Como es costumbre en el primer mes del año, hay una buena cantidad de estrenos teatrales que, contra las previsiones externas al ámbito teatral, llenan las salas de la capital. Entre las nuevas propuestas están Se busca un tenor (del estadounidense Ken Ludwig, dirigida por Jorge Denevi), Argumento contra la existencia de vida inteligente en el Cono Sur, de Santiago Sanguinetti, y Top girls, de Caryl Churchill, dirigida por Margarita Musto.
Juego de identidades
Si lo de uno es la comedia con rasgos de vodevil, la opción clara es Se busca un tenor (1989), pieza ya conocida en la puesta que hizo Elena Zuasti en 1990 y que esta vez funciona muy bien bajo la dirección de Denevi.
La sala Campodónico de El Galpón se viste de años 30 con la presentación de un pomposo vestuario y una escenografía (a cargo de Nelson Mancebo) que divide el espacio en el living y dormitorio de un hotel. El desconcierto y la comicidad de la trama parte de la confusión de identidades entre un exitoso pero deprimido tenor (Humberto de Vargas) y otro falso (Franklin Rodríguez), encargado de resolver inesperadas situaciones que se van sucediendo entre puertas que se cierran y abren en el momento justo. El elenco se completa con Cecilia Sánchez, Pepe Vázquez, María Clara Vázquez, Félix Correa, Micaela Gatti y Cristina Morán.
La obra es entretenida y, además de la categoría de actores que reúne, no flaquea en su intención de hacer reír durante casi dos horas, gracias al aporte de cada actor.
Despistados
En otro registro se encuentra Argumento contra la existencia de vida inteligente en el Cono Sur, escrita y dirigida por Santiago Sanguinetti (Montevideo, 1985), artista que ha sabido destacarse en la actuación, dramaturgia y dirección y que ha recibido premios en varias ocasiones (su última distinción ha sido el premio Onetti 2012 de la Intendencia de Montevideo por la pieza Sobre la teoría del eterno retorno aplicada a la revolución en el Caribe).
Argumento… es una comedia satírica que tiene como protagonistas a cuatro jóvenes estudiantes de filosofía que a ritmo acelerado y casi sin respiro se desplazan por un improvisado apartamento que ocupa el escenario de la sala, planificando un acto revolucionario. Entre referencias literarias varias que sirven como plataforma, justificación y estímulo al plan, se entrecruzan diversos referentes, desde la revolución bolchevique, pasando por afiches de películas, la música de Calle 13, el semanario Marcha, Carlos Quijano y el peruano José Carlos Mariátegui.
Con características de la comedia de situación centrada en el ritmo rápido de la acción y la verborragia de los personajes, la obra se presenta como la mirada hacia una generación aturdida y fácilmente manipulable. En este caso, los “revolucionarios” deciden tomar por asalto su facultad y eliminar a los estudiantes a la manera de las matanzas del primer mundo, exhortados por la tergiversación del discurso de los docentes.
Dinámica y saltarina, la pieza se desarrolla ágilmente impartiendo un optimismo que no coincide con el propósito final que reúne a los cuatro personajes, y quizá esta característica sea la que lleva a que el espectador continúe en la butaca esperando un desenlace acorde al absurdo de la propuesta, que por lo menos se podría definir como lúgubre y sensacionalista.
Argumento… corresponde al primer volumen de la Trilogía de la revolución, que obtuviera la mención especial del premio Moliére 2012, y va hasta el 24 de febrero.
Has recorrido un largo camino, muchacha
Por un tercer carril transita Top girls, de la escritora inglesa Caryl Churchill, notoria por la creación de textos de alto contenido reflexivo, así como por un manejo extraordinario de las formas y las técnicas teatrales.
De Churchill (1937) ya hemos conocido Séptimo cielo (dirigida por Mario Ferreira), en la que las alteraciones en el tiempo escénico incrementaban el diálogo entre la Inglaterra victoriana y la actual, distorsionando -además de las referencias temporales- la sexualidad de los personajes y las relaciones entre ellos. También se representaron aquí Anhelo de corazón (con dirección de Alberto Zimberg), especie de juego de roles familiares que giran en una espiral desorbitada con pausas y avances muy rápidos que hacen que la forma circular defina el propio contenido de la obra, y Un número (dirigida por Marisa Bentancur), que analiza las cuestiones morales, psicológicas y filosóficas de la clonación humana.
En Top girls, escrita en la década de los 80, en la Inglaterra de Margaret Thatcher, es también una reflexión acerca de la situación a la que estaba sometida la mujer en ciertos ámbitos de poder, al formar parte de una sociedad que impulsaba el individualismo y el éxito personal a cualquier precio. La sorpresa está dada por la separación de la acción en varios actos, algunos de ellos estrechamente vinculados a las acciones de personajes históricos. En el primer acto, de características fantásticas, asistimos a la reunión de una exitosa empresaria (Lucía David de Lima) con mujeres top de la historia, destacadas por alguna condición o característica que las hace únicas.
Están invitadas a esta celebración Isabella Byrd, escocesa, viajera incansable a pesar de su edad y quien fuera la primera mujer que ingresara a la Royal Geographic Society; una dama japonesa del siglo XIII, autora de Las confesiones de Lady Nijo, que fue concubina del emperador y más tarde se convirtió en monja budista; Gret, la loca, personaje tomado del cuadro Dulle Griet, de Pieter Brueghel el Viejo; Juana la Papisa, alemana de origen inglés que logró desafiar al mundo masculino disfrazándose de hombre para poder estudiar, llegar a Roma y convertirse en papa; y Griselda la Paciente, personaje que forma parte de la tradición popular y que aparece en el último cuento del Decamerón de Boccaccio como la bondadosa pastora que sufre con humildad todas las pruebas a las que es sometida por su marido. Estas mujeres tienen sus correspondencias con un grupo de damas que en otras circunstancias (los mencionados años 80) y como secretarias de una agencia de empleo se muestran como el paso previo al tan ansiado ascenso logrado por la protagonista Marlene.
Aunque es una obra extensa que incluye un intervalo de diez minutos, no resulta pesado seguir el derrotero de las mujeres en sus intentos por acceder a lugares que tradicionalmente han sido ocupados por hombres, tomar conciencia de qué se debe sacrificar, si vale la pena hacerlo, y cómo es visto por las otras mujeres y la sociedad en general.
No sólo el escenario sino también una parte de la platea del Victoria son tomados por este grupo de mujeres, todas muy buenas intérpretes que logran gran coordinación bajo la dirección de Margarita Musto, recientemente nombrada directora artística de la Comedia Nacional. Además de las más veteranas actrices Bettina Mondino, Sandra Américo y Mariana Lobo, se destacan jóvenes como Rosina Carpentier, Leonor Chavarría y Maite Bigi. En fin, es una oportunidad para ver un conjunto de buenas intérpretes en una sala teatral que de por sí invita a recorrerla y una obra que comprende reivindicaciones y posiciones de género por las que vale la pena transitar.