El cantante Pedro Dalton y el guitarrista Gustavo Topo Antuña son los dos integrantes fundacionales de Buenos Muchachos que aún están en la banda, ahora completada por Marcelo Fernández (guitarra y voz), José Nozar (batería) y Mauricio Figueredo (bajo). Adelantando la circunstancia un tanto insólita de que una banda heraldo del ruido subterráneo llegue a la histórica sala municipal, nos juntamos con Dalton y Antuña para conversar sobre esta fecha y escuchar diversas anécdotas de su ya larga carrera que comenzó hace ya más de dos décadas en lugares con nombres tan poco elegantes como Juntacadáveres o El Perro Azul. Luego de una curiosa charla sobre las posibilidades de perder un par de lentes en un inodoro y los restrictivos reglamentos de los camerinos del Solís (charla que preferimos obviar en la entrevista), volvimos a los temas que constituyen la lírica misma de esta banda: la tensión, la creatividad y lo oscuro, entre otras cosas.

-¿A quién se le ocurrió tocar en el Solís?

Gustavo Antuña: -Hace tiempo que estamos atrás de eso...

Pedro Dalton: -Bueno, El Topo y Marcelo [Fernández] se habían quedado con la leche porque iban a tocar ahí hace como mil años con Ojos del Cielo. Iban a tocar para un ballet de no sé qué mierda y, a último momento, el primer bailarín se peleó con otro, dijeron que no se hacía nada y dejaron a todo el mundo de la cara.

GA: -Ya habíamos hecho la prueba de sonido, estábamos a punto de salir, estaba toda la gente y de pronto, una reunión, problemas “internos”, alguien dice “renuncio” y se levanta y se va. Nosotros con todas las guitarras por ahí...

-Ustedes siempre fueron bastante teatreros: El Galpón, el Stella... siempre les tiró lo de tocar en teatros y no exclusivamente en salas de concierto.

GA: -Más que nada es por el tipo de shows que pensábamos. Generalmente fue en las presentaciones de los discos.

PD: -Siempre que veníamos de mucho toque bolichero, lo de meter un teatro te daba la posibilidad de generar algo visual. Basta de tocar temas en toques. Hacer algo más de show, divertirse un rato... Se gestiona otra cosa, la gente trabaja de otra manera. Cuando con Amanecer búho [2004] tocábamos por todos lados en el interior, haciendo siempre lo mismo... a mí me cansa.

-Ahora están volviendo a tocar por el interior, no.

PD: -Con los 2 Dalton sí, porque por el formato acústico es más fácil, y la verdad, me encanta. No tenemos por qué viajar con todos los equipos, con esa cosa de “prestame ese monitor que me quiero sentar arriba”. Ahora hay poca gente y poco dinero, y nos cuesta ir con sonidista, luces, iluminador, pero tampoco queremos ir y darles menos.

-El Solís es como el recinto más “respetable” de la música uruguaya, pero usted es nunca tuvieron un aura de ser muy respetables, sino que más o menos han conservado cierta legitimidad subterránea.

PD: -Pero nosotros nunca rompimos nada... es decir, nuestra gente nunca rompió nada.

-Pero ustedes han cambiado mucho de público, o al menos eso me parece...

GA: -Yo creo que sí ha cambiado. Sobre todo por la aparición de adolescentes. Gente joven que se arrimó a partir de Amanecer búho.

PD: -Gente que se sabe la letra de “Temperamento”... Cuando salió ese disco nosotros tocábamos más bien en BJ, y la gente que nos venía a ver desde siempre se empezó a quejar de que los pendejos no los dejaban oír, pero después se empezaron a mezclar, en parte gracias a tocar en teatros...

-Tienen una especie de masa de seguidores que los consideran de culto; de pronto no son tan populares como otras bandas, pero sus seguidores son los que se ven tres shows de corrido, los que van siempre...

PD: -Eso es re loco, y uno piensa que son sólo 15, pero esos 15 te hablan de otros 15 que hacen lo mismo. Y de alguna forma, eso te obliga a hacer un show diferente cada vez, porque si un flaco se banca tres shows de corrido, tenés que darle algo. Y si no somos nosotros, que sean las bandas con las que tocamos: que no sean teloneros, sino que sean parte misma del show, en el que somos como los anfitriones.

-Los vi muchas veces en vivo y tengo la sensación de que cuando hacen tres shows de manera consecutiva, hay que intentar verlos en el primero o en el tercero, ¿estoy muy equivocado?

PD: -No... Pero cuando son dos no es tan claro. En el primero siempre hay más tensión, pero eso no quiere decir que la puedas usar para tocar mejor.

GA: -Igual las percepciones son muy distintas.

PD: -Claro, a veces yo bajo de un toque diciendo “estuvo buenísimo” y viene el Topo y me dice: “fue el peor toque en el que estuve en mi vida”.

GA: -Lo que tienen los primeros shows en lugares en que nunca tocaste es que realmente no sabés muy bien lo que puede pasar. Entonces el primero es más tenso.

-Pero también está la variable bebidas...

GA: -Tal cual. Pero creo que ahora crecimos un poco y lo controlamos más.

