“Me toca hablar de la crisis de Europa”. De esta manera Silva Becerra inauguraba las jornadas, [por suerte] con el propósito original de analizar la deuda de Europa a partir de la competitividad. A través de un análisis de coyuntura económica se enfocaría en dos variables principales, que son el crecimiento de la economía y la inflación, y sobre esa base se cuestionaría el comportamiento económico de estos principales indicadores, surgiendo entonces una primera pregunta: ¿Europa está en crisis, en parte, porque cada país va por su lado?.

El ciclo económico de los países europeos es bastante parecido, también las tendencias en cuanto a inflación. Esto, en principio, es favorable para la coordinación de políticas macroeconómicas. “La inflación, tanto en evolución como en nivel, no es diferente en los países europeos. Y respecto a la economía, medida a través de la variación del Producto Interno Bruto (PIB), parece indicar que estamos a punto de entrar en una recesión”, dijo, y definió la recesión “como dos trimestres consecutivos de caída del PIB. Es una contracción leve, pero contracción de la actividad económica de todos los países”.

Así crea un escenario en el que distingue entre la “periferia”, compuesta (en representación, a efectos de la exposición) por España, Portugal, Irlanda y Grecia, y el “centro”, conformado (en representación) por Alemania, Reino Unido e Italia. “La situación actual es que Europa esquiva la recesión gracias a Alemania, porque Alemania es el único país que muestra signos de recuperación (entendiendo como recuperación que su PIB crece, en el último trimestre, de 0,2% a 0,5%). El resto de los países ha entrado en recesión. Francia está estancada, mientras que Italia, Holanda, Portugal y España ya están en recesión”.

Marginados

Basándose en la presentación coyuntural, parte de los países de la Unión Europea, desde el punto de vista económico, “se parecen en cuanto a los comportamientos que han tenido las caídas de sus PIB”. Se pregunta “¿por qué los mercados financieros tratan diferente a los países de la Unión Europea?”.

Viéndolo a través de la prima de riesgo, los países del centro tienen una prima de riesgo relativamente baja, mientras que los de la periferia la mantienen en niveles altos. Según el expositor español, todo indicaría que “el gran candidato (como ‘culpable’ para estos altos niveles de riesgo país) son los grandes niveles de endeudamiento en los países de la periferia. Pero si el nivel de deuda fuera el problema, se esperaría que la evolución del riesgo país acompasara la evolución del nivel de endeudamiento. Es decir, los países con mayor nivel de prima de riesgo serían los que presentarían mayores niveles de endeudamiento”.

El nivel de deuda pública como porcentaje del PIB es, en general, similar en todos los países de la eurozona. “España, que ha sido el país más castigado (en cuanto a asignación de prima de riesgo), actualmente tiene un nivel de deuda -incluso- inferior que Alemania o Reino Unido (países que gozan de niveles significativamente más bajos de prima de riesgo país)”. Entonces, plantea Silva Becerra, si las diferencias en las primas de riesgo no reflejan claramente las diferencias de endeudamiento total, ¿cuál es el reflejo? La respuesta estaría en que las diferencias en las primas reflejan mejor las diferencias de competitividad a través de la evolución de los costes laborales.

“El problema está en la capacidad de pago de cada país”, y esto se debe, desde la perspectiva del catedrático, a que los países de la periferia no son suficientemente competitivos. Así define costos laborales (unitarios) como el salario real de los trabajadores sobre la productividad. Entendemos que si cae este índice significa que se es más competitivo con respecto a los demás. “Mientras que países como Reino Unido y Alemania presentaron en el último año ganancias de competitividad en un entorno del 20%, Francia registró una ganancia de 5% y países como España, Portugal y Grecia perdieron competitividad”.

Europa ha vivido un proceso muy importante de convergencia en otros indicadores pero con divergencia en competitividad. La competitividad es medida por este académico a través del Índice de Costos Laborales Unitarios. Los mercados financieros (que determinan el precio del riesgo país) prestan atención, no directamente a los Costos Laborales Unitarios, sino a la capacidad de pago de estos países. “El tema es que cuando no tienes competitividad (determinada por los Costos Laborales Unitarios), tu capacidad de respuesta es nula”.

Estos países menos competitivos tienen a su vez menos capacidad de recuperación porque tienen impuesto un cinturón de ajuste fiscal. “Pero hay algo más importante: el coste social de las crisis es mucho más grande en estos países periféricos, por lo menos en términos de desempleo”. En los últimos tiempos, Reino Unido, Alemania y Francia mantienen sus tasas de desempleo en niveles similares a los precrisis, mientras que España, Portugal y Grecia tienen tasas de desempleo altas y en aumento.

Manteniendo la mirada en el Costo Laboral Unitario (salario real sobre productividad laboral), Silva Becerra sostiene que tanto si sube el salario real como si baja la productividad, aumentan estos costos. Entonces se pregunta por qué se da la divergencia en los costos laborales unitarios, lo cual podría deberse a la ausencia en Europa de criterios reales de convergencia. “Hay criterios nominales de convergencia: de inflación, de ajuste fiscal, de nivel de endeudamiento, por nombrar algunos, pero no en competitividad.” Eso implica que cada país adopta sus propias reformas estructurales, sin ningún criterio de convergencia regional.

Variante de la enfermedad holandesa

Silva Becerra comparte la visión de que “hay una variante de la enfermedad holandesa en los países de la periferia de Europa que ha generado una pérdida de productividad muy importante. La inversión pública, financiada principalmente con fondos estatales, está destinada a la creación de infraestructuras de dudosa rentabilidad”. Nombró algunos ejemplos, como el tren de alta velocidad de España, país que tiene más kilómetros de tren de alta velocidad en toda la eurozona, o la inversión para los Juegos Olímpicos de Grecia. “Así, por ejemplo, se genera una movilidad muy importante de factores productivos hacia el sector de la construcción (sector de la que necesita muy poco capital humano)”.

“La pérdida de competitividad limita la posibilidad de un país para recuperarse. Cuando no se puede recuperar un país y no puede generar empleo, no puede pagar sus deudas. Y cuando no puede pagar sus deudas, los mercados lo penalizan”. No hay país a largo plazo que haya podido crecer si no hay ganancias de productividad. Y España y otros países de la Unión Europea no son una excepción, según el experto venido de aquellos lares.