-¿De qué hablamos cuando hablamos de propiedad intelectual?

-Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos en contacto con la propiedad intelectual. Los políticos en Uruguay hablan de innovación, de desarrollo, de cómo hacer que los uruguayos inventen más porque eso mejora el PIB [Producto Interno Bruto], pero no pueden desarrollar la idea. En el mundo se habla de que un país es desarrollado cuantas más patentes se presentan. Es difícil de demostrar, pero es lo que todo el mundo habla y más ahora cuando empiecen las campañas políticas. La Asipi busca promulgar la defensa de los derechos de la propiedad intelectual, es decir, la creación humana.

-¿En qué sentido?

-Pongo de ejemplo esto -que no es muy agradable-: una de las peleas en las que se está es en la defensa del derecho a las marcas. Si vos mirás las cajillas de cigarrillos tenés que entender que si tienen una marca son una propiedad privada igual que la patente. Obviamente es difícil hablar de propiedad intelectual y salud porque es un tema muy complejo, porque no puedo decir que lo que te están poniendo en la caja sea mentira. Pero cercenaron un derecho que los gobiernos otorgaron. Un ministerio te da un derecho para usar una marca, y otro ministerio te dice que uses este otro pictograma. Y eso es contagioso, se está extendiendo a otros rubros: ya está empezando a pasar con la comida chatarra o los chocolates. Es una tendencia mundial y ésa es la gran pelea, no contra el Estado sino contra la Organización Mundial de la Salud, y es difícil hablar del tema porque está la salud.

-¿Piensa que en la medida en que avanza el derecho en otros campos se va limitando la propiedad intelectual?

-Exacto. Se está expropiando el derecho que tiene una persona o una empresa. Después si el consumo es bueno o es malo para mí es secundario. Lo que defiendo es la propiedad intelectual; no estoy viendo el tema de la salud y tampoco lo quiero poner en la balanza porque no es el hecho.

-¿Cómo aborda Asipi el tema?

-Cuando un Estado va a sacar una ley que limita determinados derechos -como en el caso del tabaco- tiene que haber una consulta pública para que los interesados se manifiesten, cosa que en Uruguay no se hizo. Lo hicimos en Brasil, en Australia y ahora lo haremos en Inglaterra. Asipi marca posición pero sin entrar en el producto en sí ni en la salud.

-¿Están dispuestos a ceder en algo?

-Bueno, yo creo que evidentemente esto es el extremo. Me parece saludable que si un producto te hace mal se diga. Lo que no me parece conveniente es que no puedas tener el derecho a diferenciarte, eso va en contra de la libre competencia. ¿Cómo hacés para diferenciarte? Eso también va en contra la salud, porque vos no llegás a determinar qué producto es bueno y qué producto es malo.

-¿Cómo complejiza internet el concepto de propiedad intelectual?

-Internet fue pensada por ingenieros y en el medio entraron los abogados con una cabeza totalmente diferente, y es imposible acompasar internet con los aspectos jurídicos. Por ejemplo: tengo una marca registrada en Uruguay y otro tiene la misma marca registrada en Chile, y ninguno de los dos copió a nadie porque una palabra se le pudo ocurrir a cualquiera. Me meto en la página web y compro ese producto por Fedex. Es genuino porque le compro al dueño de la marca, pero al cruzar la frontera y entrar a Uruguay automáticamente pasa a ser un producto en infracción.

-¿Qué sucede con el derecho de autor?

-Cuando se habla de derechos intelectuales hablamos de marcas, de patentes y de derecho de autor. Con la marca, la protección es territorial: para tener protección la tengo que registrar en los países que me interesan. La diferencia con la patente es que si yo no la presento en el país en el plazo de un año cualquiera la puede producir en todas partes del mundo menos en los países que la tienen. El derecho de autor, por el Convenio de Berna[para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas], en cambio, es internacional, cubre todo el planeta. Ahora si le copio al coreano [Psy] el Gangnam Style tiene plata para atacar. Pero si mañana vos te enterás de que en Estados Unidos están copiando tu canción, vas a tener que ir allá a hacer el juicio y el primer abogado que contactes te va a cobrar 50.000 o 100.000 dólares para ver si llegás a ganar algo.