PD: -Nadie festeja después del primer día...

-Ustedes siguen en una carrera, si se quiere, ascendente en relación al público, pero al mismo tiempo, prácticamente no pasaron su último disco por la radio.

GA: -Totalmente; yo escucho muchísima radio y hace años que no escucho un tema de los Buenos.

PD: -Ésa es una pregunta que me hago: ¿por qué no hay más programas de música? Hubo un tiempo en que estaban Fernán [Cisneros] y Jorge [Bonomi] y pasaban 1.000 bandas extrañísimas, y después venía otro y pasaba heavy metal. Ahora el único que queda haciendo un programa de música es [Mario] Gallinares, porque el resto son sólo programas de variedades, hay un montón de invitados y vas y tocás... Hay excepciones como Diego Zas y Juanchi [Hounie] que van a shows y están informados, pero en general no tienen ni idea...

-Hablando de periodistas, Nelson Barceló les dedicó recientemente un libro entero (Rengos con Nike).

PD: -Sí, un tipo que sabe. Lo estuve leyendo y vi las primeras maquetas, estuve muy adentro, y fue uno de esos procesos en los que alguien pasa de ser un periodista a ser un amigo.

-El Solís, un libro que los estudia... están cambiando.

PD: -Sí, pero a todos lados en bondi. Una entrevista acá, otra allá, pero todo en bondi...

GA: -Parece mentira, pero las cosas siguen siendo exactamente igual. Seguimos viviendo en Malvín, en los mismos sitios. No cambia nada.

-También estaban empezando a grabar de nuevo.

PD: -Ahora se cortó por lo del show. Marcelo decía: “podemos hacer las dos cosas”. No, no podemos. Hace como seis años que sé que no se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo. Es así; dos cosas no.

-Hablando de eso, vos [Gustavo] estás haciendo dos cosas con El Cuarteto de Nos, ¿cómo se articula tocar con dos bandas así?

GA: -Está re bueno, porque los de El Cuarteto ensayan súper temprano, y yo nunca ensayé temprano con los Buenos. Alguna vez las cosas se pisan, pero es raro...

PD: -Se acomodaron un poco los melones en el carro, al principio había algo de paranoia...

GA: -Además los de El Cuarteto tocan sólo tres o cuatro veces por año.

-Y generalmente son shows en el exterior. Ésa es una gran diferencia con los Buenos Muchachos, que es una banda muy local, casi sin proyección para afuera.

GA: -Es verdad; yo siempre pensé que nos movimos mal en Argentina, porque podríamos haber tenido un porcentaje del público proporcional al del que tenemos acá.

PD: -Es raro; yo voy mucho a Buenos Aires y empecé a tocar con los músicos de Ángela Tullida, que me propusieron leer poesía mientras ellos tocaban, pero yo no leo poesía, yo canto, y más cuando son canciones. Me sorprendió que en las notas de prensa dijeran: “con el cantante de la legendaria banda Buenos Muchachos”, y no era una gacetilla que hubiéramos mandado nosotros -bueno, imaginate que yo nunca hubiera escrito una bestialidad como “legendaria”-; sin embargo, nos conocen más de lo que pensamos. Creo que a nosotros nos cagó lo de Cromañón, que pasó justo cuando nos empezábamos a mover por allá, cuando fuimos y tocamos como 45 veces. Pero allá hay tanto ruido que es difícil que te quede grabado un nombre solo.

-Tal vez sea también una cuestión de idiosincrasia. Buenos Muchachos, a diferencia de las bandas a las que les va realmente bien afuera, es una banda muy oscura, muy uruguaya en ese sentido...

PD: -Sí, muy Tango que me hiciste mal o Los Estómagos. Bueno, Los Estómagos tampoco entraron allá, a pesar de haber grabado en Del Cielito. Pero los tipos entienden, cuando tocás a la gente le gusta. Además hay bandas mucho más oscuras que nosotros, como Ángela Tullida o Pequeña Orquesta Reincidentes. La diferencia es que tienen arrabal. Porque cuando te dicen “ah, el tango en el Uruguay”... Eso es mentira, vos te bajás del Buquebus en Buenos Aires y respirás tango. “La cumparsita es uruguaya”. Ah, bien, entonces tiramos la toalla y no hicimos más nada. En Argentina te das cuenta de que hay tango, acá no, más allá de algún afiche de Malena Muyala. Nosotros vivimos comparándonos con los argentinos y es absurdo. Apenas estás allá te das cuenta; no es que estén agrandados, es simplemente que todo es mucho más grande.

-Sus discos siempre son bastante arriesgados y han tenido una obvia evolución, pero el sonido propio de la banda es el mismo desde que sacaron el primer casete: no se hicieron más pop, no se hicieron más punk, siguen siendo musicalmente lo mismo y son gente de bajo perfil. Entonces, ¿cómo lidian con esa cantidad de gente devota que los sigue por todas partes, y que es lo que realmente cambió?

