Desde estas páginas se viene informando sobre la crisis desde 2009, en términos de su caracterización como de naturaleza económico financiera, o bien económica y financiera, desde el reconocimiento de que las visibles consecuencias y dinámicas financiero bursátiles -que sacuden al mundo desde 2008- están íntimamente relacionadas con una economía real virtualmente incapaz de absorber su propia sobreproducción. Asimismo, se ha señalado que las extremas debilidades de las economías europeas son consecuencia y derivación de aquel colapso estadounidense extendido más o menos hasta 2010, contrariamente a una mayoría de reportes y estudios, locales y externos, que refieren a la “crisis europea” como un proceso distinto de aquél, muchos de los cuales dan por finalizada la “estadounidense” en base a la más que tímida “recuperación” de ese gran mercado.

Fechado el 31 de mayo, el aludido informe del Cinve caracteriza que “la crisis de 2008, más conocida como subprime por su origen en los créditos hipotecarios de bajo nivel, lejos de haberse superado continúa haciendo estragos en muchos de los países del primer mundo. Estados Unidos no ha logrado aún dar señales firmes de crecimiento, en tanto que Europa se encuentra atrapada entre problemas fiscales y de deuda en varias de sus naciones”. Se trata de uno de los escasos trabajos de difusión pública que sitúa el devenir de los sucesos europeos como parte de un proceso o fenómeno mayor de expresión financiera, y decisivamente interrelacionado con la evolución de la economía capitalista más desarrollada del orbe, EEUU. Dentro de ésta, así como en la Europa comunitaria, el sector de actividad cuyo meteórico crecimiento determinó también la velocidad de la caída fue la construcción, industria privilegiada -mas no exclusiva- por la especulación y el lavado de activos procedentes del fraude fiscal y los negocios ilícitos.

Bailongo y pico

El informe del Cinve remite a la coyuntura global y a la ubicación de Uruguay en tal contexto crítico, con el proteccionismo reemergiendo como respuesta estatal al debilitamiento de la demanda de bienes, tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes y periféricas. Con perspectiva histórica, el trabajo evoca el período de entreguerras que registró el anterior auge de proteccionismo mundial. “El proteccionismo como respuesta a la crisis económica no es una novedad de este último episodio internacional, sino que es quizá una de las herramientas más viejas para combatir la recesión. Ya en la gran depresión del 29, los estados aplicaron fuertes medidas proteccionistas, y en conjunto con el efecto de la desaceleración económica, el comercio mundial se redujo 66%, entre 1929 y 1933”.

La Organización Mundial de Comercio “relevó que para agosto de 2009, 12 de los 20 países del G20 ya habían anunciado algún tipo de medidas proteccionistas”. La aplicación de éstas por los gobiernos de Argentina y Brasil impactan a la baja desde hace unos tres meses sobre las ventas de algunas exportadoras que operan en Uruguay. Desde Brasil se compra en el país principalmente productos primarios, sobre todo bienes agrícolas, mientras que las importadoras de Argentina adquieren aquí fundamentalmente bienes manufacturados, gran parte de industrias que producen con valor agregado relativamente alto, como la metalmecánica, plástica y otras afines. El instituto lo resume así: “Economías pequeñas y abiertas como la uruguaya se vuelven muy vulnerables frente a un mundo ‘más cerrado’. Desde la dependencia del punto de vista comercial, pasando por la relevancia de la inversión extranjera directa y terminando por el peso de los depósitos de no residentes en el sistema financiero local, Uruguay depende de que el mundo quiera abrirse, para crecer”. Parte del “mundo relevante” en términos históricos para el país formado en torno a la ciudad puerto es “la región”, relación coadyuvante a que la “condición de economía pequeña y abierta” haya determinado alta dependencia respecto “de la situación de la economía mundial”.

¿Fractura expuesta?

La profundización del perfil exportador desde la década pasada tornó a la economía uruguaya “más sensible a cambios en la demanda exterior”. Pero, al mismo tiempo, este factor viene siendo matizado por el grado moderado de concentración de las colocaciones externas que el país verifica tanto en destinos como en productos. “Uruguay parece estar hoy más preparado para enfrentar medidas proteccionistas de sus socios comerciales respecto a una década atrás”, resume el Cinve, si bien advierte que “a partir de 2008” la concentración “se eleva respecto de los mínimos valores alcanzados en los dos años previos”. Simultáneamente, el turismo, “uno de nuestros principales productos de exportación de servicios”, generó en 2011 divisas por valor de 4,5% del PIB (con éste sumando 41.500 millones de dólares) y, como se sabe, “el origen de los turistas se encuentra concentrado en la región, particularmente en Argentina”. Previo al inicio de la última temporada turística, Buenos Aires dispuso “medidas de control sobre el mercado de cambios” que debilitaron relativamente la expansión doméstica del sector. La lógica del riesgo por concentración también es aplicable al factor inversión extranjera directa (IED), en el que la incidencia regional y principalmente argentina es decisiva. Entre el tercer trimestre de 1982 y el tercero de 2000, el crecimiento económico de Argentina “explicaba más del 40%” de la expansión uruguaya, “en tanto que el incremento de la actividad” en Brasil “influía en cerca del 30%”. Entrada la década del 90 la expansión argentina “llegó a explicar casi el 44%” de la local, y “cerca del 80% del crecimiento de los últimos años” se basó en el de ambos vecinos, si bien Brasil va ganando espacio en la economía vernácula en virtud del compartido “sesgo de las políticas monetarias y cambiarias”. “Las volatilidades internacionales afectan nuestro crecimiento, pero más por lo que afectan al de nuestros vecinos que por el impacto directo que pueden tener los precios de los commodities sobre el incremento de nuestra actividad”, sintetiza el Cinve.