El tema no empieza ahora ni se limita a la literatura: podría decirse que el mutuo desconocimiento entre Hispanoamérica y Brasil es un problema cultural que ya lleva siglos. Pero a nivel micro también es una oportunidad. La iniciativa fue uruguaya: al poeta e investigador Alfredo Fonticelli se le ocurrió difundir obras uruguayas en Brasil, independientemente de los intereses de los grandes grupos editoriales.

El proyecto fue asumido por la editorial Yaugurú, que por intermedio del periodista Lui Fagundes llegó al grupo brasileño Grua Livros. Carlos Eduardo de Magalhães, director de Grua, completó la idea, al proponer que también escritores brasileños fueran editados en Uruguay.

Lo ingenioso del acuerdo entre ambas editoriales consiste en la modalidad de publicación en sí: al ser impresos los libros de autores brasileños aquí y los de escritores uruguayos en Brasil, se eliminan las trabas y costos de importación y exportación -para ver lo complicado que puede ser esto, basta observar cómo está afectando a las imprentas uruguayas el “cierre de fronteras” argentino para los libros- y se asegura la distribución por parte de una empresa local en cada país. El proyecto, además, cuenta con el auspicio de la Biblioteca Nacional uruguaya y de la Fundación Biblioteca Nacional de Brasil.

Así, en el correr de este año serán editados y distribuidos en Brasil Misales, de Marosa di Giorgio, El alma del mundo, de Felipe Polleri, Torquator, de Henry Trujillo, y Mudanza, de Fernando Cabrera, en tanto Las hortensias, de Felisberto Hernández, ya está siendo distribuido allí.

Por su parte, ya llegaron a Montevideo los dos primeros títulos brasileños, Mi alma es hermana de Dios, del pernambucano Raimundo Carrero, y Las cosas, del músico y poeta Arnaldo Antunes. Les seguirán Antonio, de Beatriz Bracher, Espinas y alfileres, de João Anzanello Carrascoza, Otra vida, de Rodrigo Lacerda, y Pitanga, del propio Carlos Eduardo de Magalhães.

Mientras los textos uruguayos son publicados en Brasil en formato bilingüe, los textos brasileños aparecen directamente traducidos al español. El trabajo de traducción tuvo como referente al profesor Walter Costa, de la Universidad Federal de Santa Catarina, y muchos de los prólogos de los libros están a cargo de los respectivos encargados de vertirlos a la “otra” lengua.

Hay algunas otras asimetrías. Mientras la selección uruguaya comprende a autores canónicos de distintos momentos del siglo XX, como Marosa di Giorgio y Felisberto, y a consagrados narradores actuales, como Trujillo y Polleri, los brasileños editados aquí son estrictamente contemporáneos. “El concepto prioritario fue editar obras que nos gusten mucho, que nos enorgullezca editarlas, poder llevar a este vecino gigante obras maravillosas sin importarnos mucho si son canónicos o contemporáneos. Luego dejamos a Grua la elección de los autores brasileños, ya que nosotros, desde acá, poco y nada podemos opinar, porque claramente no conocemos el medio”, comenta Gustavo Maca Wojciechowski, editor de Yaugurú. De Magalhães concuerda: “Seleccionamos autores y libros que nos gustan y que son representativos de la literatura brasileña producida en los últimos diez años”.

Hubo una excepción a este sistema: fue Yaugurú quien sugirió sumar a Arnaldo Antunes en la representación brasileña. El músico es popular en Uruguay desde la época de Titãs -es decir, desde los años 80- y en los últimos años ha visitado nuestro país con su proyecto Tribalistas y como solista. Su inclusión seguramente sea un llamador para aquellos que buscan algun vínculo con lo escaso de la cultura brasileña que llega por estos lados, pero además Las cosas es una introducción a la creación más puramente poética de Antunes. Como adelanta el performer y poeta uruguayo Héctor Bardanca, traductor del libro, se trata de una obra engañosamente infantil -Antunes la produjo en diálogo con su hija de cinco años, de quien también se incluyen dibujos- que sin embargo fue aprobada por el Programa Nacional del Libro Didáctico del MEC brasileño.

En tanto Antunes es un viejo conocido para el público uruguayo, el otro brasileño ya disponible en las librerías locales es un caso típico de nuestra ignorancia hacia la producción de Brasil: el periodista, narrador y dramaturgo Raimundo Carrero (Recife, 1947) es un escritor absolutamente consagrado -en 2000 ganó el premio Jabutí, la distinción literaria más importante de Brasil-, pero Mi alma es hermana de Dios no sólo es su primera obra publicada en Uruguay, sino también la primera traducida al español. Atravesada por el experimentalismo lingüístico, la novela narra en primera persona las experiencias de la esquizofrénica Camila -autosecuestro incluido- con personajes marginales de Recife. La traducción del libro corre por cuenta de Rosario Lázaro -colaboradora de la diaria- quien en el prólogo explica cómo trabajó sobre un texto cargado de localismos y transgresiones.

La “contraparte” uruguaya de Antunes en el proyecto sería Fernando Cabrera, a pesar de no tener una producción exclusivamente como escritor. Maca, sin embargo, está entre quienes piensan que algunas letras de canciones pueden ser tomadas como poesía aún sin su acompañamiento musical: “Estamos hablando de poesía 100 %, ya es hora de que empecemos a considerar el texto de canción como lo que es, poesía”. La impronta musical posiblemente se vea plasmada el año próximo en la forma de una “gira” de autores para apoyar las ediciones binacionales.