A través de una carta al presidente del Eurogrupo (ministros del ramo), Jean-Claude Juncker, el ministro de Economía del país ibérico, Luis de Guindos, pidió “formalmente asistencia financiera para la recapitalización de las entidades financieras españolas que así lo requieran”. El sábado 9, el Eurogrupo acordó abrir un crédito a aquel país por hasta 100.000 millones de euros para que capitalice entidades financieras contaminadas por los devaluados activos inmobiliarios. El organismo, no obstante, estableció como condición que la nueva deuda no será contabilizada en el debe de los bancos sino que será asumida por el Estado como titular de ese pasivo que, a su vez, otorgará créditos a cada institución. La semana pasada, dos auditorías externas coincidieron en que la banca española necesita hasta 62.000 millones de euros. Madrid quiere lograr un plazo de devolución superior a 15 años, proyectándose que el préstamo le costaría un interés de entre 3% y 4% anual, cuando el pasivo español a diez años paga actualmente en los mercados tasas cercanas a 6%, recordó ayer la agencia italiana de noticias ANSA.

Pero la densidad de la trama económico financiera global y europea en particular determina la estrecha interdependencia entre naciones y áreas de influencia. De ahí que la elevada exposición a la frágil economía griega del Marfin Popular Bank, segundo grupo financiero del Estado isleño y más conocido por su primer nombre de Banco Popular de Chipre, y de la economía chipriota en general, llevó ayer a la administración de Nicosia a seguir los pasos de Portugal, Irlanda, Grecia y España al ser el quinto gobierno en pedir el socorro a la UE. Los reguladores comunitarios fijaron el 30 de junio como fecha tope para capitalizar a aquella entidad con 1.800 millones de euros, cifra equivalente a 10% del Producto Interno Bruto (PIB) del pequeño país. Además de balances bancarios negativos generados por la interrelación con el deteriorado pasivo griego, Chipre tiene, al igual que sus predecesores en los rescates, una situación fiscal deficitaria. Su ministro de Finanzas, Vassos Shiarly, admitió ayer a la agencia británica de noticias Reuters que su gobierno también pediría dinero para cubrir sus necesidades fiscales. “La cantidad será tanta como sea necesaria para cubrir la recapitalización y los requerimientos fiscales”, adelantó Shiarly, y “se establecerá tras una cuidadosa revisión en las próximas semanas”. Con un comunicado, el gobierno explicó que la asistencia europea le es necesaria para “contener los riesgos que enfrenta la economía chipriota, principalmente los que surgen de los negativos efectos de contagio a su sector financiero debido a la gran exposición a la economía griega”.

Fuera de costa

En tal contexto de emergencia fue que la economía chipriota sufrió, a manos de la agencia calificadora Fitch, un recorte de su nota de riesgo crediticio, que quedó en BB+, es decir que sus títulos empiezan a ser valorados por los mercados como “basura”. El sitio web AméricaEconomía informó que durante las últimas dos semanas, el Ejecutivo de Nicosia, único de orientación comunista en la UE, analizó si solicitaba asistencia financiera comunitaria o un préstamo bilateral a China o Rusia. El gobierno ha sido hasta ahora refractario a las condicionalidades fiscales y regulatorias que impone la UE para habilitar los salvatajes a los países del grupo PIIGS, e incluso durante el fin de semana funcionarios gubernamentales isleños viajaron a China.

El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Neoklis Sylikiotis, confirmó a la radio del Estado que las conversaciones en el gigante asiático se centraron en la posibilidad de un préstamo o en la opción de una inversión china en el Banco Popular de Chipre. Según funcionarios oficiales citados por aquella agencia, un rescate europeo se limitaría a cubrir las urgencias bancarias, no así sus necesidades presupuestales. El sistema financiero chipriota, de carácter off shore (opera fuera de jurisdicciones nacionales), tiene una fuerte dependencia de la economía griega, pero no sólo, ya que también la tiene respecto de la rusa. Al ofrecer servicios por los que se pagan muy bajos impuestos, es una base operativa de las reinversiones que empresarios rusos hacen en su país de origen, razón por la cual el gobierno de Moscú liberó el año pasado a su par de Nicosia un crédito bilateral por 2.500 millones de euros.

Babor y estribor

Claro que en todos estos rescates Alemania es un factor clave en su condición de economía más grande y rica de la UE, y por ende la que aporta más fondos a cada paquete de asistencia. Este punto motiva la disconformidad de la base electoral de la coalición conservadora que gobierna en Berlín bajo el liderazgo de la canciller Angela Merkel. Junto a una amplia mayoría de medios de comunicación, los votantes de la derecha germana instan a Merkel a mantenerse firme frente a la “irresponsabilidad” que les achacan a los países agrupados por la prensa alemana bajo el denominativo “Club Med”, el club de los vividores, analizó el articulista español Joaquín Rábago en el sitio laopiniondezamora.es. Insisten en que Alemania ya arriesgó 704.000 millones de euros en rescates ajenos sin contar su parte de los 62.000 millones que requeriría la banca española. “Pero la canciller y sus expertos económicos saben que dejar que quiebre la eurozona sería al menos a corto plazo para Alemania un desastre mucho más costoso que el de un rescate de los países con dificultades”, apunta el analista, quien luego cita al académico germano Jens Boysen-Hogrefe, del Instituto de Economía Mundial de Kiel, quien estimó este riesgo financiero en 15 billones de euros. “El nuevo marco se revaluaría el primer año en 30% aproximadamente con respecto a otras monedas; las exportaciones caerían 12% y el PIB se reduciría en más de 7%”, además de que Berlín perdería lo que puso en los rescates y tendría que salvar bancos, aseguradoras y otras empresas. “Los gobiernos del sur también lo saben. Y como en una película del oeste, la cuestión es quién pestañea primero”.