Gustavo Ripa -Rumbo, Canciones para no dormir la siesta, etcétera- abandonó la publicidad para retomar la guitarra y editar su primer disco solista, Calma (Ayuí, 2010), un exquisito conjunto de versiones en guitarra sobre música popular uruguaya que fluctúan entre lo clásico y lo popular. A éste le siguió Más calma (Bizarro, 2012), en el que continúa en la misma senda, sumando al abanico a algunos compositores extranjeros. Ripa se presentará esta noche a las 21.30 en la Sala Zitarrosa, en el marco del primer Uruguay Más Música. Una buena oportunidad para hablar de la composición y recepción de estos discos serenos.

-¿Cómo definirías Calma musicalmente?

-Para mí, Calma fue muy sorprendente en los resultados. En realidad, cuando lo comencé a grabar lo hice más como un reencuentro conmigo, con la guitarra que hacía tiempo que no tocaba, con una idea que tenía desde hacía mucho tiempo. Me gusta mucho la música instrumental; se encuadra en ese camino donde fui encontrando cosas que concluyeron en un disco, que tuvo éxito en cuanto a ventas, ha sido Disco de Oro (2.000 ejemplares).

-¿Es el primer Disco de Oro de música instrumental?

-Lo tendría que investigar, no lo sé, no estoy seguro. Pero a todos les resultó muy particular el asunto porque en general la música instrumental no es una forma que el uruguayo escuche mucho. Igualmente, más allá de la cifra, entiendo que habla un poco de cómo fue recibido. Me llegaron muchos mails y mensajes de toda índole, expresando lo que han sentido con el disco. Algo que me encanta es que es “música para usar”; los escuchas dicen “salgo del trabajo estresado y pongo el disco” o “llego a mi casa, lo pongo y logro calma”, lo usan para dormir a los niños, lo usan masajistas para lograr relajación en sus sesiones. He tenido mails de algunas parejas que han parido con el disco de fondo argumentando que lograban el clima adecuado. Algo que sorprende y me llena de satisfacción.

-Se podría definir como música instrumental de canciones simples contundentes y precisas, pero hay una tendencia que banaliza y lo considera música funcional.

-Es una categoría, porque en realidad toda la música es funcional. Si te sentís medio bajoneado y ponés determinada música que te levanta, en realidad está cumpliendo una función. El problema es que lo que llamamos “música funcional” está muy asociado con un shopping, con el mercado y el consumo, pero toda la música es funcional.

-Claro, pero filosóficamente Calma apunta hacia lo opuesto, por eso te lo planteo.

-Bueno, apunta primero a lo que yo sentí hacer, a lo que tenía ganas. Después, considero que cada música tiene su efecto, lo busques conscientemente o no, y se debería tener un poco más de conciencia en lo que sucede en lo que yo músico hago, en lo que puede llegar a suceder mas allá de lo que tenga ganas de hacer. Pero a mí no me molesta en absoluto, creo que la música es para usar, me encanta que la usen, que tenga una función, que una madre me escriba y me diga que [el disco] tiene canciones que son referenciales de su infancia (“Negrita Martina”, “Príncipe azul” o “El país de las maravillas”), y que además son referenciales de varias generaciones, que tocan una fibra emocional, que “lo estoy usando para que mis niños descansen”. Siempre digo que lo que hago es antiadrenalínico; de la estimulación adrenalínica tenemos de sobra, a mí me surge trabajar en este camino o en ese sentir. Será quizás porque escucho mucha música “tranqui” que me provoca introspección, calma; creo que es un cúmulo de cosas que tienen que ver conmigo, con lo que vine haciendo, lo siento como una síntesis, desde la guitarra clásica que tocaba, hasta toda la etapa de la música popular con Rumbo y con Canciones para no dormir la siesta, básicamente, y otras experiencias posteriores. Creo que mi interés por lo músico terapéutico y mis actividades con los cuencos tibetanos -lo que apunta a lograr la relajación y combatir el estrés- siguieron un riel y se expresó en lo que es Calma en primer término. También es cierto -aunque me di cuenta después- que no había materiales parecidos. Si miramos los dos monstruos que tenemos al lado, Argentina y Brasil, éstos generan mucha música instrumental y en general hay materiales de guitarristas que tocan su música.

