-Tabaré, tengo claro que tu proyecto solista se diferencia de Agarrate Catalina, pero ¿vos sos Catalina?

TC: -La Catalina tiene 12 años, los primeros tres años fueron un proyecto de mi hermano Yamandú con una barra de amigos de él que participaba en Murga Joven, donde él también escribía. A partir del año que se presentan por primera vez en el carnaval mayor, nos integramos mi hermano Martín y yo. Digamos que yo estuve dirigiendo la murga hasta 2011, ahora sigo escribiendo y componiendo, pero el director es otro.

-Específicamente ¿si alguien atacase o elogiase a la murga que es hoy, también te atacaría o elogiaría a vos?

TC: -Bueno sí, yo soy La Catalina.

-Te lo pregunto porque el videoclip “La Violencia” ha generado muchos comentarios, de los buenos y de los otros, en redes sociales y medios. Quizá esa fue la intención original. ¿Qué opinión te merece a vos?

TC: -No solamente participo en el clip sino que la letra y la música son mías. Mirá, nosotros y todos los ciudadanos del mundo que vivimos en este tiempo y en esta coyuntura estamos muy preocupados por el tema de la violencia, y la manera que nosotros tenemos de encarar al mundo es con las herramientas que disponemos, la música, la lapicera y la guitarra. De esa manera lo hicimos, y con la intención de tratar de aportarle algo a la sociedad.

-En muchos casos la gente intenta buscarle el pelo al huevo, y en ese sentido hay quienes dicen: “Los violentos no están solo en el estadio y en las cárceles”.

TC: -Es verdad…

RR: -Son unos tarados, sabemos que los violentos están en todos lados, pero ¿quién es perfecto en hacer una canción y tocar un tema perfectamente? Ellos hicieron eso porque les parece que uno de los lugares en que hay más violencia es en el estadio y en las cárceles, donde los primeros van a descargarse y los otros están hacinados. Lo importante es cantarle a la violencia. Los que están diciendo esas boludeces que hagan algo, que se pongan a escribir, etcétera. A mí me parece que el video es maravilloso y que los músicos le dediquen tiempo a eso cuando pueden estar disfrutando, cantando, ganando guita y olvidándose de todo, es muy valorable, y la gente debería estar agradecida. Para la canción que hizo NTVG en contra de la violencia hacia la mujer me invitaron a cantar y fui encantado, porque me parece que aporta, al igual que este video.

TC: -Cuando somos músicos estamos exponiendo nuestro corazón y hay un contrato tácito -que todos sabemos- donde la gente va a opinar sobre lo que hacés, porque estás haciendo algo público. Si no, yo le hubiera escrito una carta a mi vieja y a la gente que quiero en la que dijera, “mirá pienso esto de la violencia”, pero al hacerlo público hay que tener la suficiente seguridad en uno mismo como para seguir adelante con la bandera, creyendo en lo que uno hace sin pecar de soberbio y siendo respetuoso. Aunque, en definitiva, la gente siempre elige a barrabravas y eso hay que saberlo, porque hay que confiar en la gente y desconfiar de la multitud. Nosotros hicimos esto, no es ni una revelación ni una cosa de iluminados, es lo que piensa un grupo de muchachos de barrio.

RR: -Los comentarios críticos seguramente no alcanzan a superar la cantidad de gente que está feliz por este video. El Facebook ayuda muchísimo. Yo gané un Grammy gracias al Facebook, pero también ayuda a que muchas personas que no entienden nada opinen de cualquier cosa. Si estamos hablando de esto, es porque es un éxito, pero para el bien de la sociedad, no un éxito para la venta de discos. A mí no me llamaron esta vez para cantar pero hubiera ido encantado. Yo era de la barra de la Ámsterdam y me fui, voy a la Olímpica. Soy hincha de Peñarol, pero cuando me dicen “bo, Peñarol” me siento con vergüenza de Peñarol, de la violencia por gusto que hay. Es una locura, arranca el partido y ya están cantando “los vamo´ a matar”. Igual en un partido de tercera contra un cuadro “chico”, sin un hincha de Nacional, es cualquier cosa.

TC: -A mí me pasa lo mismo del otro lado, soy hincha de Nacional y no voy más al estadio.

