Participaron en el 2º Encuentro de Escritores e Ilustradores de la Región. Son coautoras del libro Perra lunar (Buenos Aires, Edelvives, 2012), entre otros trabajos conjuntos. la diaria habló con ellas para conocer un poco más de una LIJ cercana pero todavía poco conocida en Uruguay.
¿Cuál es el camino por el que llegan a la literatura infantil?
Viviana Bilotti: -Estudié en una escuela con orientación artística, donde aprendí dibujo, composición, color, etcétera. Después cursé la Escuela de Bellas Artes -la extinta Prilidiano Pueyrredón de Buenos Aires- y me recibí de profesora de pintura. Seguí buscando, hasta que di con la ilustración editorial, gracias a dos talleres: uno con Elena Homs y, el mismo año, otro con el gran Istvansch. Fue fundamental para mí, sentí que había encontrado algo grande, lo que me gustaba hacer en la vida. Empecé a ilustrar hace unos nueve años, en una época en la que había mucho trabajo; así fue como experimenté en distintas publicaciones -revistas, suplementos de diarios, libros de texto- y dentro de la literatura infantil en novelas, libros de cuentos, poesía. Creo que llego a la literatura infantil por el camino que fueron trazando las imágenes y el propio oficio.
-¿Cómo ven a la LIJ actual?
Florencia Gattari: -Antes que nada, quiero decir que no soy una estudiosa de la literatura. Hay gente que se dedica a la crítica, a pensar lo que se está escribiendo, a interrogar las coordenadas actuales en el mercado de los libros. No es mi caso: yo leo y escribo. Sí me interesa tratar de entender lo que pasa alrededor y compartir con los colegas, pero lo hago de curiosa y no académicamente. En lo que a mí respecta, la literatura infantil es un espacio propicio para la exploración, sobre todo en lo formal. Para intentar ir, por ejemplo, desde una voz humorística a una voz más poética, y preguntarme qué me pasa con cada una de esos registros mientras escribo. Hay márgenes muy grandes para jugar en los libros para chicos. Y en este sentido, encuentro obras que me interesan mucho, que me parecen búsquedas muy singulares, y también productos estereotipados que no tienen para mí mayor relevancia. Creo que hay que ser un buen buscador para orientarse en la producción editorial tan grande que hay en este momento, y por eso me parece que es fundamental la presencia de los mediadores.
VB: -La verdad es que también me sentiría un poco incómoda opinando sobre este asunto. Observo y vivo este mundo muy desde el oficio. Estoy alejada de partes o engranajes que arman ese todo, y creo que en este sentido aportan mucho más los que lo vivencian o están en contacto directo: lectores, maestras, bibliotecarios, promotores de la lectura, escritores, editores.
-¿En qué medida se producen cruces entre Argentina y Uruguay?
FG: -No hay demasiados títulos de autores uruguayos en Argentina, y lo lamento, aunque la proporción parece ir creciendo lentamente. No sé cómo es la situación en Uruguay. Pero sí hay lazos, hay encuentros y hay interés por saber lo que se escribe y se ilustra de uno y otro lado; eso me parece un buen punto de apoyo para que los libros viajen.
VB: -Desde hace mucho tiempo los cruces siempre fueron muy caseros. Tengo amigos viviendo en Uruguay y, cuando puedo, elijo viajar, visitar librerías, conocer más y pasar algunas vacaciones allá. Somos vecinos, estamos muy cerca, y su gente, su paisaje, me conectan con otro ritmo, una vida más tranquila y amable. Hace un tiempo, aprovechando el intercambio por las redes sociales, blogs o Facebook, me puse en contacto con los colegas de Iluyos; de este modo podemos compartir ideas, proyectos e incluso hablar de las problemáticas del oficio. Participar en este encuentro fue la primera experiencia institucional y formal de intercambio para mí, gracias a los caminos de los libros y de la gestión artesanal que hace a diario Germán Machado.
-¿Hay alternativas a la lógica de mercado imperante?
FG: -Yo creo que alternativas siempre hay. A veces tienen que ver con defender un texto tal como uno lo sueña y ponerse un poco cabezadura; a veces, con buscar un interlocutor adecuado para la edición, porque no cualquier texto puede presentarse en cualquier editorial; y a veces, con esperar a que soplen mejores vientos.
VB: -En ese sentido, reviso el camino que venía haciendo. Intento estar atenta y en constante creación de una voz propia, que no es la mejor pero sí es la mía, desde donde puedo decir y crear sentido. Es una manera de despegarse, de que no sea lo mismo mi imagen que la de otro colega, ya que todos tenemos un recorrido y la posibilidad de escuchar esa voz. Se trata de construir un espacio personal, darle forma para que no sea el mercado el que me amolde a mí.