En 2013 se cumplen 100 años del nacimiento de Lauro Ayestarán (1913-1966). El investigador y musicólogo uruguayo realizó sus trabajos desde una perspectiva latinoamericanista que posibilitó la comprensión de lo nacional en un contexto mayor, abarcando tanto la música culta como la popular del país mestizo. Dejó detrás suyo una obra sin precedentes, además de su extenso archivo que aseguró la existencia de diversas manifestaciones musicales de esta tierra.
El Centro de Documentación Musical Lauro Ayestarán (CDM) -que este mes cumple cuatro años- organizará varias actividades: hasta el 24 de abril se mantendrá la exposición de la Fotogalería del Prado, construida a partir de retratos tomados por Ayestarán en los viajes que realizó por el país en tren, ómnibus o carreta (entre 1943 y 1966), en los que registró más de 3.000 grabaciones. El 25 de abril inaugurará otra exposición en el teatro Solís, y continúa la serie de coloquios internacionales que el CDM puso en marcha en 2009, esta vez con el tema “El tango ayer y hoy”.
Sobre estos festejos, el rol del creador actual y otros temas hablamos con el director y el coordinador musicológico del CDM, Coriún Aharonián y Leonardo Croatto, respectivamente.
-En una entrevista de Leonardo Flamia para el semanario Voces, usted plantea que la llegada de María Simon fue providencial, porque entendió de qué se trataba el archivo y permitió el salvataje. ¿Cómo fue el proceso?
Coriún Aharonián: -En primer término, el Archivo Ayestarán estuvo -después de su temprana muerte en 1966- muchísimos años conservado por la familia sin que el Estado se hiciera cargo. La viuda insistió con los sucesivos gobiernos y no obtuvo respuesta. Parte del archivo salió del país hacia la Biblioteca del Congreso de Washington. Fue muy grave, una gran pérdida. Cuando en 2002 surgió la posibilidad de que el resto también se fuera, felizmente el Estado se hizo cargo, durante el segundo período de [Antonio] Mercader en el Ministerio de Educación y Cultura [MEC]. Firmó un protocolo con la familia y se responsabilizó por lo que quedaba del archivo. En 2002 Mercader fue sustituido por Leonardo Guzmán, quien nombró una comisión honoraria responsable. Mientras tanto, el archivo permanecía en la casa de la familia. Durante los tres primeros años del gobierno del Frente Amplio, el ministro [Jorge] Brovetto no se mostró interesado y el archivo quedó en la misma casa. Cuando María Simon asumió como ministra, entendió su importancia rápidamente y dispuso que se recogiera el material. El 26 de marzo de 2009 Simon tomó una resolución ministerial por la cual se creó el CDM sobre la base de ese archivo. A fin de ese año logramos obtener un local cedido en comodato por la ANEP.
-Nos rodean cientos de carpetas...
CA: -Ayestarán mantuvo un intercambio fluido con otros colegas muy prestigiosos, fue la forma que encontró de no estar encerrado, de estar integrado al mundo. En esa época se viajaba muy poco pero él se mantenía al día absolutamente en todo, incluso comunicado con las vanguardias en materia de musicología.
Leonardo Croatto: -Llama la atención, sobre todo, el sistema del relacionamiento de la información; una de las cosas que investigo es su construcción de la metodología de trabajo, qué agrupaba y relacionaba. Unas ya las estamos reconstruyendo y otras estamos en vías de, hasta contar con el panorama general. También hay apuntes manuscritos de futuras publicaciones, partituras de época, material de preparación de clases para acá y Argentina que son increíbles...
CA: -Era muy riguroso también en eso. A diario nos sorprendemos de cómo llegó a hacer tantas cosas en tan pocos años. Sin descuidar la docencia, dar conferencias, escribir artículos, trabajar en radio, difundiendo su trabajo para que no quedara encerrado como un tesoro en el gabinete del mago, poniéndolo a disposición del pueblo -aunque esta palabra esté fuera de uso-. Es algo conceptualmente muy importante.
-La exposición de fotos en el Prado es parte del archivo, ¿no?
CA: -El archivo fotográfico es increíble. Lo tenemos parcialmente expuesto en la Fotogalería del Centro de Fotografía de la Intendencia de Montevideo [IM] en el Prado. Sorprende la alta calidad que tienen las fotografías de documentación. El asombro de todos es que Ayestarán resultó ser muy buen fotógrafo. Además, se ayudaba de otros fotógrafos que colaboraban sacando fotos de tal entrevista, en tal lugar y tal pueblito; por ejemplo, Apolo Ronchi, de Paysandú, o, en los últimos períodos, Enrique Pérez Fernández, de Montevideo. En la exposición hay fotografías de “los otros”, digamos. Hay una colección de negativos impresionante y ampliaciones hechas por Ayestarán.