-Estaba pensando que no hace tanto tiempo había problemas de esa índole en los recitales, quizás más afuera que adentro, pero se daban esos enfrentamientos entre civiles y policías, había violencia, había problemas y hoy podríamos decir que ya no los hay. ¿Es así?

TC: -Y sí, es verdad “siempre en los conciertos pasan cosas raras / tengo mucho miedo que venga la mala”… ¿Cuánto hace que no se arma lío en un concierto de rock? ¿Y en carnaval?, que es la competencia más encarnizada que hay, donde hay un trompo solo para 20 nenes, hace años que por suerte no hay problemas.

RR: -Pienso que lo que pasó en la música con La Vela [Puerca], NTVG, La Catalina, La Triple [Nelson], con las nuevas generaciones, fue una bendición. Desde hace 20 años a esta parte, las bandas han crecido muchísimo, recuerdo cuando hace 25 años insistía en las radios para que pasaran música uruguaya, hoy vemos el resultado. Los jóvenes se iban del país porque no tenían de dónde agarrarse. Cuando empieza a aparecer el rocanrol frente a la tristeza se da un respiro, una renovación.

-La pregunta obligada en las entrevistas a músicos locales por mucho tiempo fue si en Uruguay se podía vivir de la música, y hoy se podría decir que sí.

TC: -Sí, con mucho sacrificio y atendiendo prácticamente como San Martín de Porres la bilocación, estar en dos lados al mismo tiempo. Estas últimas dos semanas -puede asegurártelo Ruben- adolecí de eso, es decir, toqué en estas últimas dos semanas en diez lugares haciendo notas al mismo tiempo, durmiendo tres horas por día. Es un sacrificio, pero más sacrificio hacen los muchachos que están en los carritos juntando basura y que no salen a afanar, que son gente decente y de bien, que salen a requechar con frío o lluvia.

RR: -Es muy difícil vivir de la música en Uruguay, y si no tenemos a Argentina es casi imposible vivir bien, podés pichulear; si el próximo disco de Tabaré o el mío no salen en la radio o no andan, tenemos que salir a mangar. Por suerte se superó el asunto del impuesto que nos querían cobrar a los músicos en Argentina, hay que sacar una residencia temporaria. Aparte, lo que ellos dispongan dentro de su país está bien, porque es su país. Yo toco por toda Argentina, por ejemplo en Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, allá en el fondo donde está el petróleo, y me dicen “mañana viene La Catalina”, cruzo a otra ciudad a 100 kilómetros y me dicen lo mismo. Ocuparon un lugar maravilloso en Argentina, como si fueran un grupo de rock. Estoy súper feliz de que eso pase. Agarrás un diario de allá y hay más artistas uruguayos que argentinos.

-¿La música no se convirtió en un producto de exportación?

RR: -No, tocamos lo mismo que antes, sólo que con mejor producción, mejores estudios. Ojo, tampoco es que vamos a pedir trabajo a Argentina, nos llaman porque les gusta lo que hacemos, algo que tampoco pasa sólo con los uruguayos, porque van artistas de todos lados, es un país bondadoso en ese sentido. Entran todo el tiempo artistas de todos los estilos, son culturalmente muy abiertos.

TC: -Entiendo lo que decís, como artista lo siento, la sociedad me devuelve cantidad de cosas, visiones críticas, porque somos así. Creo que el principal conflicto humano, social, de las sociedades y las personas, está entre el ser y el deber ser, lo que nosotros somos y lo que nosotros creemos que deberíamos ser. Hay un psicólogo que dice que los países tienen personalidades como las personas: países más psicóticos, países más neuróticos, etcétera. La personalidad de nuestro país, la idiosincrasia, tiene un conflicto entre el ser y el deber ser. Nosotros fuimos siempre un país que quiso pero no pudo, y ahora está pudiendo ser. En esa transición o adolescencia que nos toca vivir, ese conflicto nos afecta a nosotros, los que estamos asomando la cabeza y empezando a ser. El país te pasa factura, la sociedad te cobra.