-Aquí el antecedente es el de Gonzalo Gravina interpretando a Eduardo Mateo en piano.

-Sí, está lo de Gonzalo y nada más, que recuerde. Lo que hay son músicas de autor en plan fusión, que también está buenísimo.

-Más por el lado jazzístico..., a eso me refería cuando te preguntaba cómo lo catalogabas.

-Es música popular uruguaya tocada en guitarra solista, creo que juega en las fronteras de lo clásico y lo popular. Camina por esa frontera, ya que en español no hay un término para lo que hago; en ingles, sí, se llama finger style, estilo de tocar con los dedos. En Argentina están Luis Salinas o Juan Falú -que tiene su base técnica en el clásico- y una cantidad más. En español no existe el término, porque los otros estilos serían de púa. Hay otro estilo también que se llama finger picking, ligado al country, que es parecido pero se agrega púa en el pulgar.

-Hay mucho de homenaje en todo esto. ¿Te cuestionás quiénes te faltan?

-Me faltan muchos... El sistema que empleo es que primero me guste a mí, tengo en el cajón cosas de Rada, de Estela Magnone, de Pippo Spera… y otras cosas que quiero seguir explorando.

-Igualmente, con Más calma abriste una puerta hacia los compositores extranjeros.

-Sí, no estaba previsto…, pero no tengo otra respuesta que decirte que tenía ganas de hacerlo, fue un antojo.

-También aparecés como compositor en “Simple mente”.

-Sí, una composición un tanto extraña porque la hago a partir del cuatro venezolano, un instrumento que recién estoy transitando y me tiene hipnotizado. Es una secuencia armónica, un mantra que se repite por cinco minutos, es una meditación. Además, incluí cantos de pájaros del Uruguay, que también forma parte de lo que yo he hecho. He participado en ese proyecto que se llama Voces Silvestres, el primer catálogo sonoro de aves del Uruguay. Está en la web www.vocessilvestres.com, trabajamos en base a 100 especies de las 400 que hay, soy un apasionado de las aves, descubrí leyendo que el efecto que su canto puede producir en las personas es muy beneficioso.

-Escuché una entrevista con Fernando Torrado en la que te considerás un “resucitado”. ¿Por qué?

-Soy un resucitado con suerte... Lo digo en el sentido de que estuve muchos años en otro ámbito de la música, la música publicitaria, sin crear espectáculos, y algunos años investigando el tema de la música y el sonido como herramienta. Resucitado porque retomé la guitarra seriamente y generé mi primer disco solista.

-¿Por qué cortaste? ¿Por qué volviste? Los hermanos Ripa -Flavia y Gustavo- tuvieron su momento de auge entre los 80 y los 90. Te formaste como concertista de guitarra... ¿Te absorbió el mundo de la publicidad?

-Me absorbió la publicidad, cuando me gusta un proyecto me meto de cabeza, pongo toda la energía, en un principio no me di mucha cuenta porque estaba fascinado con ese mundo. Aprendí muchísimo, de tecnología, de producción, porque a la mañana componés un cuarteto de cuerdas y de repente a la tarde hacés una salsa, porque la dinámica es así. Gracias al rubro conocí la tecnología porque pudimos acceder a una equipación a la que era muy difícil acceder. Hoy es muy fácil, pero en los 90 no lo era para nada. Yo vengo de la época de la cinta y la grabación analógica, y a través de la publicidad pude aprender mucho de grabación analógica, digital, secuenciación de midi, etcétera.

-¿Cortaste con la publicidad? ¿Cuál es el futuro de Gustavo Ripa?

-Sí; de la publicidad me alejé, vivo mucho el presente, no sé lo que va a venir, sé que voy a tocar esta noche en la Sala Zitarrosa, presentando canciones de Calma y algo de Más calma, y próximamente por el interior del país gracias a los Fondos Concursables. En mayo será la presentación oficial de Más calma, en la que espero poder estar con los músicos que me acompañaron en esta oportunidad.