El estreno de una serie de ficción uruguaya siempre genera sentimientos contradictorios: el rubro no ha sido el fuerte de la producción nacional. Sin embargo, este año dos jóvenes directores buscarán innovar desde el contenido y la forma.

El motor de la serie parte, paradójicamente, de un obstáculo común a la mayoría de los jóvenes realizadores: la falta de presupuesto. Matías Ganz (24 años) y Rodrigo Lappado (25), recientemente egresados de la Escuela de Cine del Uruguay (ECU), querían hacer una serie televisiva pero sabían que no iban a contar con mucha plata para llevarla a cabo. Convirtiendo la debilidad en una fortaleza, se les ocurrió contar una historia a partir de un video casero. La forma se antepuso al contenido, lo que significó para los realizadores un reto creativo: “Aprovechando que ahora los adolescentes retratan mucho más su vida, nos pareció interesante contar lo que le pasa a una adolescente a través de lo que filma”, contó Matías.

La serie se centra en Sebastián (Luis Sanguinetti), un joven de 17 años proveniente de una familia de clase media-alta, que cursa su penúltimo año liceal. Aunque es el protagonista de la historia, son muy pocas veces las que realmente aparece en pantalla, ya que lo que vemos es lo que él elige mirar a través de una cámara de video casera que le regalan. Las únicas oportunidades en las que lo vemos se dan cuando ocasionalmente algún otro personaje agarra la cámara o cuando pasa frente a un espejo.

Partiendo de esta premisa, la historia se cuenta mayoritariamente a través de los ojos de Sebastián. De esta forma, el personaje se va construyendo a través de su propia mirada y a partir de lo que su entorno nos cuenta de él. Aunque en ningún momento queda explícito en la serie, los directores explicaron que filmar “es la forma que tiene Sebastián de participar en lo que lo rodea, de tener algo propio que lo distinga. Él es el de la cámara”.

Por otro lado, puntualizaron que esta forma de contar la historia les implicó dejar de lado situaciones que no podían ser filmadas por no tener una coherencia narrativa, como la de estar en clase dentro del liceo. No obstante, el hecho de hacer evidente lo que Sebastián elige no filmar se convierte en un elemento expresivo más, que habla del personaje. En este aspecto, los directores contaron que a medida que la serie va avanzando, el personaje se va animando a filmar situaciones más íntimas de su familia y de sus amigos, aportando al crecimiento dramático de la serie. “Como pasa en el documental, la gente se va acostumbrando a que haya una cámara, al principio le marcan todo el tiempo que tiene una cámara, que se deje de joder, y al final no tanto. Los personajes lo van integrando“, opinó Matías.

The Office

Se podría decir que Rec es la primera experiencia profesional de estos dos directores. No obstante, ambos habían incursionado en el medio audiovisual: Matías trabajó en la realización de los videos de la revista Unhuevo para el portal 180 y Rodrigo formó parte del equipo del programa de humor Finoli Finoli. Aunque ya habían trabajado juntos en los cortometrajes curriculares de la ECU, este proyecto los obligó a funcionar como una dupla, compartiendo los diferentes procesos de la creación: guion, dirección y edición.

Según contó Matías, la motivación de inclinarse hacia el rubro de ficción televisiva “surge como una necesidad de ocupar un medio que llega a mucha gente, y en el cual hay mucho por explotar”. Como grandes consumidores de series, intentaron incorporar nuevas formas de contar historias, sobre todo tomando como referentes producciones británicas como The Office o Peep Show, en las que la cámara cumple un rol protagónico en la narración. “Cuando éramos chicos estábamos acostumbrados a ver un montón de cosas filmadas a tres cámaras, en estudio y con las risas atrás indicándote dónde te tenías que reír. De un tiempo a esta parte nos dimos cuenta de que hay maneras de contar diferentes y que en el medio televisivo se puede usar mecanismos muy similares a los que se utilizan en el cine”, comentó Rodrigo.

Detrás de la cámara

La influencia de estas series también se visualiza en el tono naturalista de las actuaciones, en ese afán de reflejar el clima cotidiano que exige la historia. De esta forma, la búsqueda de actores y el posterior trabajo con ellos fue una de las patas más importantes del proyecto. Sobre todo teniendo en cuenta que los protagonistas son adolescentes, razón por la cual en el elenco predominan los jóvenes con experiencia en actuación cercana a cero.