PD: -Me ha pasado que voy a un lugar y, más allá de que siempre hay más simpatía que ganas de romper los huevos, la gente a veces no entiende que no tenga ganas de nada. Y uno se lo dice y a veces te escuchan y otras veces no. No es que me sienta como el Indio Solari, que llega a salir a la calle y es como en el final de El perfume: se lo comen, lo devoran. “¡Tengo el dedo gordo del pie...!”. Pero igual te embola, a veces estoy con un estadete... y te vienen a hablar. El Enano [Sebastián Teysera] me decía que hubo un momento en el que veía venir a un flaco con una remera de La Vela Puerca y cruzaba, no por mala onda, es que hay veces que no tenés ganas del abrazo.

-Volviendo a la música, después de hacer un disco tan extenso y complejo como Se pule la colmena (2011), ¿cómo creen que va a ser el próximo disco?

PD: -Corto. Uno con un tema.

GA: -En verdad nunca sabemos, porque no somos el tipo de banda que hace 40 temas y elige los que van, siempre fue “esto es lo que tenemos, hasta acá llegamos”. Lo que pasó con Se pule... fue que hacía mucho que no grabábamos y había una cantidad enorme de canciones.

PD: -También yo estaba escuchando un disco largo como el disco blanco de los Beatles, y pensaba que estaría bueno hacer un disco así. En el que se puedan meter esos gallos que cantan, que le gustan al Topo, y que no podés meter en un disco de diez temas...

GA: -Acabo de grabar unas vacas que me encantan...

-La parte de composición también cambió, ¿no? Porque ustedes eran de componer en los ensayos, en forma colectiva, y hoy en realidad hay más bien temas de cada uno...

PD: -Eso cambió con Uno con uno y así sucesivamente [2006], luego del cual nos separamos durante casi un año y medio, y el Topo y Marcelo se fueron para España, pero habían dejado unos demos. Y yo empecé a escribir unas letras y empezamos a “meilearnos”. Tuvimos que cambiar la forma de componer. Pero ahora está eso de la computación...

GA: -El primero que tuvo una computadora fue Marcelo -un futurista-, pero llegado el tiempo, más o menos todos tenemos una, y podemos grabar nuestras ideas.

PD: -Claro, antes cada uno traía una idea y la desarrollábamos en los ensayos, pero después, ¿en qué ensayos? ¿En los que estamos preparando un toque para el Solís? Otra vez lo mismo: dos cosas a la vez. Ahora todos tienen familias, todos tienen sus cosas, pero sigue existiendo la misma satisfacción; el Topo me mandó unas cosas y ya se me ocurrieron otras... La excepción son los ensayos de los sábados, que son de 14.00 a 19.00, y ahí hacemos un asadito, es otra cosa, más social. Pero no tenemos tiempo para hacer muchos de esos ensayos, de esos asados.

GA: -Vos te das cuenta de que hace 25 años que estamos ensayando. Y sin embargo, eso todavía se sostiene.

-Bueno, ésa es otra pregunta: ya hace un cuarto de siglo que están con la banda, viven de eso. ¿Se lo imaginaban cuando arrancaron en Juntacadáveres y esos boliches?

PD: -No nos imaginábamos ni que fuéramos a sacar un disco. Todavía me acuerdo de estar buscando donde presentar Amanecer búho e ir a la Zitarrosa -que recién se había abierto- y decir “no; esto nos queda grande”. Y tenía 50 entradas más que El Galpón, que fue donde lo presentamos.

GA: -Y así también es como salió lo del Solís; viendo lugares donde poder presentar el Se pule... en los que entrara todo el mundo. De pronto fue “¿y el Solís?”.

PD: -Y fuimos a hablar con[Gerardo] Grieco y nos dijo: “Acá no se presentan discos, pero si quieren hacer una recorrida por la carrera de la banda y que tenga un énfasis en lo visual, sí”. En ese momento pensamos “y bueno, decimos que es una recorrida por la carrera y presentamos el disco...”, pero no pintó. Ahora lo de la recorrida es verdad. Pero todo bien con el Solís: lo que estamos haciendo no es rock’n’roll.

GA: -Hay otra cosa sobre tocar en el Solís, y es que el lugar es hermoso. Es un placer. No debe haber un lugar más lindo donde tocar, ¿a dónde vas después...?

PD: -¡Al Adela...! No paramos hasta el Adela Reta... Hay muchos lugares lindos; el Metro es lindísimo, pero no es una sala de conciertos. Un día está Jorge Corona, después Buenos Muchachos, después un show infantil, después un hipnotizador, después La Trampa...

-Me gustó lo del Adela Reta, eso sería distinto...

PD: -Mirá, ¿sabés cuándo nos salen las cosas a nosotros? Cuando no nos interesan más. En un momento, el Topo estaba viajando con esa idea y habíamos mandado una carta, pero después los demás dijimos: “no queremos tocar en el Solís, vamos a hacer el disco y no tocamos en el Solís”. Y entonces llega Leo [Billar, mánager de los Buenos Muchachos] y nos dice que lo aceptaron. Las cosas nos salen cuando les sacás el asunto del fracaso, de tener que pelearla. Bo, tenés 25 años tocando, y ya está, ya no hay más favores. Y ahí empezás a interesar.