RR: -El uruguayo empareja para abajo, éste es un país que no tiene cracks, en este momento está de moda [Luis] Suárez…

TC: -Te voy a decir lo que me parece, yo hago cosas pero también estoy observando porque tengo que vivir y he tratado de descifrar de qué se trata el asunto.Me parece que Uruguay, nosotros, los uruguayos -y no me pongo afuera- tenemos una cultura de la apología del fracaso, venimos históricamente así, nuestro héroe nacional no triunfó, se fue derrotado, los campeones mundiales murieron en la pobreza, [Eduardo] Mateo murió mangando, [Alfredo] Zitarrosa no murió rico, [Eduardo] Darnauchans, todos sabemos… es la de David y Goliat …

RR: -El mejor pianista de América Latina toca en boliches para tres personas…

TC: -Esa leyenda es según la construcción psicológica que los uruguayos hacemos de nosotros mismos. A nosotros nos parece mal, y aparte nos va bien después de muchos años. Rada recién pudo comprar su casa, es difícil lidiar con eso, con esa mochila, porque vos también sos uruguayo, y de alguna manera le tenés miedo al éxito. Yo no quiero ir por el barrio y que la gente me grite “te agrandaste”, entonces está bien cultivar la humildad; porque si sos un agrandado, andás presumiendo, mostrando alhajas, haciendo giladas y comiéndote un globo y creyéndote parte de un star system que no existe, probablemente seas un gil, pero no es el caso de ninguno de los músicos uruguayos.

-Rada siempre dijo que aquí no le habían perdonado que hubiera hecho “Cha cha muchacha”.

RR: -Tuve que decirlo porque conozco a mi gente. Antes de grabar el disco dije: “Voy a hacer un disco comercial”, y si leés las notas anteriores, yo me quejaba también, hablaba de los Fattoruso, de Urbano, y siempre defendía a Mateo hasta que en un momento dado, para quedarme en el país, dije: “Pa, loco, si no grabo un disco que pegue no puedo vivir”. Lo hice para vivir con mis hijos. Me rompí el culo para vivir bien y que mis hijos pudieran vivir en Uruguay…

-¿Cómo se pueden cambiar esas cosas?

RR: -Nosotros no tenemos que cambiar nada, que lo cambien los políticos. Nosotros tenemos que tocar música y las cosas se van dando solas, con tu comportamiento. Yo llegué hasta aquí por mi comportamiento, por caminar derecho, yo defiendo a mi raza portándome bien; tuve oportunidad de fumar marihuana durante mucho tiempo y no lo hice, ni me drogué, porque tenía terror de que la gente dijera “este negro de mierda”. Soy un negro conocido acá y en el Río de la Plata, cualquier macana que me mande perjudica a mi gente. Traté de ayudar con mi conducta. Yo ayudo, sí, pero no tengo obligación de cambiar nada, lo he dicho en muchos lados: soy un tipo encarcelado en mi propio personaje. Imaginate que hiciera cosas como una estrella de rock, ¿cuánto tiempo hubiera durado mi música en Uruguay?

-¿Ahora está condicionada tu creación?

RR: -Para nada, ahora me estoy divirtiendo. Hice un show de tango, ahora Amoroso pop, ya no hago discos para ganar plata, los hago para divertirme, y si me critican ya no me duele, porque estoy más cerca del arpa que de la guitarra. No me preocupa, la música ya la hicimos. Charly García ya hizo la música y hay gente que se molesta porque ahora no arma quilombo, yo quiero que esté vivo y se divierta por todo lo que nos dio, no tengo vidas para agradecerle, ni a él ni a Cabrera, ni a León [Gieco], ni a todos los que hicieron… León es como Gandhi, se va al último pueblito y les enseña a tocar el violín, lo que sea…

TC: -Es un crack, mañana tocamos con él -en un rato me tomo un ómnibus de línea para Florida, la murga ya se me fue, lo que te hablaba de la bilocación. León viajó para cantar, pero mañana de mañana va a una escuela, come con un vaso de plástico y se queda a dormir en un colchón humilde, y eso está bueno, podés estar de acuerdo o no con su actitud política, pero el compromiso social, la gauchada, la bonhomía y el relacionamiento horizontal no se compran en farmacias. Y él tiene credenciales como para haberse agrandado, sin embargo elige eso. Me parece que está bueno. Insisto, no hay que mirar a un músico como un profeta…

RR: -Ni como tipos inteligentes, ¡no somos inteligentes!

TC: -Ésta es la industria del entretenimiento también, no hay que olvidarse de eso, somos artistas. Cada uno tiene lo que tiene para decir y hay que tomarlo o dejarlo, de última comprás el disco o no lo comprás.