LC: -No se deben quedar con la versión de internet porque realmente no se compara.
CA: -Sí, la calidad del grano es sorprendente, son gigantografías de una nitidez impresionante. Se observan detalles que nosotros no habíamos detectado.
LC: -Qué hay arriba de la mesa de la persona que está grabando, por ejemplo, o el teléfono descolgado para que no suene durante la grabación...
CA: -Está el cieguito [Nicolás] Basso cantando en la feria y están los rostros de las personas que lo rodean, está el niño junto al músico callejero, está la esposa observando al esposo al que Ayestarán está grabando.
LC: -Cada foto es una historia, un cuento.
-Es muy interesante que la exposición de fotos sea en un museo abierto.
CA: -En estos días de Semana Criolla van a ser muy interesantes los cruces que se puedan dar. De hecho, ya se han dado algunos fascinantes, como una persona que quedó muy impresionada ante una fotografía de la exposición: el músico allí retratado era su abuelo.
LC: -O Aquiles Pintos, emocionado, porque se vio a sí mismo cuando tenía 30 años.
-El proyecto del CDM se basa en el espíritu latinoamericanista de Ayestarán. Además de su registro de la música popular, ¿cómo definirían su legado?
CA: -Fundamentalmente, tener una actitud ética. El eje de todo es su implacable actitud ética y la aplicación de lo ético a cuanta cosa hiciera. Después de observar su rigurosidad, estamos obligados a mantener ese nivel sí o sí.
LC: -También el rigor de investigar en profundidad y de situar las cosas en un marco epistemológico claro, concreto.
-En estos cuatro años el CDM ha organizado seminarios, coloquios (“Música/musicología y colonialismo”, en 2009, y “La música entre África y América”, en 2011) y ha realizado varias publicaciones, como el CD con grabaciones de las llamadas de los 40, 50 y 60 registradas por Ayestarán. ¿Cuáles son los siguientes proyectos?
CA: -Este año estamos celebrando el centenario del nacimiento de Ayestarán y, por lo tanto, habrá varios eventos relacionados. Hemos comenzado con la exposición a cielo abierto en colaboración con el Centro de Fotografía de la IM, que realmente ha hecho un trabajo magnífico. La exposición del Prado se cierra el 24 de abril y el 25 inauguramos una exposición de documentación en la sala de exposiciones del teatro Solís, bajo la responsabilidad de otros compañeros y en colaboración con el CIDDAE [Centro de Investigación, Documentación y Difusión de las Artes Escénicas], que lo seleccionó como su proyecto del año.
LC: -La muestra contará con cartas de personajes de la historia...
CA: -... que dialogan y discuten con Ayestarán sobre la problemática de ese momento. Hay carpetines, pautaciones, publicaciones, los aparatos usados por él (grabadores históricos que pesaban más de 30 kilos y que trasladaba en sus viajes)...
LC: -... un audiovisual, documentos sonoros y, además de las visitas guiadas, existirá un sector con ceibalitas para escolares, liceales y adultos, que tendrán la posibilidad de ver y escuchar documentos digitales.
CA: -Olga Picún es quien se está encargando de esto, secundada por el equipo del CDM; la estamos recuperando para el país tras 17 años de ausencia y tres posgrados en el exterior. La exposición de fotos estuvo a cargo de Federico Sallés con la colaboración de Viviana Ruiz y del equipo del Centro de Fotografía. En el CDM hemos tratado de generar un espíritu de equipo y parece que lo estamos logrando, con las responsabilidades repartidas horizontalmente.
LC: -Cuando nos mudamos éramos dos personas (María Hortiguera, que se jubiló, y yo) y ahora somos ocho (ingresaron Viviana Ruiz, Federico Sallés, Verónica Bello, Beatriz Ricci, Olga Picún, Leonardo Secco y Fabricia Malán). Además de los colaboradores honorarios, como Fabrice Lengronne, Mateo Soler, Lucía Germano, Mariana Gerosa y más.
-Continúan los festejos...
