La presencia suiza en Uruguay se centró en el departamento de Colonia, territorio al que la inmigración alpina en general aportó un modelo de desarrollo social y económico compartido también por otros colectivos coterráneos como el valdense, que si bien llegó mayoritariamente desde el norte de Italia, tenían -tienen- con aquélla una visión común sobre el progreso, el trabajo, la educación, el avance tecnológico y la libertad.

Esos rasgos de identidad fueron recreados con un florecimiento real y simbólico de las zonas de radicación local resumido por el concepto de ciudad jardín desarrollado por los valdenses orientalizados, y fueron expresados en la continuidad de las actividades productivas de los lugares de origen. Así, la industria láctea tiene en el departamento de Colonia uno de los principales centros productivos nacionales del sector, y esto en virtud de la presencia suiza y valdense. Si bien el primer gentilicio refiere a una nación y el segundo a un colectivo originado en una escisión religiosa, ambos compartían -y mantuvieron aquí- una cosmovisión y un conjunto de valores extendidos a planos y dimensiones vitales decisivos.

La cultura de la productividad fue amplificada en Uruguay por aquellos núcleos migrantes que no concebían su vida sin el trabajo manual y las labores vinculadas a la tierra. “Las inmigraciones que más han contribuido a dar al departamento ese aspecto de pequeña Europa que caracteriza a su zona rural fundamentalmente fueron las alpinas, que llegaron en forma masiva y organizada. Nos referimos a la valdense […] afincada en 1858”, señala Adolfo González en su obra 300 años de Colonia, referido en el trabajo final de periodismo de Laura Rey. Ésta reseña características distintivas de los valdenses como “las pequeñas chacras”, la “expansión de las Escuelas del Hogar, únicas en el país, su obsesión por la educación” y la formación “de pequeñas colonias en un departamento que, con su nombre, ya conocía su destino”. De ahí que Colonia se diferenciara de otros departamentos, de perfil nítidamente “criollo” y estructura económica basada en el latifundio, por su desarrollo agrícola más intensivo, el uso extendido de las mejoras técnicas y la explotación de la tierra con una lógica racional basada en extensiones menores.

Aquella concepción del trabajo tiene un profundo arraigo en la región alpina común a valdenses, piamonteses y suizos, y otra expresión de ella fue (es) la producción artesanal de quesos y conservas. Consultada por la diaria, Rey apuntó que la práctica sistemática de labores manuales aún puede apreciarse en Nueva Helvecia por la cantidad de talleres mecánicos y chapistas. Pero el sello económico distintivo de la cultura alpina en Colonia fue -es- la industrialización de leche y sus derivados.