-Hoy (por el miércoles) juega Uruguay. ¿Te gusta el fútbol?

-Es que me pone muy nervioso esto de Uruguay. Me encanta el deporte, pero cuando juega Uruguay me pongo muy nervioso. ¿A qué hora juega?

-A las cuatro de la tarde. Te lo decía porque se vienen las clasificatorias al Mundial, algo que es inmediatamente relacionable con el litigio con Airto Moreira sobre los derechos de la canción del Mundial. ¿En qué está ese asunto?

-Hay dos cosas: primero, la música no es oficialmente la música del Mundial; segundo, todo está en manos de abogados. Yo ya había desistido, no está en una página de FIFA, pero la música está en todos lados, son ocho compases que se tocan por todos lados.

-¿Qué genera en vos todo esto? Es una canción grabada hace años, que viene a la palestra porque la remixaron y usaron esos compases.

-Exactamente, lo que genera es estupor, porque esta persona no es honesta y yo me había creído que era un juego limpio. Pensé que era decir “Che ¿te acordás de esto?”. “No, no me acuerdo”. “¿Cómo no te vas a acordar? ¿No te acordás cuando la hiciste? Si vos no la hiciste”. Él puso unas palabras en un tema mío que se llama “Paraná” y yo puse esos ocho compases en un tema de él. “Che, pero es un lío esto, ¿cómo hacemos?”. “Después lo arreglamos, porque ahora salió el disco”. “Ah sí, después lo arreglamos…” ¡Yo qué iba a saber que esos ocho compases iban a generar el dinero que generaron! ¿Eh? Tengo 600 piezas, me podía haber afanado cualquier otra… bueno, ligó y es un cobarde, porque ¿cómo no se acuerda?

-¿No es un poco la historia de los Fattoruso? A ustedes siempre los jorobaron, con Los Shakers también...

-Es culpa nuestra. Nunca llevamos a revisar los contratos a un abogado o a alguien que nos protegiera, siempre hicimos como en el cordón de la vereda, muy casera y descuidadamente. Nos pasó una cantidad de veces.

-¿Se reflexiona al respecto? ¿No se aprende, decís?

-Y, viste… No, yo soy así… Puedo entender al músico en su máxima expresión, como creador, ajeno a cuestiones burocráticas, pero... ¿cómo se protege?

-¿En ese aspecto ayuda la profesionalización de la escena?

-En realidad, después de todas las veces que nos han pasado cosas, porque nos pasó con Los Shakers, nos pasó con Opa…Tendría que contactar a una persona idónea que se encargue de ese departamento, porque yo no tengo… es mucha bohemia, no tengo conducta para eso… Me dicen “hay que firmar acá” y yo pido la lapicera… ¡Qué voy a pensar en las cláusulas!. Pero a veces las hay, y las hubo. Qué sé yo... De hoy en más encargaré a alguien que me dé una mano en eso, porque es un relajo.

-¿En qué otra cosa sos bueno?

-Ah, de repente cocinando, soy buen asador. Soy buen chofer, ando con cuidado, respeto todo lo que hay que respetar, no ando ligero. Soy un buen profesional -en serio te digo-, yo podría ser un buen portero de un hotel de cinco estrellas. Sería un gran portero, haría todo lo que hay que hacer con amabilidad y con gracia. En cualquier cosa que vaya a trabajar le voy a poner el mismo amor que cuando toco. Cocinando hago lo mismo que cuando estoy tocando.

-Hiciste un montón de cosas fuera de la música.

-Fui fotógrafo, fui mecánico; trabajaba en un taller en la calle Médanos, ¡todavía se llamaba Médanos! Arreglaba coches y motos, entré como aprendiz, en realidad ya sabía algo, trabajé pocos meses. Pero también tenía una barra de amigos que tenían taller de motos y metía mano, corrí en motos… no es una profesión, pero corrí en motos.

-Eras fierrero y fuiste aprendiendo mecánica.

-Exactamente, siempre me gustaron los motores, toda la vida. Hoy día no entiendo nada, los motores que arreglaba eran otra cosa.

-¿Qué quedó por hacer con Osvaldo?

-Proyectos... Viajar, este año íbamos a Japón, imaginate.

-¿Cómo fue subir a tocar después?

-Es espantoso, pero no hay alternativa, es la realidad que golpea todas las puertas, la muerte. Me quedé con la mitad de la música, quedé a medias sin él. En todos lados es así, se va alguien y la falta es muy grande, como familiar primero y como músico… A medias, imaginate… Hubo chispas, pero anduvimos juntos siempre, desde los tablados hasta el último toque que hizo, cuando casi no podía caminar.

-¿Pensás que fue reconocido su trabajo?

-Sí, claro que sí, la gente que reconoce o sabe lo que entregaba él como músico, cómo se preparaba, lo reconoce, y otra gente conoce sólo el apellido nuestro y no sabe bien lo que hacemos… Es normal.