CA: -En el marco de la muestra del Solís, el 21 de mayo habrá una jornada de actualización para docentes de secundaria con cuatro seminarios sobre temas vinculados a Ayestarán y su labor. Luego, en la segunda mitad de junio, se realizarán unas jornadas de estudio en colaboración con la Facultad de Humanidades, sobre la personalidad de Lauro Ayestarán y sus aportes. Entre setiembre y octubre, continuando el criterio de los coloquios internacionales anteriores, tendremos otro titulado “El tango ayer y hoy”. En semanas sale el volumen correspondiente al segundo coloquio sobre África y América. Además del CD mencionado, hemos publicado un DVD con filmaciones de toques “madre” del candombe. Gradualmente saldrán sucesivas ediciones de material del archivo sonoro y DVD sobre unidades temáticas específicas.
LC: -Los CD y DVD se encuentran en distribución gratuita para centros educativos y docentes.
CA: -Hasta que no logremos resolver las trabas legales, nuestras publicaciones tendrán distribución limitada.
LC: -No están en las librerías, por ejemplo. Es una lástima, por la limitación del acceso.
-En diálogo con Viglietti -por 2008- usted sostiene que Uruguay ha bajado el nivel en materia musicológica y creativa y se refiere a cierta ingratitud de la clase política para con la gente de la cultura de izquierda…
CA: -Esa ingratitud existe. Es un tema complejo y no es sólo uruguayo. Por suerte hay situaciones específicas que permiten tener una visión puntualmente optimista. En el caso del CDM hemos tenido la suerte de contar con el apoyo y la comprensión de María Simon y después de Ricardo Ehrlich, fundamentales para que esto siga existiendo. Y hemos tenido apoyo de otros niveles jerárquicos, como la Dirección General de Secretaría del MEC, en una actitud de comprensión de finalidades.
LC: -También algunas incomprensiones. Hay una parte del Archivo Ayestarán que quedó rehén en el Museo Histórico Nacional, inaccesible no sólo para el público sino también para nosotros desde hace cuatro décadas.
CA: -No se entiende, ya que lo ideal es que se unifique en un organismo musicológico especializado, sobre todo cuando existe una resolución ministerial en la que se le confiere a la Comisión Honoraria la responsabilidad de todo el legado de Ayestarán, que, además, como usted ve, es bastante complejo. No es algo burocrático para que lo maneje un funcionario no especialmente calificado. Es algo muy divertido y apasionante pero también muy especializado, que exige un conocimiento de lo que se está manejando.
LC: -Fue más fácil conseguir una copia digital de partituras que estaban en Washington que acceder a este tercio del archivo que está en Ciudad Vieja.
CA: -Hasta hoy no hemos logrado unificar el archivo de Ayestarán conservado dentro del país.
LC: -Es el problema de las jurisdicciones, de los museos que consideran el acervo como una propiedad particular y no como parte del acervo nacional.
-¿Cuándo se abrirá al público?
LC: -Nuestro objetivo es hacerlo cuanto antes. Queremos que esté en internet todo el material posible para que en cualquier parte del mundo puedan escuchar una grabación de Ayestarán o leer documentos, y que puedan venir investigadores a realizar sus estudios. No hemos llegado a esa etapa, porque hubo una instancia de recuperación física, de conservación, mantenimiento, organización y más. Recién con estas exposiciones y con las publicaciones nos estamos acercando a la divulgación, pero nuestro objetivo final es ser una biblioteca y una fonoteca, y un archivo abierto.
CA: -Además, nuestro propósito inicial fue ampliar la base del Archivo Ayestarán a un centro de documentación más completo aún, incorporando más cosas. Todavía no podemos invitar a la gente a hacer donaciones porque por el momento no tenemos espacio suficiente.
LC: -Recibimos una colección de rollos de pianola fabricados en nuestro país, por ejemplo, donados por Boris Puga. Se le realizó una entrevista que está en el archivo.
CA: -Puga explica allí cómo funcionaban los rollos de pianola, cómo se hacían, el proceso de comercialización, el período histórico en el que tuvieron vigencia, etcétera.
LC: -Ampliar la base es eso también. Recibimos una donación y le hacemos una entrevista al donante... proyectos como “Los caminos de Ayestarán”, para ponerle un nombre, un proyecto que por ahora no hemos logrado financiar. Consiste en volver a los lugares donde Ayestarán hizo sus registros medio siglo atrás y ver qué es lo que está ocurriendo ahora; volver a hacer el camino con cámara, grabadores, dando pequeñas conferencias, conservando en lo posible la metodología de Ayestarán.
-¿Se puede pensar el CDM como lugar de resistencia cultural?
CA: -La labor cultural en última instancia siempre puede ser de resistencia. Quizá en ese sentido se podría decir que sí, pero no necesariamente en este caso. El término resistencia en nuestro país está muy ligado al período de resistencia contra la dictadura.
