La oportunidad para discutir en torno a la figura de Ardao la ofrece el centenario de su nacimiento, que tuvo lugar el 22 de setiembre en Barriga Negra (Lavalleja). Formado en Derecho, Ardao perteneció a la generación universitaria fuertemente marcada por el Manifiesto de Córdoba de 1918. Junto a dos compañeros de militancia estudiantil, Carlos Quijano y Julio Castro (desaparecido en la dictadura cívico militar, cuyos restos fueron identificados en diciembre del año pasado), fundó el semanario Marcha en 1939. Desde allí contribuyó, cruzando los límites entre las áreas de política y cultura, a la conformación de la corriente de opinión conocida como “tercerismo” (definida respecto de los bloques conformados por Estados Unidos y la Unión Soviética), que abrevaba del antifascismo y el antiimperialismo y que desembocaría, en gran medida, en las corrientes liberacionistas surgidas luego de la revolución cubana de 1959.

Paralelamente, Ardao era docente de Historia de las Ideas en la Facultad de Humanidades y Ciencias, donde también llegaría a estar al frente del área de Filosofía. Sin embargo, es común escuchar que si bien trazó una genealogía del pensamiento americano, no fue realmente un filósofo. El profesor Yamandú Acosta (también especializado en Historia de las Ideas y uno de los organizadores de las Jornadas) opina todo lo contrario: “Toda historia de las ideas es filosófica, a menos que se la haga como a una guía telefónica. Y en el caso de Ardao, además, todos esos insumos que asume, organiza, clasifica, esas referencias que lo interpelan y que él interpela, hacen a los fundamentos de su pensamiento más propio. De alguna manera, Ardao se ocultó modestamente en la labor del historiador y sólo explicitó su pensamiento más claramente filosófico en algunas obras. Pero este pensamiento es clarísimo en Espacio e inteligencia [publicado en 1987 en Caracas, ya que durante la dictadura Ardao formó parte del grupo de intelectuales que se asilaron en Venezuela] y La lógica de la razón y la lógica de la inteligencia [2000]”.

Por modestia, según Acosta, Ardao llegó a pedir que se lo excluyera de una compilación de filósofos contemporáneos que estaba realizando a principios de los 80 un escritor checo, con el argumento de que había otros pensadores más importantes. Los papeles de Ardao, entre los que se encuentra esa correspondencia, permitieron editar dos volúmenes de obra póstumamente, y seguramente haya más novedades en este campo, según Acosta.

Inteligencia y emancipación

Dos núcleos se distinguen en el pensamiento específicamente filosófico de Ardao: las nociones de inteligencia y emancipación. Acosta, autor de varios estudios sobre la obra de Ardao (y de un artículo de difusión para nuestro suplemento Áleph: http://ladiaria.com.uy/UBQ), los une así: “La trayectoria dominante de la filosofía universal pone el foco en la razón y la razón se desarrolla en el tiempo universalizándose, y esa razón se consolida en la dimensión cualitativa; tiene que ver con lo mensurable, con la aritmética, la geometría, el cálculo. La inteligencia no sería una negación de la razón, sino una facultad que la interpela desde la experiencia vivida; tiene que ver con la vida, con el movimiento, con lo cualitativo, con la diferencia, más que con la unidad y la cantidad”.

“Los antecedentes que él señala están en la lógica griega clásica. Parménides aparece como el pensador de la unidad, lo permanente, y la lógica en el sentido formal, mientras que la línea de Heráclito no sería otra figura de la razón sino, en la visión de Ardao, una figura de la inteligencia, que tiene que ver con el cambio y de alguna manera con la perspectiva de la totalidad para la cual el momento de la formación de la lógica es un momento en la formación de la inteligencia”, explica Acosta.

Este cambio de perspectiva legitima hablar de un pensamiento americano (y no simplemente “de América”): “Ardao invierte la ecuación tradicional: en vez de un espacialismo de la inteligencia, tenemos un espacialismo de la razón. Eso hace posible o justifica la idea de la filosofía uruguaya, o latinoamericana, nos libera de esa razón universal y nos permite hacer otros ejercicios de inteligencia al incluir lo vital, la experiencia”.

Esto, a su vez, conduce a la idea de emancipación: “Ya en el siglo XIX Juan Bautista Alberdi hablaba de la necesidad de una segunda emancipación ‘mental’, en referencia a la primera emancipación política, que todavía hoy sería una materia pendiente si pensamos en lo que propone la teoría poscolonial. La inteligencia es un ámbito de la emancipación mental, ante la lógica unidimensional de la sociedad del tiempo y la razón”, dice Acosta.

Por etapas

Organizadas por la Udelar (específicamente, por el Centro de Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos y el Instituto de Filosofía de la Facultad de Humanidades, y el Instituto de Historia de las Ideas de la Facultad de Derecho) y por la Administración Nacional de la Educación Pública, las Jornadas comienzan hoy a las 19.30 en Humanidades (Minas y Uruguay) con un “Curso de Introducción” que contextualiza la obra filosófica de Ardao.

A las 19.00 de mañana en el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores (Asilo 3255) se abren las exposiciones con palabras de Juan Fló e Inés Moreno, en tanto la primera disertación, “Pensar nuestra América desde Uruguay y Uruguay desde nuestra América” estará a cargo del uruguayo Horacio Cerutti, profesor en la UNAM mexicana. En ponencias que continuarán hasta las 21.00 hablarán la argentina Clara Alicia Jalif (“El pensamiento teórico de Arturo Ardao”), su compatriota Hugo Biagini (“Arturo Ardao y la krausología iberoamericana”) y Raquel García Bouzas (“La obra de Arturo Ardao y la historia de los conceptos”).

El viernes a las 19.30 abre las jornadas la argentina Laura Vargas con “Apuntes de la obra de Arturo Ardao para una ética de la inteligencia”, sigue Acosta con “Inteligencia y emancipación humana. Una aproximación al pensamiento filosófico de Arturo Ardao” y continúan Lía Berisso (“La filosofía política de Arturo Ardao: emancipación política y emancipación mental”) y Jorge Liberati (“La conexión de los tiempos: Arturo Ardao”).