El Centro de Empresas Familiares de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CEF-CNCS), que cuenta con apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), trabaja en la actualización de esas estimaciones, que fueron presentadas en 2009 con motivo de su inauguración. La institución es la única en el país que realiza capacitación y asesoramiento a empresas familiares. Este tipo de unidad económica es visualizada “generalmente” por la sociedad como “artesanal”. Sin embargo, “existen grupos empresariales muy fuertes que pasan de una generación a otra” en el país, afirmó la directora ejecutiva del CEF, Carolina Grunberg.

Se considera empresa familiar a las unidades económicas en las que la propiedad se radica en los grupos familiares, éstos participan en la dirección de la compañía, hay integrantes que efectivamente trabajan en la gestión y existe una intención de sucesión en la generación presente, que la dirige hacia la siguiente. Pero familia y negocios configuran relaciones “distintas” en las empresas familiares. Según la directora del CEF, “por ser familiares no tienen que tener las mismas pautas” de gestión empresarial. También difieren en su capacidad de crecimiento. “Las empresas crecen a menor velocidad que las familias”, razón por la cual algunos miembros tienen que prescindir de la empresa familiar y optan por incorporarse al mercado laboral.

Se calcula que las empresas familiares nucleadas en la CEF superan las 11.000 en todo el país, a pesar de lo cual “se van acercando de a poco” a la entidad, confirmó su directora. En sus tres años de funcionamiento, el CEF se ha enfocado en la “sensibilización” en torno a “la mejora en la gestión en las empresas familiares”, relató Grunberg.

Cerrado por duelo

El relevo generacional afecta el mantenimiento a largo plazo de las empresas familiares. Según las estimaciones manejadas por los especialistas, sólo 40% de esas unidades alcanza la segunda generación, y apenas 8% de estos emprendimientos transita por la tercera generación en el contexto mundial. La herencia y la sucesión se transforman en un tema “tabú” para el grupo familiar de acuerdo al estudio “El relevo generacional en predios ganaderos del Uruguay”, tesis de Julio Perrachon Ariztian de la maestría en Desarrollo Rural Sustentable de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República.

El técnico, que trabaja hace 15 años como extensionista del Plan Agropecuario, se planteó el problema luego de “escuchar periódicamente [sobre] la de-
saparición de empresas agropecuarias, lo que se explica en muchos casos por la edad avanzada de los titulares”, según explicó en diálogo con la diaria. Según los datos recogidos para su investigación, en el plano nacional, 51% de los titulares ganaderos tiene más de 64 años de edad, y tan sólo 4,5% es menor de 45 años.

Definido por el autor como “el proceso de traspasar en vida, o no, la herencia (capital y bienes) y la sucesión (poder y gerenciamiento) a la nueva generación”, el relevo generacional no significa un problema para más de 70% de los ganaderos encuestados. “En la práctica, el relevo no se trata con la debida anticipación. Es definido por los titulares de los predios como un tema ‘tabú’ debido a que se habla de reparto de dinero y de muerte o jubilación de los actuales titulares”, explicó Perrachon. La preocupación en torno al sustento económico al momento del retiro de los titulares de los predios ganaderos es un factor que retrasa el cambio de mando. Esta situación genera un conflicto de intereses con las nuevas generaciones, que aunque se sienten capaces de gestionar la empresa, habitualmente reciben ofertas más atractivas para trabajar fuera de la unidad productiva. Es común que el relevo generacional sea abordado en el seno de la empresa familiar tras el fallecimiento del titular, momento en el cual “existe un traspaso de herencia y no del poder de la empresa”, según el técnico.

En tanto, el relevo generacional es concebido como un “compromiso de dos generaciones”, según la directora del CEF, algo que no es “fácil” dado que se “identifica con la muerte de alguien”, afirmó. El proceso de la delegación de mando implica que el titular de la firma dé “un paso al costado”, y también representa “un compromiso” para la nueva generación que asume el mando.

Mujeres, niños y parientes

En el contacto con empresas familiares de comercio y servicios, Grunberg observó que actualmente “hay una fuerte participación de las mujeres” en la dirección de estas unidades económicas. En los predios ganaderos la evaluación es distinta, ya que más de 80% de los titulares son hombres, elemento que “podría estar explicado por la tendencia a que el hijo varón continúe con la tradición familiar agropecuaria”, destaca el trabajo de Perrachon. Respecto del impacto del relevo generacional según el tamaño de los predios, el autor señaló que “no es un problema de escala sino de planificación”, a pesar de lo cual “las empresas agropecuarias más chicas tienen problemas extras, como por ejemplo la división de la tierra en fracciones muy pequeñas o el alto precio de la hectárea para poder comprar la parte a un hermano o un primo”. La capacitación y la formación son señalados como “pilares fundamentales” al momento de hacerse el traspaso de poder. Según el relevamiento, más de 70% de los actuales titulares de predios ganaderos no cuenta con formación en el negocio agropecuario, lo que significa que sus padres “no tuvieron la posibilidad o no priorizaron” la capacitación de sus herederos. Paralelamente, las particularidades del traspaso de mando también se relacionan con los valores de la familia, según la directora del CEF. “A los inmigrantes que hoy tienen 70 años y trabajaron de sol a sol les cuesta más dejar a la generación siguiente” el control del negocio, ejemplificó, si bien reconoció “que hay que estudiar” caso a caso para no desvirtuar la realidad.

Heredades

Consultado por la edad ideal para el comienzo del relevo generacional, Perrachon afirmó que “hay varias teorías al respecto”, aunque especificó que “el proceso de pasar el poder de una empresa lleva de ocho a diez años”. “Este proceso comienza desde el nacimiento de los hijos: en la etapa temprana de la niñez ya estamos enseñando y demostrando cómo se resuelven los problemas”, destacó. A su vez, el especialista afirma que durante ese proceso es necesario que participen todos los integrantes de la familia, tanto “los que están trabajando dentro de la empresa como los que están fuera de ésta”, lo que incluye a parientes políticos y a los más chicos, sugirió.