“El día de hoy es sumamente importante desde el punto de vista de las políticas que queremos definir hacia el futuro”, expresó ayer Sebastián Torres, director nacional de Industrias del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), en la previa a la presentación de un estudio que recomienda una estrategia competitiva para el conglomerado automotor-autopartista.

El contexto de desarrollo del sector es de crisis financiera. “Hoy en día, por cada economía real existen cinco economías del mismo tamaño, dedicadas al negocio financiero especulativo”, dijo Torres. Agregó que “es evidente que hay un desfasaje importante, que se está cobrando ahora desde el punto de vista del empleo”.

Otro factor de especial importancia para el sector automotor en Uruguay tiene que ver con la lógica de reorganización de recursos productivos. El fin del estilo de “producción fordista”, que concentraba toda la cadena productiva en un mismo territorio, produjo la fragmentación de los procesos productivos. En el caso de esta industria, la fragmentación abarca a decenas de países. “Los países deben especializarse en función de sus ventajas comparativas, pero también en función de las que tienen que desarrollar”, sostuvo Torres, por lo que, a su juicio, Uruguay tiene que definir “cuál es el próximo eslabón” de las cadenas productivas a nivel mundial que se instalarán en el territorio nacional.

Un antes y un después

Torres dijo que 2008 marcó “un antes y un después” en dos aspectos: por un lado, la conformación del Gabinete Productivo en el gobierno; por otro, la firma del acuerdo bilateral con Brasil. Este país diseñó un nuevo régimen automotor para el cuatrienio 2013-2017, con un programa estratégico denominado Inovar-auto, y se gestó como una política de largo plazo que busca atraer inversiones al sector en innovación, ingeniería de vehículos y manufactura, así como que las compras de piezas e insumos de producción se den en Brasil y en la región. El programa concede beneficios fiscales de hasta 30 puntos porcentuales a los inversores sobre el impuesto a productos industrializados para los vehículos producidos y vendidos en el país, como contrapartida de objetivos en ventas y generación de empleo.

El MIEM encargó a la consultora argentina Abceceb un estudio para elaborar una estrategia competitiva del conglomerado. Dicho estudio, financiado por el Programa de Competitividad de Conglomerados y Cadenas Productivas de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, fue presentado ayer por Maximiliano Scarlan y Dante Sica, quien coincidió con Torres en que el programa de promoción de inversiones brasileño representa “cierto riesgo” para las ensambladoras uruguayas. Señaló que un año después de implementado el nuevo régimen, el flujo de inversiones hacia Brasil se incrementó en 20.000 millones de dólares, lo que estiman que aumentará su capacidad de producir vehículos en 1,5 millones. Asimismo, contó que cinco plantas chinas ya habían tomado la decisión de instalarse en Brasil, algunas de las cuales lo habían hecho previamente en Uruguay. Sica sostuvo que pudieron existir sinergias entre empresas y el sector público para aprovechar esas oportunidades.

El eslabón perdido

La consultoría sugirió que el incentivo a la producción local se puede lograr con la articulación mediante reuniones sistemáticas entre las partes que integran el sector. Se identificaron tres 
subsistemas en el rubro, que 
funcionan “casi independientemente”: el de ensambladores, el de sistemistas “ad hoc” (productores de implementos como airbags, asientos de cuero y accesorios) y el de autopartistas. La idea, para Sica, es concretar reuniones periódicas para determinar de qué forma se puede asegurar el abastecimiento de componentes con mano de obra nacional.

Sugirió que la industria automotriz se enfoque en dos ejes: la “promoción del mercado”, desarrollando el interno y consolidando el externo, y el “acondicionamiento competitivo” para el sector autopartista. En opinión de Sica, Uruguay debería seguir el modelo de Chile, admitiendo ser un importador neto, pero contando con una “conciencia a priori”, y “no dejar que lo haga la inercia del statu quo”, como podría llegar a ocurrir con el sector “si no reacciona y se une”.

Respecto del estudio y sus conclusiones, Torres expresó que espera que “no queden en un cajón” y sostuvo que el gobierno lleva adelante varias herramientas. “El futuro del sector dependerá de la madurez de los actores en la lógica de la focalización en el eslabón”, sobre la base de reglas de juego que “para otros actores son diferentes”, concluyó.