“Estuvimos siete meses haciendo casting, íbamos todas las semanas a los liceos y las escuelas de teatro, pegando afiches y haciendo llamados por Facebook. Veíamos entre diez y 20 personas por fin de semana y así fueron cayendo”, contó Matías. Por otro lado, el rol de los padres de Sebastián fue más fácil porque ya tenían en mente a César Troncoso y María Elena Pérez para interpretarlos.

Una vez resuelto el elenco, dedicaron un tiempo antes del rodaje a realizar un taller de actuación para los no actores en el cual también participaron los artistas con más trayectoria. El taller fue dirigido por el actor y director de teatro Gustavo Bouzas, quien antes había hecho algo parecido en la serie Adicciones y las películas Ceguera y El baño del papa. “Fue una buena oportunidad para que fueran conociendo a sus personajes a medida que iban incorporando técnicas de actuación”, dijo Rodrigo.

Aunque ya habían tenido alguna experiencia en la dirección de actores, fue también para ellos una instancia de aprendizaje, teniendo en cuenta que se enfrentaban con actores de perfiles muy variados. “Dirigir actores es dirigir personas. De repente a uno le tenés que contar lo que le pasó durante todo el día para que llegue a ese estado que necesitamos y a otro simplemente hay que decirle ‘estás enojado’, porque si lo piensa no le sale o lo sobreactúa”, expresó Matías.

Durante la entrevista, en varias ocasiones Matías se referió a la serie como “la película”. Es que para ellos se trata de un largometraje dividido narrativamente en nueve capítulos. “El rodaje fue como el de una película, filmamos en desorden, durante 35 días de corrido y con una cámara,” agregó el director.

El equipo de rodaje fue bastante reducido. Eran alrededor de 15 personas, la mayoría de ellas amigos o amigos de amigos. Fue una instancia de aprendizaje no sólo para los directores sino también para el resto de las cabezas del equipo técnico. Además, participaron creadores con experiencia profesional como la directora de arte Paula Villalba (El cuarto de Leo, Matar a todos, La espera), el productor Ronald Melzer (BuenCine Producciones), el productor ejecutivo Juan José López (3, Solo), y el director de sonido Juan Frau (El ingeniero).

Con este elenco creativo, una pequeña cámara y un escaso equipo de iluminación, se logró generar un clima amable a la hora de trabajar. Ayudó también la imposición por parte de los directores de contemplar jornadas de diez horas y no de 12 como se acostumbra en el ámbito profesional, para cuidar al equipo técnico y sobre todo a los actores más jóvenes que no estaban acostumbrados a rodajes tan largos.

Un poquito de ayuda estatal

Además de las ganas, la serie contó con el impulso de haber ganado el premio de los Fondos de Fomento del ICAU 2011 para producción en la categoría serie de ficción. Ya había obtenido el premio del ICAU en 2010 para desarrollo de guion, y esta semana se enteraron de que habían ganado el primer lugar del fondo Montevideo Socio Audiovisual que financia proyectos en etapa de posproducción. Se puede decir entonces que es una serie financiada por el circuito de fondos estatales.

Con el total del monto bancaron todo el presupuesto de la serie pero con un margen muy ajustado. “Hubo terrible laburo de producción en conseguir las locaciones por intermedio de gente conocida que las prestó gratis”, explicó Matías. “Para nosotros el fondo fue un estímulo más que otra cosa: si hay alguien más allá de nosotros dos que piensa que esto que estamos haciendo está bueno, entonces vale la pena hacerlo”, agregó Rodrigo.

En su últimos retoques de posproducción, el proyecto marcha contra reloj porque ya tienen fecha de estrenos. A partir del 13 de octubre se podrá ver en las pantallas de TNU todos los sábados a las 21.30. También está en los planes transmitirlo por Tevé Ciudad pero sin una fecha asegurada. La difusión mediante estos dos canales estatales era parte del premio otorgado por el ICAU. “Eso está buenísimo porque es una parte complicada la de conseguir que un canal te lo pase y además te da una libertad creativa de no estar atado a los intereses de los canales privados”, opinó Rodrigo.