-¿Cuál fue la inspiración para escribir esta posible retirada del ingeniero Erramuspe de la presentación de la selección de fútbol en una Copa América?

-Erramuspe no existe; es muchos en uno solo. Hay muchos ingredientes en la película que los vivieron muchos técnicos. El que entiende de fútbol puede identificarlos y decir: “Mirá, esto le pasó a tal técnico”. Hay gente que puede identificar muchos de los hechos que se narran -si estás al tanto o tenés mucha memoria-, pero son alrededor de 40 años relatados en un solo lugar y por una sola persona, tenés que hacer los correspondientes paralelismos entre los recuerdos y lo que cuenta el personaje. Pero hay muchas cosas que se captan, igual. Yo, por ejemplo, me acuerdo (me quedó grabado el momento porque lo vi en vivo y en directo) de una conferencia de un técnico español que en ese momento era el director técnico del Atlético Madrid; le decían: “¿Y ahora cómo vamos a hacer?” y respondía: “Y… ganar y ganar y ganar, porque eso es el fútbol”. Eso está recogido en la película. También creíamos que estábamos transmitiendo un poco el carácter del profesor Ricardo de León, en un sentido. Por otro lado, veíamos la situación de Chile ante la ida de Bielsa; ese egoísmo de la gente de querer sacar más rédito del éxito que estaba teniendo el fútbol en Chile, los cuadros grandes tratando de comer más de esa torta porque se estaba repartiendo parejo, entonces sacaron al presidente y fue cuando se fue Bielsa, y desmoronaron un proceso que venía muy bien.

-¿El secreto a develar por el periodista es un punto importante en la trama o lo importante es el tema del fútbol?

-Para mí lo importante es el fútbol. Se trata de un tipo que al final de su vida quiere hablar de determinadas cosas y lo hace a través del fútbol y de la naturaleza, que es lo que le ha tocado vivir, pero creo que te termina contando su experiencia de vida. A mí me gusta el cine que me cuenta, siempre digo que pago la entrada para que me cuenten, no para pensar, por lo tanto nunca se me ocurrió ocultar algo en este relato. Sí creo que hay una cantidad de cosas que flotan, por arriba o por abajo de lo que se está diciendo literalmente, pero no oculta nada al espectador. En un sentido, capaz que llevan ese misterio más allá de lo que es el personaje. Y para mí lo que queda de la película y lo que en realidad importa es el personaje, más que el secreto. Se trata de la conclusión que él saca de haber vivido: se trata de conocerse a sí mismo, habla de su relación de pareja. Creo que el personaje le termina ganando al secreto que aparentemente oculta -más allá de que se dedicó al fútbol- porque es un tipo muy íntegro, muy sincero y honesto, y me parece que eso es lo importante.

-En la película hay una gran cantidad de escenas en exteriores que permiten hablar de la relación entre la naturaleza, la vida y el fútbol.

-En general se usa al fútbol como metáfora de la vida; acá hay una vuelta de tuerca y se usa la naturaleza para hablar del fútbol. Lo que pasa es que yo viví el fútbol desde chico con mucha intensidad porque mi padre fue dirigente de Defensor muchísimos años. Por estar muy vinculado al fútbol viví esa parte de atrás desde muy chico. Hay muchas cosas que conozco pero no porque mi padre me las haya contado. Las cosas del manejo del fútbol las conozco por intermedio de personas que se me han acercado, me preguntan si soy el hijo de Arsuaga y me van contando; así se va armando la historia. Necesariamente el técnico tiene que tener algo de filósofo. Hay algo que dice en la película y es que el técnico en algún punto es un gran solitario y que por más que pueda tener buena relación con sus jugadores tiene que tomar cierta distancia, porque tiene que tomar decisiones que afectan a los jugadores y muchas veces le pegan muy mal. Otra cosa es acerca de la perspectiva y del tiempo; todo eso que se habla de la importancia del proceso y que es muy común en el Maestro Tabárez (yo sé que Tabárez se dedicó mucho tiempo a los árboles y a la naturaleza). Creo que para una persona con un mínimo de sensibilidad resulta muy natural ver esas perspectivas de tiempo. Yo tengo un pequeño vivero que empecé hace unos años, tengo árboles de dos y tres metros, y toda esa ansiedad de querer ver los resultados... Sabés que no vas a tenerlo todos los días, porque si esperás a tener resultados todos los días, ni te metas. Eso te lo da el trabajo con la naturaleza, en el que ves lo chiquitito que es lo tuyo.

