La pobreza y la indigencia continúan reduciéndose en Uruguay: mientras que en 2006 los datos indicaban que más de la tercera parte de los uruguayos se encontraba en condición de pobreza, durante 2012, quienes tuvieron ingresos inferiores que los que definen la línea de pobreza son el 12,4% de las personas.

Las cifras dadas a conocer el viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) corresponden al período enero-diciembre de 2012 y permiten observar la evolución tanto de la indigencia como de la pobreza, de acuerdo al método del ingreso.

Un hogar es considerado pobre si el ingreso que percibe es menor al de la línea de pobreza determinada para ese hogar, que tiene en cuenta la canasta básica de alimentos, la no alimentaria y el número de integrantes del hogar. Las personas pobres son aquellas que pertenecen a un hogar de esta condición. El 12,4% de personas pobres que registró Uruguay en 2012 representa una reducción de 1,3 puntos porcentuales en relación a 2011. La cifra indica que de cada 1.000 personas, 124 no superan el ingreso mínimo previsto para cubrir las necesidades alimentarias y no alimentarias básicas. Según áreas geográficas, se constata una proporción mayor de personas bajo la línea de pobreza en Montevideo (16,7%) y en las localidades urbanas del interior del país con menos de 5.000 habitantes (10,7%), mientras que en el interior rural la incidencia de la pobreza es bastante menor: 4,1%.

El informe destaca que la edad y la ascendencia racial son atributos personales que permiten identificar a la población más vulnerable: los niños y adolescentes y la población afrodescendiente son los que registran la mayor proporción de sus integrantes bajo la línea de pobreza. Entre los menores de seis años la pobreza se situó en 24,5% para el total del país, una cifra similar a la pobreza existente para toda la población cuatro años atrás. La situación contrasta con la de mayores de 65 años, en la que la cifra de personas pobres es 3,2%. Por su parte, la proporción de personas pobres con ascendencia afro -según su propia declaración- se situó en 27,2%, muy por encima del 10,4% de la registrada entre quienes declararon tener ascendencia blanca.

Al observar los datos en función de los “arreglos familiares”, se verifica que son los hogares unipersonales y los nucleares sin hijos los que presentan menor incidencia de la pobreza, mientras que los monoparentales y compuestos son los que muestran mayor proporción de casos debajo de la línea de pobreza.

Por su parte, la proporción de hogares en situación de indigencia para el total del país se ubicó en 0,5%, valor similar al observado en 2011. La cifra indica que de cada 1.000 personas, cinco no superan el ingreso mínimo previsto para cubrir las necesidades alimentarias básicas. Si se observa la indigencia a la luz de variables como la edad y el sexo del jefe del hogar, se constata que los niños son los más afectados por la pobreza extrema en todas las áreas geográficas. Los hogares con jefatura femenina presentan mayores niveles de indigencia que los encabezados por varones para el total del país.

Los indicadores que miden la desigualdad también mostraron durante 2012 una mejora en relación a 2011. El Índice de Gini, que se utiliza para medir la desigualdad de ingresos dentro de un país, pasó de 0,404 a 0,379 entre 2011 y 2012, una reducción de 6,2%. Otro indicador de desigualdad usualmente utilizado es la relación entre los ingresos del 10% más rico y el 10% más pobre de la población. En 2012, para el total del país, los hogares del décimo decil (el más rico) perciben casi 12 veces más ingresos que los del primero (más pobre). En el período que media entre 2011 y 2012 se observó un crecimiento del ingreso medio del primer decil del orden de 6%, mientras que en el último decil se registra una disminución de 5,7%, lo que implica una reducción del ratio entre ambos extremos de la distribución de ingresos, pasando de 13,3% en 2011 a 11,8% en 2012.