“¿Podremos afirmar que en el futuro existirá una política cooperativa que esté realmente agendada en un programa de gobierno?”, se preguntó el presidente de Cudecoop, Alberto Esteves, al inicio de la jornada. El directivo destacó al cooperativismo y la economía social como opción para que los trabajadores puedan gestionar por sí mismos emprendimientos productivos, y comentó que si bien se ha avanzado en políticas que reconocen este tipo de asociación, la incidencia del movimiento cooperativo es todavía “bastante marginal desde la perspectiva económica”. Esteves destacó la capacidad “amortiguadora” que estas empresas tienen en las distintas fases del ciclo económico, así como su papel en el “logro de una sociedad más justa”.
Las primeras experiencias cooperativas en Uruguay datan de principios de siglo XX y desde su nacimiento el movimiento cooperativo ha crecido de manera constante. Hoy hay casi 2.000 cooperativas de todo tipo a lo largo del país, y su producción supera el 2,4% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que significa más de 1.000 millones de dólares, según informó el titular del MIEM, Roberto Kreimerman.
El ministro dijo estar “convencido de que el cooperativismo resulta una opción transformadora ineludible” en los cambios de la economía mundial, y mencionó sectores en los que el aporte de las cooperativas es relevante como el productivo, el energético y el vinculado a las telecomunicaciones. En función de eso, entiende que las políticas dirigidas al cooperativismo deberían ser “sistémicas”, y agregó que los cambios en la estructura económica no deben aislarse de los demás: “Todas las estrategias transformadoras del país deben desarrollarse de forma complementaria”. “Es un tema de esfuerzos, pero no de esfuerzos aislados”, entendió.
Kreimerman fue claro al respecto: “No sólo está en juego el avance del sistema cooperativo, está en juego la mentalidad del sistema en general, y esto depende de que se reconozca [al cooperativismo] como una herramienta fundamental”, concluyó.
Desafío de cooperación
Para el titular del MTSS, Eduardo Brenta, se está en un “punto de inflexión”: si bien es necesario seguir con la concepción de una mirada integral, es una buena oportunidad para que el movimiento cooperativo tenga una mirada hacia adentro sobre su rol en el escenario económico nacional. Considera que uno de los “puntos débiles” de este modelo de emprendimientos se refiere a la gestión económica y financiera, por lo que sería un desafío profundizar en la capacitación de sus integrantes. Concluyó diciendo que “los protagonistas no son los gobiernos, que van y vienen, son los actores sociales”.
Por su parte, Daniel Olesker, ministro de Desarrollo Social, subrayó la alta dependencia que tienen las empresas cooperativas sociales de la voluntad política de los gobiernos, sobre todo los departamentales. “No es casual que los mayores porcentajes de cooperativas estén en Montevideo, Maldonado, Canelones y Paysandú”, afirmó, y destacó que el principal desafío es de qué manera las empresas privadas hacen uso de los servicios de este tipo de emprendimientos.
Kreimerman había dicho que a su juicio es necesario mejorar el acceso al financiamiento. Al respecto, el titular del MEF, Fernando Lorenzo, sugirió que la prioridad es mejorar la competitividad de estas empresas, cuyas formas de organización de la producción son “fundamentales”. En este sentido, consideró que el proyecto de inclusión financiera que el MEF presentará próximamente al Parlamento “respaldará este objetivo”, en un intento de acercar instrumentos y servicios financieros a este tipo de emprendimientos.