-¿Cuánto tiempo te llevó escribir el guion?

-Cuando yo tengo las cosas claras escribo muy rápido, pero el proceso de recolección de datos puede ser muy largo. Si pienso que esta idea surgió cuando Taco [Antonio Larreta] me dio la obra de teatro ["Juan Palmieri"] que tiene una estructura dividida en conversaciones, y que por primera vez pensé “alguna vez tendría que hacer algo con esto”, pasó mucho tiempo.

-¿Cómo fue trabajar con actores de teatro?

-Creo que todo ha cambiado mucho, porque siempre se habla de los actores y hay dos puntas en eso porque sí; los actores vienen del teatro pero a su vez los directores no tenían experiencia dirigiendo a esos actores. Cuando yo empecé no había ayudas o fondos de ningún tipo para filmar, nosotros éramos novatos en esto y no sabíamos cómo dirigir a esos actores. Creo que los actores y los directores aprendieron juntos y, en definitiva, sigue siendo lo mismo: sos buen o mal actor, no es que sos actor de teatro o de alguna otra cosa, sos mejor o peor, pero sos actor. Si sos un buen actor y el director es bueno te va a poder dirigir para una cosa o la otra y no va a haber problema. Más allá de eso son todos trabajos distintos: el de la escena inicial fue uno; el trabajo con Denevi y Temponi, que era un tema concreto y específico, era otro. Sobre todo el trabajo de Denevi, que tenía por delante una tarea monumental con respecto al texto. Yo agradezco haber escrito el guion para tener tan claro su personaje y poder responder en todo momento a los cuestionamientos y los datos que él requería para construirlo, pero después estaba el trabajo más tedioso, que era el de entrarle al texto, que hay que aprenderlo y no es nada fácil.

-¿Hay cierta ironía con respecto al periodismo deportivo?

-Es parte del personaje, que es un calentón y la tiene contra los periodistas deportivos, dice cosas por momentos horribles y políticamente muy incorrectas de ellos. Pero yo tenía miedo de eso y lo primero que hice fue invitar a ver la película a periodistas deportivos. Los primeros tres que vinieron fueron Ricardo Piñeyrúa, Jorge da Silveira y [Alfredo] Etchandy, y cuando les pregunté acerca de esto la respuesta de los tres fue: “Es que es verdad”, porque en realidad ellos hablan todos los días de una cosa que sucede en 90 minutos, pero son muchas horas dedicadas al fútbol, si pensamos en los programas de radio y en la televisión. Hay dos tipos de periodistas: los que son sólo periodistas y los que pretenden ser “opinadores”, teniendo, además, influencia más allá de su tarea. Hay de todo, y hay gente que tiene más o menos poder dentro del fútbol.

-¿Qué lugar ocupa el fútbol en tu vida?

-Es un poco lo que dice el personaje del periodista en un momento: uno trata de ser racional y no lo logra. A mí me afecta en la semana cómo vaya o deje de ir mi equipo y consumo más o menos fútbol de acuerdo a cómo vaya mi equipo. Si le va mal, por llevar la contra; y si le va bien, para escuchar que le ha ido bien. Pero es inexplicablemente grande el lugar que ocupa. Mirá que a mí no me gustan las grandes masas de gente, no soy un tipo expresivo, no me gusta ver pintadas de mi cuadro. Creo que eso ya es pasarse para el otro lado, nunca lo haría, me gusta la corrección del público y de los hinchas, pero aun así es un sentimiento muy fuerte.