Montevideo, 12 de junio de 2012

Sr. Director de LA DIARIA

Ante la mención de mi nombre en una carta pública del Prof. Nicasio Perera San Martín y difundida por el periódico que Ud. dirige en su edición del pasado lunes 11 de junio, solicito la publicación de la presente, con las siguientes afirmaciones:
  1. En la primera semana de mayo de 2012 la Biblioteca Nacional difundió un comunicado en el que anunció una charla de Nicasio Perera San Martín patrocinada por la institución para dar cuenta de “el resultado de una extraordinaria investigación que termina con un equívoco de sesenta años. [...] sobre el pseudónimo “Jack the Ripper” [...] y para demostrar que Florencio nunca utilizó dicho pseudónimo y corregir así sesenta años de errores en las ediciones de Obras Completas de Sánchez y en las bibliografías especializadas”.

  2. En una entrevista publicada por el matutino La República (9.5.2012), Perera reiteró idéntidos anuncios que el priodista interpretó, tal como la información brindada por su interlocutor y los anuncios lo indicaban, como un “descubrimiento”.

  3. El 11 de mayo de 2012 Nicasio Perera ofreció la conferencia de marras en el salón “Julio Castro” de la Biblioteca Nacional. Su peroración incluyó las siguientes secuencias:

a) Perera afirmó que Florencio Sánchez nunca utilizó el seudónimo “Jack the Ripper”.

En 1939 y en 1970 Fernando García Esteban afirmó que Florencio Sánchez nunca utilizó el seudónimo “Jack the Ripper”. (Vida de Florencio Sánchez, Santiago de Chile, Ercilla, 1939: 24; 2ª edición, Montevideo, Alfa, 1970: 24).

En 1975 Roberto Ibáñez dijo que Florencio Sánchez nunca utilizó el seudónimo “Jack the Ripper”. (“Florencio Sánchez. Aportes y enmiendas a su biografía”, Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, nº 11, octubre de 1975: 9-27 [13-15]).

Perera mencionó al pasar a García Esteban y a Ibáñez, no citó sus textos ni dio detalles de sus ediciones.

b) Perera mencionó los cinco textos firmados “Jack the Ripper” e incluidos por Julio Imbert en su libro Florencio Sánchez: vida y creación (Buenos Aires, Schapire, 1954), y desde entonces en varias antologías de la obra del dramaturgo uruguayo. Los nombró: “La justicia en China”; “Ciencia política”; “El hombre de la situación”, “El mundo elegante” y “Los cachalotes”. Agregó que Ibáñez [en su estudio crítico] “no menciona los textos argentinos ni fue más allá”. Mintió.

En 1975 Roberto Ibáñez citó a Julio Imbert (“Varios estudiosos creyeron o sentaron el hecho, Julio Imbert como nadie, que Sánchez, además e prohijar tempranamente el seudónimo del especializado asesino inglés –`Jack the Ripper'–”), nombró los cinco textos incluidos en aquel libro de 1954 y dijo que ninguno de ellos pertenecían a Florencio Sánchez (“Sánchez, lo reitero, jamás firmó de esa manera”) (Ibáñez, ob. cit, 13-14).

Ahora, en su carta pública, Perera insiste: “Es evidente que Ibáñez, en 1975, le respondía a Rela (Bibliografía de 1973) y no a Imbert (1954)”. No es cierto, Ibáñez citó y respondió a Julio Imbert. Después de responder a Imbert, Ibáñez también descartó que los 38 textos firmados “Jack the Ripper” y publicados por la revista La Alborada e incluidos por Rela en su bibliografía, fueran de Sánchez.

c) Perera resumió su investigación sobre relatos firmados “Jack the Ripper” en La Alborada. Recordó su sorpresa porque el lenguaje tuviera localismos extranjeros, como en “Oros son triunfos”.

Ibáñez, en 1975 (p.14), alertó: “Oros son triunfos ofrece un diálogo entre un negro y una señora blanca en jerga oblicua: –Adió, mi branca, jermosura de mi alma, niña de misojos...[entonces] no es difícil observar que Jack the Ripper era hombre de otras latitudes y peculiaridades. Lo acreditan sus giros, sus modismos, su vocabulario...”.

Perera no citó este texto de Ibáñez.

d) Perera sospechó de las referencias a poetas y críticos ecuatorianos.

Ibáñez, en el mismo artículo de 1975, remarcó: “En Cencerrada candilesca (Sánchez ni en sueños hubiera usufructuado ese título), elogia la defensa que hizo su `buen amigo D. Jaime Puig Verdaguer de los literatos ecuatorianos Llona, Borja, Cardoso, Pallares Arteta, etc.', agredidos por el cubano Bobadilla, y expresa que éste ha criticado de ese modo groseramente a `nuestros mejores poetas' [no los del Plata, por tanto]” (15). Se explayó en otros ejemplos.

Perera no leyó ni citó estos pasajes de Ibáñez.

e) Perera concluyó que “Jack the Ripper” era el seudónimo de un escritor y periodista ecuatoriano.