-Tabaré, ¿qué significa para vos compartir este show con Rada? ¿Es la primera vez que compartís escenario con él?

TC: -No, en el disco Fan me invitó y cantamos juntos una canción, aunque ésta es la primera vez que tocamos en un mismo escenario cada uno sus canciones, y que estamos haciendo todo juntos. Es cierto, fue una iniciativa de la compañía discográfica, pero porque vio que había buena onda entre nosotros, que la música y el publico de cada uno eran compatibles. Tampoco se trata de mezclar agua y aceite por cuestiones comerciales, no olvidemos que ambos venimos de la murga. Igualmente siempre pregono que la música no tiene etiquetas, y si agarrás la discografía de ambos vas a encontrar infinidad de géneros. Hay músicos que tienen versatilidad y pueden entrar en todos lados, como por ejemplo León; ahora vamos a estar junto a él en Cosquín Rock y Cosquín Folclore con La Catalina… yo estuve en el Pilsen Rock y funcionó, al principio me chiflaban y después terminaron todos aplaudiendo y pidiendo otra, cantando “Uruguayos campeones”.

-Hablemos de discos. Tabaré, vos estás un poco en el debe, con el disco para salir…

TC: -Sí, no he tenido tiempo para nada y hace ya dos semanas que tengo parado mi nuevo disco, Malandra. Están esperando por mí para que vaya a grabar las voces. Estos días va grabar León Gieco, justamente en la canción que le da el título, que pensábamos sacar de adelanto para las fiestas. Canción que, por otra parte, funciona como contrapartida de “Violencia” de La Catalina. Supongo que en marzo ya estará en la calle. Es un disco muy roquero con coros de murga, salvo Malandra, que es justamente una cumbia villera. Por eso digo que no hay etiquetas, ya que el corte de difusión de un disco que promociono como roquero será una cumbia.

-Más allá de etiquetas, eso denota cierta apertura.

TC: -Es una apertura donde la etiqueta no corre por nuestra parte. La gente tiene etiquetas y le cuesta no usarlas, son como una tabla de salvataje, te ahogás y te agarrás de cualquier cosa. En este gran supermercado de la música, con tanta oferta, la gente trata de agarrarse de algo, con ciertas ideas que quizás a priori son dogmáticas y esquemáticas, y preguntan: “¿Yo qué soy?”. Y para responder eso se definen por lo que no son, de ahí que alguien diga “me pongo esta camiseta porque yo soy esto y odio a todo lo demás”. Ésa es una mentalidad primitiva que hoy se rompió, pero mucho menos de lo que creemos.

-Capaz que vos con “Cha cha muchacha” contribuiste a ese cambio, Ruben…

RR: -No, yo no, porque nunca estuve en el rock, nunca estuve en el jazz, nunca estuve en nada, yo no soy..., ¿cómo te puedo decir? Yo no canté rocanrol toda mi vida, he hecho de todo, lo que cambié fue sacarle acordes a la música y solos de guitarra, esa ecuación de los músicos, y puse el comercio, el estribillo, que suene bien, puse máquinas, etcétera, pero nunca fui un fundamentalista. Cuando me dicen “bo, sos el rey del candombe, Negro”, no, el candombe está allá abajo, lo tocan los muchachos de allá abajo. Nosotros, los músicos, hacemos música gracias al ritmo del candombe.

-La del estribo, contame de Amoroso pop y el libro que acabas de publicar.

RR: -Amoroso pop, gracias a que voy a tocar con Tabaré el 19 en el Teatro de Verano, lo va a ver mucha más gente de la que lo vería si lo presentara en El Galpón, ¿soy claro? No le veo mucho futuro en vivo, porque lo hice para no tocarlo. Tengo 70 años, tocar y cantar me cansa, por eso le escapo un poco. No estoy con ganas de salir de gira, no porque no me guste, pero no quiero perder tiempo, quiero seguir componiendo canciones nuevas. Ya tengo un disco con mis hijos, Lujuma band, en el que cantan ellos y yo, me gustaría poder editarlo primero en el exterior, es un disco para sonar en todo el mundo. Del libro te puedo decir que lo hice junto a Fernando Peláez y cuento mucha cosa, hay que leerlo.