-En los 80 Estados Unidos lideró la posición de que la protección de la propiedad intelectual debía integrar el sistema de comercio internacional. Hace un año volvió a liderar en este tema con el cierre de Megaupload. ¿Cómo ve este tema en el futuro?

-La propiedad intelectual existe desde el inicio de la humanidad. En el momento en que empiezan a aparecer los oficios y querían diferenciar uno de otros los marcaban. Llegamos al extremo de que Estados Unidos con la Ley Sopa famosa quita la posibilidad de bajar una cantidad de productos. Tengo una computadora y quiero bajar en iTunes y no puedo comprarlo porque Agadu todavía no cerró un acuerdo con Apple para que yo le pueda comprar música a Apple y Apple pueda vendérmela. Si yo quiero comprar música por internet hoy por hoy no podría. ¿Cómo hago?

-¿La escuchamos en Grooveshark?

-En teoría no estás cometiendo delito, pero, ¿cómo la compro? Me compré feliz un aparatito de Apple TV en Estados Unidos por 99 dólares y cuando lo conecté acá, en Uruguay, me enteré de que no puedo comprar absolutamente nada (series, películas).

-Pero con el cierre de Megaupload se argumentaba se estaba defendiendo la propiedad intelectual.

-En teoría se está defendiendo al creador, pero también se tiene que defender al usuario. En Uruguay se tiene que posibilitar hacer las cosas bien, que puedas comprar las cosas, y hoy no están dadas las posibilidades. La expropiación te la hace el Estado, la piratería la hace el que baja sin pagar derechos, es parte de un gran juego económico. Si la torta tiene 100, hay que intentar que la mayor cantidad de los usuarios pague, poniendo las mayores limitaciones posibles, y ahora esas limitaciones son técnicas. También hay un tema cultural. Mi hijo me decía: “No se va a poder ver nada en internet”. Hay que preparar a los jóvenes, no pueden venir y tomar lo que quieran; es como tomar una casa: está vacía, voy y me instalo. Si vos querés ver un video, deberías comprarlo.

-¿Cómo evalúa la legislación uruguaya al respecto?

-Uruguay tiene una ley de marcas y una ley de patentes. Está muy bien, más allá de una nota del ministro [de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman], en la que hablaba de un gran avance de infraestructura de la ley de marcas... En eso sí tengo mis discrepancias, porque los servicios que Uruguay presta con lo que cobra de tasas de inscripciones es una categoría muy inferior a lo que debería ser. Si las comparamos con Brasil, las tasas en Uruguay son altísimas. Se habla de innovación, de desarrollo, de incentivar la creación, pero no se les da la posibilidad a los inventores locales de que paguen una tasa mínima y patenten. En la ley hay algunos artículos que benefician al inventor, pero paga lo mismo una multinacional que un inventor. Una patente en Uruguay está demorando 15 años y, cuando te la dan, te la dan por 20. ¿Qué incentivo se puede tener en patentar algo? Estados Unidos tiene una tasa alta de invención pero beneficia a las pequeñas empresas. Si Uruguay quiere motivar a los inventores, tiene que bajar las tasas; si quiere pertenecer al primer mundo en propiedad intelectual, tiene que crear un instituto que esté separado del Ministerio de Industria. Los legisladores no saben de este tema. Si miramos las discusiones de cuando se aprobaron las leyes de marca y de patentes no sabían de qué estaban hablando. Curiosamente ahora, el que ha tenido más contacto con la propiedad intelectual es [el senador Pedro] Bordaberry, porque su carrera política empieza en la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual, siendo director de la oficina de marcas y patentes.