-¿Cómo explicarías a la vecina del barrio lo que hacen ustedes?

-Ah, le doy dos o tres discos: “Esto es lo que hacemos nosotros”.

-Está bien, pero…

-En mi caso soy compositor, instrumentista y artesano, entonces, como me gusta una cantidad de estilos de música, compongo en esos estilos, compongo boleros, rock, música pop, compongo para tocar en festivales de jazz, para tocar piano solo, para tocar con la Banda Sinfónica con 40 músicos, arreglando chelos, trombones, flauta, clarinete, trompeta, etcétera. Me meto en todos esos líos, soy muy inquieto, me encanta y me embriaga. Sin alcohol.

-Te faltó candombe y me da el pie para hablarte de Rey Tambor. ¿No es un poco paradójico que sean elegidos en festivales de todo el mundo como representantes uruguayos y no integren grillas de festivales folclóricos?

-Lo que nosotros exponemos es muy sincero, tiene mucho brío, es muy vital y vibrante. Cómo tocan Diego Paredes, Fernandito Núñez y Noé Núñez es digno de ver y escuchar. Hoy día a los festivales folclóricos van grupos que tocan con guitarras eléctricas, o sea que están más abiertos, se tiene que dar, se va a dar. Ahora... con lo que hacemos nosotros, guarda...

-Volvamos a explicarle a la vecina aquello de “los Fattoruso tocan música complicada”. La música que apunta hacia la complejidad, ¿no está excluyendo gente?

-Hay gente que no entiende y dice “a mí qué me importa si le dieron una medallita si no entiendo lo que hace”, pero también hay músicas que se entienden. En este recital del 18 voy a tocar canciones, tocaré dos músicas instrumentales, que si bien no son complejas son para ese lado, pero la columna del show se apoya en canciones. Si voy a tocar a un festival de jazz no voy a tocar canciones, voy a tocar ésas que sacan chispas, las que preparamos, ensayamos y compongo. Entonces, según el palco se determina el repertorio. Adentro mío son todas buenas, porque voy de frente y no voy a tocar algo para agradar. Si no agrada, mala suerte, es posible, pero lo que voy a tocar es de mi más pura dedicación y de mis sentimientos. Eso es garantido y me da paz, me chupa tres huevos. No es que no me importe lo que piensen; si no les gusta me chupa tres huevos, pero lo que voy a hacer es para el canto de las sirenas, voy a tocar cosas agradables. No me voy a poner a tocar locuras en este show, pero si voy a un festival de jazz toco otras cosas y hay muchos más locos que nosotros.

-¿Qué tiene de especial este show?

-Éste es un show de los grandes que me gusta armar, donde la sonoridad va mudando cada tres temas, donde no es siempre el mismo plantel. Voy a tocar solo en piano y teclados, voy a cantar, después me acompaña Carlos Quintana en guitarras, tenemos un coro con Norma Galfetti, Ángela Alves, Gabriela Gómez y Ana Laura Romano, también voy a presentar mi último trabajo, que es el “HA Dúo”, H de Hugo y A de Albana Barrocas, que toca percusión, ella también se pliega al coro. También toca Walter Nego Haedo cuando entra Jaime Roos, Guzmán Mendaro cuando tocamos un tango, yo toco acordeón, después Fito Páez, Jaime toca el bajo en un par de canciones, y después tocamos todos juntos. Así que hay una repartija impresionante, mudando siempre la sonoridad. Y si le sumamos la participación de Fito y Jaime, es un lujo.

-Hace un tiempo entrevisté a Mio Matsuda (cantante japonesa) mientras grababan el segundo disco juntos y estaba el problema de que un montón de cosas que hacés no se venden ni se consiguen acá. ¿Eso no tiene solución? ¿Ese disco se va a editar acá?

-Y bueno, es así… Tengo dos discos de piano -Ciencia Fictiona y Café y Bar Ciencia Fictiona-, uno ganó el premio Gardel y el otro fue segundo, y no están acá, creo que ahora tampoco están en Argentina. No están, el sello cierra, se lo venden a otro, te dicen que lo van a editar… yo tengo cuatro discos guardados, no los puedo regalar más. Lo guardo porque me quedo yo sin el puto disco, no lo puedo comprar, ¡son discos que ganaron premios y no están! Hay un libro que se llama Songbook de Hugo Fattoruso, con 75 partituras, 25 con letra, 25 instrumentales y 25 parcerías, y tampoco está en Uruguay. Lo venden en la Universidad de Villa María en Córdoba… yo qué sé, no entiendo. No tengo prisa, pero son cosas que no entiendo. El disco La mosca, de Eduardo Mateo, lo podemos comprar en Argentina y acá no, pero ¡cómo pretendés que estén los míos! Me voy a limpiar parabrisas de autos..., si ni está el de Mateo.

-Es imposible no volver al principio: los siguen jodiendo...

-Lo de los discos no sé cómo es… la verdad que no entiendo un carajo…