La transferencia monetaria es una ayuda indispensable para el sustento de los ciudadanos de Uruguay en situación de pobreza extrema. Pero ¿en qué medida esa transferencia contribuye a las personas a salir de la pobreza? ¿Ayuda a los niños de familias en situación de desventaja a tener una vida mejor a la que tienen sus padres?

Para saber más

El estudio se encuentra publicado en la revista científica Development and Change y se puede leer en http://ladiaria.com.uy/UCH.

Johan Sandberg, economista y sociólogo sueco, hizo un estudio sobre la transferencia monetaria condicionada en Uruguay -denominada Asignaciones Familiares- y llegó a la conclusión de que la pobreza seguirá pasando de generación en generación también en el futuro si no se reforma la estructura social.

La transferencia monetaria condicionada (CCT, por su sigla en inglés) es otorgada a unos 120 millones de personas en América Latina y es con mucho la medida más difundida para mitigar la pobreza en el continente. El investigador destaca que 60% de todos los que viven por debajo de la línea de la pobreza en el continente recibe en la actualidad algún tipo de transferencia condicionada.

La transferencia, señala la investigación, se otorga únicamente a familias con niños y para poder recibirla se exige que manden a sus niños a la escuela y permitan que sean examinados por los servicios de sanidad.

El programa no sólo pretende mitigar temporalmente la pobreza sino también erradicarla a largo plazo, invirtiendo en la educación y en la salud, dice el sociólogo Johan Sandberg, quien ha evaluado las consecuencias a largo plazo de las medidas.

Durante 2009 y 2010 Johan Sandberg hizo un estudio de campo en Uruguay y entrevistó a madres en 17 barrios pobres de Montevideo. Además, analizó datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) y concluyó que la transferencia monetaria constituye un ingreso imprescindible para muchas familias. Ésta permite mandar a los niños a la escuela y afrontar los gastos que esto conlleva. Sin embargo, el investigador señala que se pierde la meta a largo plazo de romper el círculo vicioso de exclusión social y económica.

No alcanza

Una transferencia monetaria, dice el trabajo, “no cambia la desigualdad estructural y la segregación” en el ámbito de la vivienda, la escuela y el mercado laboral. El supuesto de que el apoyo económico en la infancia, combinado con una escolaridad completa, es el camino para salir de la pobreza se basa sólo en la teoría, dice Johan Sandberg. Desgraciadamente, el número de años que uno pase en la escuela no tiene nada que ver con lo que uno aprende en realidad. “Las escuelas a las que asisten los niños pobres son de calidad más baja que las de las zonas acomodadas”, señala, y agrega que los niños “ya desde antes de llegar a edad escolar han sido fuertemente influidos por el ambiente en el que han crecido, donde hay condiciones precarias de vivienda y nutrición, bajo nivel de educación, delincuencia y un alto grado de desempleo”. En otras palabras, para el investigador, la segregación y las estructuras desi-
guales afectan a los niños antes y durante el período escolar. Pero aun cuando completen el ciclo, tendrán trabajos precarios y mal pagos, usualmente dentro del sector informal.

La conclusión de Johan Sandberg es que la transferencia monetaria cumple una función que ayuda a corto plazo a quienes están en situación de mayor desventaja, pero para erradicar la pobreza y la exclusión a largo plazo son necesarias reformas profundas. En este sentido, entiende que una ordenación urbana que rompa con la segregación de la vivienda, apoyos a los niños pequeños antes de que empiecen la escuela, una mejor calidad en la educación sin importar a qué escuela asistan los niños así como medidas políticas en el mercado laboral, pueden contribuir a mitigar la desigualdad.