafa de Bankia”. “Expropiar toda la Banca bajo control social”. “No recortarán nuestros sueños” y muchas consignas más reiteraron una extendida negativa a los ajustes fiscales y las transferencias del trabajo al capital.

La crisis financiera y el rescate de los bancos por el Estado estaban latentes. El viernes11, el gobierno había anunciado un rescate millonario para Bankia, una de las principales entidades financieras españolas, nacida de la fusión de siete cajas regionales de ahorro del país: Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja Ávila, Caja Segovia, Caixa Laietana y Caja Rioja. Así, 10.000 millones de euros fueron a parar a Bankia, sumados a los 30.000 millones de dinero público destinado antes al rescate de entidades financieras desde el comienzo de la crisis. Unas medidas que fueron aplaudidas por el responsable de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, según quien “deberían disipar las dudas persistentes sobre la estabilidad del sector bancario español”.

La gente observa, piensa, valora y reflexiona. ¿De dónde saldrá este dinero? Del bolsillo. Y no precisamente de los ricos sino de la clase trabajadora, que se aprieta el cinturón doméstico semana a semana, año a año y día a día. De ahí que la gente proteste, porque entre tantos derechos perdidos, y tanta regresión social, va quedando la voz para recordar y pedir explicaciones del cómo, el dónde y el porqué de la crisis. ¿Qué ha desencadenado esta crisis económica? El periodista español Iñaqui Gabilondo (El País-Video-blog, La voz de Iñaqui “El 15-M son millones”) analiza, “La crisis no fue una cadena de pecados cometidos por algunos que fueron muy lejos en su voracidad. No. Lo que ocurrió con la crisis fue que reventó una máquina inventada para el fraude, un sistema organizado para el saqueo. Sí, lo llaman optimización de resultados, pero es eso, el saqueo sobre los hombres, las mujeres, sobre las vidas y las haciendas”.

El movimiento de indignados tiene bien claro quiénes son los responsables de ese sistema organizado para el fraude, y por ello creó el Tribunal Ciudadano de Justicia, presentado el día 14 en la asamblea sobre “Crecimiento y austeridad”, de la Comisión de Economía de Sol. Para participar sólo hace falta ser ciudadano y no pertenecer a ningún sector que sea investigado por la Justicia. Por ejemplo, no ser banquero. El tribunal, que estará conformado por 20 titulares y 20 suplentes elegidos entre las asambleas barriales, se encargará de recoger información y cruzar datos de personas damnificadas por el otorgamiento de préstamos ilegítimos de parte de los gestores inmobiliarios de las cajas y de los bancos. El proceso de investigación durará entre seis meses y dos años, y cuando se reúna el material probatorio, se lo presentará ante los tribunales con el objetivo de que comparezcan los acusados.

Le dicen “democracia”

Los oradores sintetizaron y argumentaron el porqué del origen del fraude cometido a los ciudadanos por las entidades bancarias españolas. La normativa legal española para conceder un crédito para vivienda prohíbe prestar más de 80% de su valor, por lo que el nuevo deudor debe disponer de 20% para lo que se llama tradicionalmente “la entrada”. Bancos y cajas concedieron préstamos por 100% del valor a personas sin ahorro previo, y lo hicieron porque ganaban comisiones según el volumen de préstamos hipotecarios concedidos. Esta operación se completaba con la intervención de las compañías tasadoras, que sobrevaloraban los precios de las viviendas, generando de esa manera más ganancia y disparando la oferta. Éste fue el comienzo de la burbuja inmobiliaria española, que “explotó” en 2007 y sobre la que ningún gobierno ordenó ninguna investigación.

La economía española arrastra un largo proceso recesivo desde 2008, entre otras causas debido al grave problema del sector inmobiliario o “crisis hipotecaria”. La especulación, el exceso de demanda y la escasa oferta basada en el alto costo de la vivienda deterioraron al sector inmobiliario y, con ello, a toda la industria vinculada a la construcción, lo que desencadenó un veloz aumento del desempleo junto a un aumento desmedido y constante de la morosidad en los hogares españoles, y el aumento de desahu-
cios o ejecuciones hipotecarias por los bancos y/o cajas acreedoras sobre los (in)felices propietarios morosos. Gran número de personas perdió su hogar por no poder asumir el pago. Se hace un promedio diario de 200 desahucios, uno de los mayores problemas derivados de la crisis hipotecaria. Se suma a esto que el propietario desahuciado pierde su vivienda pero continúa siendo titular del pasivo: debe seguir pagándole al banco. Las viviendas se subastan y los compradores son, en 90% de los casos, las propias inmobiliarias de los bancos, que se las adjudican a precios de saldo. Redondo. A muchos españoles no les faltan motivos para “odiar” a los bancos, ni razones decisivas para no acompañar este movimiento pacífico que dio sus primeros pasos en mayo de 2011, con reuniones de instancias sociales en torno a la plataforma de Democracia Real Ya (DRY), y que se materializó después de una manifestación en reclamo de cambio político y económico en la sociedad, con una posterior acampada de 16 días en Puerta del Sol y en las principales ciudades del país.

La voz de los de a pie acompaña a este Movimiento15M, criticado desde algunos sectores por su falta de expectativas o propuestas para un futuro cercano. Sin embargo, propuestas no sería lo que falta: 14.700 ideas de la sociedad fueron recopiladas el año pasado en buzones de madera. En un recorrido muy general refieren a reforma electoral, dimisión del gobierno, nacionalización de los bancos rescatados, reforma constitucional, derogación de las medidas “anticrisis” del gobierno y referéndum para la gestión del gobierno público.

Pero, al parecer, que este movimiento produzca o no frutos en el futuro inmediato dependerá de cuánto trabaje, practique y desarrolle su propio camino. No tiene líderes, todos opinan, participan y colaboran, y todas las decisiones se toman en asambleas. “Exigir al poder, pero no querer ser el poder”, ha propuesto un escritor anónimo, admirador del movimiento. La horizontalidad y la pluralidad tienen sus ventajas, pero pueden impedir el avance y a la larga generan desgaste y pérdida de fuerza, también para quienes aquí se autodenominan “el 99%”. “Si no nos escuchan, nos tendrán que oír”, se coreó con la caceroleada elegida para finalizar el primer festejo anual del 15M de la indignación española en tiempos de crisis.