Los últimos meses de 2012 llegaron con unas cuantas opciones de literatura infantil y juvenil con todavía olor a tinta. Sin pretender hacer una lista exhaustiva, aquí van algunos de los libros que se pueden encontrar en las librerías en estos primeros días de enero.
Dos de colección
Por un lado, dos nuevas colecciones se han instalado, ambas de editoriales jóvenes y pequeñas, que sumaron sendos nuevos títulos esta primavera. ¡Más Pimienta!, que en 2011 dio una grata sorpresa jugándosela por el libro álbum y presentó los cuatro primeros libros de la colección Desolvidados -en la que rescata textos de poetas uruguayos (ver la diaria del 26/05/11)-, suma ahora una versión ilustrada por el artista plástico Fidel Sclavo de “Ronda catonga”, de Ildefonso Pereda Valdés (Tacuarembó, 1899-1996), pionero de la poesía de la negritud latinoamericana y “gran desolvidador”, en palabras de la editora Susana Aliano, alma máter del proyecto. El poema, popularizado por la versión que cantara Alfredo Zitarrosa que inevitablemente acompaña la lectura, se pone en papel con el cuidado editorial al que la gente de ¡Más Pimienta! ya nos acostumbró. El resultado es bellísimo: las ilustraciones de Sclavo aportan colores intensos y movimiento, y juegan a la perfección con el ritmo que trae consigo este texto rescatado del libro Raza negra, de 1929.
También Criatura prometió, con Canciones con bigote -sobre cinco temas de Eduardo Mateo (ver la diaria del 19/09/12)-, una colección que, teniendo en cuenta la obra inaugural, se insinúa prometedora y auspiciosa. En este caso la idea es recorrer el trabajo de músicos uruguayos, y a Mateo le sigue Gustavo Príncipe Pena. La canción “Pensamiento de caracol” se transforma en libro con las ilustraciones de Alejo Schettini. Contrario a lo que ocurre con el nuevo “desolvidado”, este libro no comparte las características de formato, tamaño y gramaje del papel de su antecesor, por lo que no es tan claro hablar de “colección”; no obstante, continúa la línea editorial y trae bienvenidos adjuntos: a una breve reseña sobre el autor se suma un CD con la canción (del disco La fuente de la juventud [Ayuí/Tacuabé, 2005]) y la transcripción de la letra completa junto a la partitura, a cargo del músico Herman Klang. En suma, se trata de una propuesta redonda que permite acercarse a la obra del músico, en una edición que contó con el beneplácito y la colaboración de Eli-u Pena, hija del Príncipe, quien trabaja hace años en la recuperación y difusión de la obra de su padre.
Niños y abuelos
En El jorobado de las alas enormes, Horacio Cavallo se despacha con una novela rara para el contexto de la literatura infantil-juvenil nacional, cuya clave, no obstante, aparece desde la dedicatoria: “A la memoria de mis abuelos; a la de Pedro Picatto”. Por un lado, desde el vamos la lírica se hace presente: el protagonista del relato es un poeta de apellido Picato y la poesía, su vehículo para comunicarse, aparece en versos que se intercalan en la narración. Por otro lado, todo el libro es un homenaje al vínculo del niño con sus abuelos y a las historias que le cuentan de noche, antes de ir a dormir.
Una visita de un niño a sus abuelos que viven en el campo, en el marco de tristeza e incertidumbre por la enfermedad de su madre, es la puerta a la fantasía. El relato del abuelo conduce a un mundo de seres extraños y a la historia de amor de Dogomar Picato (“domador de nubes, poeta sonámbulo”) y Ludmila, la bailarina, a quien deberá rescatar de su encierro en el “Circo fabuloso de extrañas criaturas”. Relatos dentro de relatos a la manera de cajas chinas (juego similar, aunque más simple, al que Cavallo propone en su novela Oso de trapo), personajes fantásticos de cualidades sorprendentes, una tonalidad onírica y la fantasía que suele poblar los cuentos de la gente de campo se dan la mano en una aventura deliciosa, no exenta de suspenso, que vale la pena recorrer.
En torno a un niño y su abuela gira el conflicto de la novela El globo de Cantoya, de Laura Santullo (guionista de la película uruguaya La demora). Antes de leerlo, ya sorprende gratamente el cuidado en los detalles: un formato poco habitual, tapa dura, papel satinado y las bellas ilustraciones de Alfredo Soderguit, coloridas como los globos a los que refiere el título. La historia es sencilla y trata de sueños y deseos, de niños y fútbol, y de esos momentos en los que no hay más remedio que elegir y tomar decisiones; es decir, de la madurez. Ambientado en México, donde su autora ha vivido buena parte de su vida, describe a la perfección las atmósferas, los colores, el barrio, cada detalle de la pasión de los dos amigos protagonistas por el fútbol y el juego, así como cada momento de la historia que transitan juntos.
La llave emplumada es la cuarta novela para niños de Germán Machado (premio Bartolomé Hidalgo 2011 por Tamanduá killer [Fin de Siglo, 2011, recientemente reeditada]; segundo premio MEC por el libro de poesía Ver llover [Calibroscopio, Argentina, 2010]). Se ubica en el momento de quiebre en que Álvaro, el protagonista, siente que ya no es un niño pequeño. Enojado con su abuela, decide irse de casa en busca de su lugar: la casa cuya puerta abre una llave que atesora en su cuarto. Esto lo lleva a recorrer las viviendas abandonadas del pueblo, cada una de las cuales guarda una historia. Y el recorrido es también un viaje interior en busca de respuestas.
Uno de hormiga y grillo
El músico y la bailarina es la otra entrega de fin de año de ¡Más Pimienta! Se trata de la historia de un encuentro imposible y de un amor de sueños. En una suerte de fábula sin moraleja, una hormiga quiere conocer otras cosas más allá del camino que tiene trazado y un grillo se aburre de cantar para nadie. Las ilustraciones de Claudia Prezioso, que confirma la calidad de su trabajo, dialogan a la perfección con esta historia sobre la libertad y el amor imposible, escrita por la debutante Ximena Bruno.