Ibáñez, una vez más en 1975, se preguntó: “¿Que quién era el personaje? Pues un borrajeador del Pacífico, un ecuatoriano, inequívocamente, un cronista guayaquileño, en definitiva” (14).

Perera tampoco citó este párrafo perteneciente a Ibáñez.

f) Perera dijo en su conferencia que en Buenos Aires, los textos de “Jack the Ripper”, “fueron corregidos eliminando referencias y localismos, luego reeditados en Montevideo”.

Ibáñez, en 1975, dijo que las páginas del ecuatoriano “Jack the Ripper” “circularon en varios países, fueron a veces aclimatadas por alguno de los comedidos compiladores...” (14).

Perera omitió citar este aporte de Ibáñez.

Nicasio Perera San Martín se apropió de una investigación de Roberto Ibáñez para su beneficio.
  1. Nicasio Perera informó que el seudónimo “Jack the Ripper” era el utilizado por el escritor y periodista ecuatoriano José Antonio Campos y que sus textos, con modificaciones de título, oraciones y léxico, fueron reeditados en Chile, Argentina y Uruguay. Dijo que Campos tuvo una columna titulada “Rayos catódicos” en el diario La Voz del Pueblo, de Guayaquil, pero no dio detalles de fechas ni de primeras ediciones de los cinco textos reeditados por Imbert, El Sol, Caras y Caretas, ni por los otros compilados por La Alborada y otras revistas en el Río de la Plata, ya que serían revelados en un artículo sobre el tema y por el que se habrían interesado la Biblioteca Nacional y una institución de Buenos Aires.

  2. Tomé la palabra y expliqué a la audiencia que todo lo anunciado por Perera ya había sido dicho por Fernando García Esteban y por Roberto Ibáñez, salvo, el nombre completo del escritor escondido tras el seudónimo “Jack the Ripper”. Hasta entonces, este era el único aporte de Perera. Leí pasajes del artículo de Roberto Ibáñez para fundamentar mis dichos.

  3. Ni entonces, ni ahora, he leido una palabra del anunciado artículo de Perera San Martín sobre el seudónimo “Jack the Ripper” y Florencio Sánchez.

  4. La semana siguiente a la conferencia envié una carta al diario La República –no tuve respuesta– al semanario Brecha –anunciaron una publicación que no se cumplió–, luego al periódico La Diaria y a Búsqueda, esta vez, sí, los dos dieron cuenta de aquella misiva en sus respectivas ediciones del 31 de mayo. Las decisiones y los tiempos asumidos para la publicación de dicha carta corresponden a cada uno de los medios de comunicación aquí citados.

  5. En mi libro Florencio Sánchez y el anarquismo (Montevideo, Biblioteca Nacional, Ediciones de la Banda Oriental, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 2010: 21) relaté la polémica entre Imbert e Ibáñez sobre el seudónimo “Jack the Ripper”.

  6. En 2011 compilé y prologué el libro Florencio Sánchez. Prosa urgente (Montevideo, Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos, vol. 185). Admití que Ibáñez “demostró el desacierto de adjudicar a Sánchez la paternidad del seudónimo Jack the Ripper” pero estimé que algunos de estos relatos [cité en particular los cinco títulos adjudicados por Imbert a Sánchez], “todavía merecen un análisis lingüístico y nuevas investigaciones antes de desplazarlos de su autoría y por eso hemos decidido incluirlos en el presente volumen” (LIII-LIV). Ahora hay nuevos datos. Pero es fácil hablar del partido del domingo con el diario del lunes. En 2010 leí varios textos de La Alborada pero no proseguí con la investigación de mis colegas sobre “Jack the Ripper” sino sobre la producción en El Teléfono (Mercedes, 1898), Tribuna Libertaria (Montevideo, 1900) y en las lecturas de Sánchez. Lo explico en el Prólogo.

  7. Los relatos breves adjudicados a Florencio Sánchez revelan una recepción “impositiva” de la que son responsables la crítica, un público ávido por consumir literatura del más trascendente dramaturgo uruguayo de la modernidad rioplatense y la presencia de temas y escrituras de probada aceptación. Este embudo captó textos aledaños, ajenos al repertorio sanchiano pero leídos como pertenecientes a aquél. Participan de textualidades admisibles para públicos diversos gracias al maquillaje operado por los editores. Propuse el tema en 2010 en relación a la dramaturgia sanchiana y a una selección de textos en prosa recibidos por el microsistema cultural libertario de Montevideo. Afecta a uno de los relatos de “Jack the Ripper”, “Ciencia política”, reeditado por periódicos anarquistas entre 1901 y 1919. Pablo Ansolabehere (Literatura y anarquismo en Argentina 1879-1919, Buenos Aires, Beatriz Viterbo, 2011) analiza una operación textual similar, para otros relatos, verificada en periódicos anarquistas bonearenses de inicios del siglo XX. Hacia allí van mis lecturas.