Un día entero fue imprescindible para festejar este acontecimiento. Es que aquello que comenzó en 1998 como un pequeño aporte a la comunidad hoy se convirtió en la biblioteca más importante, que no sólo cuenta con una amplia colección de libros sino que funciona, desde esta semana, en un edificio construido con el asesoramiento de la Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines (EUBCA).

Desde la mañana del sábado, vecinos e integrantes de la biblioteca circulaban por la nueva sede preparando el festejo. A una cuadra de distancia ya se escuchaba la música que allí sonaba. A las 11.00 comenzaron a llegar los más puntuales y con ellos se iniciaron las visitas guiadas en las cuales se mostraba el edificio y se explicaba cómo estaban distribuidos los ejemplares. También se destacaba el rincón de lectura para niños, armado sobre un deck de madera con almohadones y cubos de colores. Este espacio no tardó en ser ocupado. Franco y Nahuel, de siete y diez años, respectivamente, se ubicaron allí con sus ceibalitas (aprovechando la conectividad, ya que la escuela está enfrente). El más grande contó que son usuarios de la biblioteca desde hace unos tres años. “Es lindo y muy fantástico”, dijo a la diaria Franco, describiendo el nuevo edificio. Contó además que le gusta leer libros de matemática e historietas.

Es que los alumnos de la escuela cumplieron un rol importante en el desarrollo del proyecto, que funciona enfrente desde 2006, en un espacio cedido por la Comisión Pro Fomento de Shangrilá, y el nuevo edificio fue construido al lado de su antigua sede. Desde ese entonces la biblioteca recibió visitas de los escolares asiduamente y fueron ellos algunos de los primeros usuarios en llenar sus fichas. También fueron de los primeros en tener el gesto de dejar sus monedas para colaborar con la caja chica con la que se compraban materiales básicos para mantener el servicio y en acercar a sus familiares y amigos. Éstos son algunos de los gratos recuerdos que mantiene su fundadora, Edelweiss Zahn, sobre los inicios.

Crece y crece

En 1998 Ciudad de la Costa ya había sufrido un crecimiento poblacional explosivo; sin embargo, en ese momento no contaba con bibliotecas públicas, situación que se ha mantenido hasta el día de hoy. Fue en ese año que Zahn, junto a un grupo de vecinos, decidió brindar este servicio a la población y así armaron una en un espacio cedido por un comité de base, logrando integrar a unos 80 usuarios. Allí la cantidad de libros fue aumentando lentamente gracias a donaciones y al Círculo de Lectores, en el que se aporta una pequeña cuota mensual para la compra de ejemplares nuevos que finalmente, una vez que fueron leídos por todos los integrantes del Círculo, pasan a la colección de la biblioteca. Este sistema les ha permitido, según Zahn, no sólo crecer sino también contar con las últimas ediciones.

Pero fue recién a partir de 2006, cuando se mudaron frente a la escuela ubicada en las calles Venezuela y San Francisco, que el salto fue significativo. Allí las donaciones y los usuarios aumentaron al punto de que el espacio cedido por la comisión quedó chico y tuvieron que comenzar a pensar en uno nuevo.

El proyecto para la nueva sede fue presentado en distintos organismos, hasta que fue aprobado por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, que financió 50% del costo de la obra. El resto se logró con apoyo del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), que brindó una partida fija de 70.000 pesos y financió dos espectáculos para recaudar fondos. Los vecinos también realizaron donaciones, al igual que algunas empresas de la zona, y aportaron mano de obra.

El edificio cuenta con dos plantas. La superior aún no está habilitada ya que faltan algunos arreglos. Allí se instalará un espacio de lectura y un Centro MEC.

La biblioteca Shangrilá cuenta con una profesional al frente. Zahn es bibliotecóloga y eso no sólo ha permitido que el material sea organizado correctamente, sino también que estudiantes de la EUBCA realicen sus prácticas allí y brinden su asistencia. “Seguiremos soñando. Son varios los aspectos a mejorar, por su importancia y necesidad, es prioridad ampliar el horario del servicio, que sólo es de nueve horas semanales, así como el de visita de los escolares, que es sólo de tres”, dijo Zahn.

También destacó como prioritario lograr la conectividad del lugar y la instalación de computadoras de uso público, así como contar con una base de datos con acceso a internet. Tal como explicó la bibliotecóloga, no existen ingresos económicos (más allá del Círculo de Lectores), los usuarios no pagan cuota, ya que, a su entender, “una biblioteca popular debe ser gratuita en todo sentido”.

De puente a puente

Algunas de las personas que se arrimaron a conocer la nueva sede destacaron la importancia que tiene en la zona, ya que es la única con estas características (existe además la biblioteca popular Tota Quinteros en Lomas de Solymar, que aún no cuenta con un edificio propio y, por lo tanto, no ha conseguido el mismo desarrollo que la de Shangrilá). Lucía Queirolo, que asistió a la inau-
guración, es usuaria desde hace cinco años. Vive en El Pinar pero viaja especialmente desde allí, ya que “no hay nada más en la zona”. “Me parece triste que no tengan más apoyo, creo que estaría bueno que la Intendencia [de Canelones] o el MEC los apoyaran, porque es todo trabajo voluntario el que realizan y la biblioteca realmente es una joyita. Edelweiss le ha dedicado parte de su vida, creo que habría que hacerle un homenaje, porque es una monstrua”, expresó.

Durante la visita guiada, la bibliotecóloga y colaboradora Diana Comesaña contó a la diaria que “la otra biblioteca popular más grande que ésta, que estaba ubicada en Montevideo, se incendió hace años, así que en este momento la de Shangrilá debe de ser la biblioteca popular más grande del país. Incluso es más grande que muchas bibliotecas municipales de la capital”.