LC: -Sí, hay una resistencia en cuanto a la pérdida de la identidad cultural, ahí sí hay un trabajo de resistencia necesario que, en parte, también se da acá en el CDM. Poner a disposición, como referentes musicales, todos los contenidos de un archivo de grabaciones de varias décadas, como es el trabajo de Ayestarán, genera, inevitablemente, un punto de referencia para los músicos de hoy.
CA: -Ahí hay una cosa importante. Ayestarán no se manejó sólo con un aspecto de la cultura sino con una visión muy completa y polifacética de lo cultural y, en concreto, de lo musical. Por tanto, sus intereses iban desde la más refinada música culta de la vanguardia o de la Colonia o del Medioevo hasta las músicas de las culturas más alejadas, junto a todas las variantes de las expresiones populares de nuestro país. Un centro de documentación que recoge su legado tiene que ser lo más completo posible. Son muchos aspectos que se deben cubrir. Es muy importante que el país tenga documentación, que Fabini no sea un mero billete de 100 pesos sino que, además, sea alguien que se escuche -y ésta es la responsabilidad de los organismos que deberían hacerlo escuchar- y cuya obra se conozca. Que el docente pueda manejar información y documentación -a la que es muy difícil acceder-, sobre todos aquellos que han ido construyendo a este país en materia cultural.
-En 1986 usted decía que “no hay nueva sociedad sin nueva cultura”, ¿cuál sería el rol del creador y teórico actual?
CA: -Es muy importante que lo que se produzca dentro de la sociedad esté vivo, que lo que uno consuma sea una cultura viva, en el sentido de tener vitalidad y estar renovándose; una cultura estancada significa una sociedad enferma. Es muy importante entonces que haya una cultura vital y, al mismo tiempo, mantener la memoria histórica fresca, algo que permita dialogar con las posibilidades de innovación que siempre son sanas en la sociedad. Es una pregunta y un tema complicado. El CDM debe estar suministrando materiales que permitan el diálogo con la memoria y, eventualmente, el diálogo y la discusión con el presente. Una cultura que no se discute es una cultura con peligro de morir.
LC: -La disposición de algo vivo es algo que se mueve y necesita de que se rompan códigos o se generen códigos nuevos, lo que siempre es difícil de aceptar por públicos bastante anestesiados o adormecidos. Yo a veces pongo el ejemplo de las investigaciones que demuestran que la comida chatarra o que los cigarrillos comerciales tienen componentes que generan adicción. Creo que culturalmente hay adicciones y que las cosas nuevas tienden a romper. Hay una defensa de quedarse en las costumbres o en lo que ya se sabe cómo suena, aquello que no me cuestiona o desafía. En esa dialéctica se mueve tanto la música popular como la culta, y en esta última, la dialéctica y la resistencia a lo nuevo es más fuerte todavía. En este caso, hablo como docente y no como CDM, pero uno de mis objetivos es abrir la escucha, que no entre sólo lo que pasa por la grilla cuadriculada de lo que está establecido por el sistema tonal, de los medios, de la difusión organizada o de la industria. Y no es fácil, a jóvenes edades la escucha ya está muy predispuesta en lo que está bien y para aquello que suena raro ya no se tiene la curiosidad de investigar, sobre todo si hay algo que se dirige a mí como receptor. Lo nuevo de verdad te golpea, te provoca, te desafía. Ayudar a vencer la pereza de meterse con esas cosas es un objetivo. Creo que hay mucha autorreferencialidad en una generación de cantautores que es bastante extendida.
CA: -Lo que ha habido es un cierto afloje de ímpetu juvenil y una actitud más conformista quizá, y creo que hay una responsabilidad de los medios de comunicación muy importante. Lo que hay, en materia de producción cultural, es una diversidad como en cualquier momento histórico. Entre esa diversidad hay cosas con más y menos rigor, con más y menos autoexigencia, con más y menos riesgo, que son factores muy importantes en la creación artística. Pero también hay un papel muy importante en los medios de comunicación que privilegian lo banal. Eso sí es un asunto preocupante: inducir a la banalización del consumo también incide en cuál de los esfuerzos creativos llega a la gente, porque también se está entorpeciendo la comunicación normal de seres de una misma sociedad. Volvemos a la ética de Ayestarán: entender al artista como un ser responsable frente a la sociedad a la que se dirige, y entender a todo el entramado de comunicación de la producción artística como una responsabilidad de todos sus participantes -comunicadores, comerciantes, autoridades, burócratas- frente al juicio de la historia.