El comienzo de Montevideo Capital Iberoamericana de la Cultura (MCIC) 2013 se sitúa en aquel polémico video emitido por cadena nacional a principios de año, en el que varios artistas de distintas disciplinas cantaban “Una canción a Montevideo” de Mauricio Ubal en el despacho de la intendenta, Ana Olivera. Los excluidos del audiovisual fueron la música tropical y la literatura; extrañamente, por ejemplo, no se consideró la participación -en foto o en persona- de ningún escritor.
La primera actividad de enero consistió en cuatro recitales simultáneos en diferentes puntos de la rambla capitalina: en Kibón se presentó Bajofondo, en la playa del Cerro la banda colombiana La 33, en bulevar Artigas Molotov y en la plaza Virgilio el grupo brasileño Olodum. Luego, en el transcurso del año, se fueron incorporando distintos acontecimientos artísticos, con el logo distintivo de la capitalidad. Así pasaron la Comédie Française, los festivales Montevideo Tropical y Llegando a Montevideo, obras de teatro extranjeras como La tempestad (Rusia), Ricardo III (Brasil) y Villa + Discurso (Chile), una muestra nórdica de danza, la exposición de siete cortometrajes por los 40 años del golpe de Estado y conciertos de cámara.
De un arranque promisorio, como fueron los recitales inaugurales, el cronograma se fue decantando en un acoplo de proyectos, públicos o privados, en los que MCIC participó con auspicios económicos, de producción y difusión. La desazón no radica en el apoyo a numerosas actividades artísticas e instituciones, sino más bien en lo que pareció ser la carencia de producción interna, más allá de los proyectos puntuales antes nombrados. De este modo se insertaron en el cronograma distintas actividades que ya existían o estaban en vías de, evidenciando una carencia de gestión al momento de construir una agenda propia representativa del concepto de Capital Iberoamericana de la Cultura. Ejemplo de esto es el reciente Mundial de Poesía, el Festival de Cinemateca, las giras de artistas ya pautadas -como Silvio Rodríguez y Alejandro Sanz-, la exposición inaugurada en mayo de la Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas, la concurrida exposición de Fernando Botero en el Museo Juan Manuel Blanes y la de Rafael Barradas en el Museo Nacional de Artes Visuales, el Festival Internacional de Artes Escénicas -que se realiza de manera bianual-, la muestra fotográfica Músicos, del Archivo Lauro Ayestarán, organizada por el Centro de Fotografía, la 36ª Feria Internacional del Libro, el propio plan de Fortalecimiento de las Artes, que pertenece a la Intendencia de Montevideo (IM) y había sido lanzado a mediados del año pasado y el programa Esquinas de la Cultura, iniciado en 2005, el Contrapedal Fest, realizado desde 2006, el certamen de Carnaval y el desfile de llamadas.
Al ser consultado, el presidente de la comisión de MCIC, Héctor Lescano, cree que sí hubo una agenda propia, a la que se integraron eventos que de alguna manera “están en el calendario de la cultura más tradicional”. Dijo que hasta ahora hace una evaluación positiva, teniendo en cuenta el pluralismo y la convocatoria en medio de las “severas limitaciones presupuestales” con las que cuentan. Lescano dijo que la IM tiene muchas prioridades que trata de cumplir, y el proceso general aún no ha culminado, ya que faltan dos de los tres pilares más importantes: “Prácticamente nos hemos dedicado a eventos, dentro de los cuales destacaría el concurso de las Instrucciones del año XIII. Y otros de gran convocatoria, tanto a nivel de teatro comunitario como de las óperas del [teatro] Solís, la Comedia Francesa o los recitales de enero”.
El segundo pilar consistiría en dejar huellas en la ciudad; por ejemplo, se reconstruyó el Teatro de los Artesanos, del barrio Peñarol, replicando una experiencia de la anterior MCIC -bajo la administración de Mariano Arana-, como fue la creación del teatro Florencio Sánchez del Cerro, hecho que Lescano considera una “expresión de arte y cultura popular”.
El siguiente pilar sería el de la reflexión, sobre el que se encuentra trabajando un grupo coordinado por César Mautone, y tiene que ver con “una amplia convocatoria a todo el mundo de la cultura”, para poder desarrollar mediante seminarios, talleres y publicaciones una reflexión sobre las carencias y necesidades próximas que culminará en la redacción de 20 instrucciones para entregar a los candidatos presidenciales de todos los partidos políticos, “en un esfuerzo para que la cultura ocupe un nivel central en las políticas públicas”.