-¿Cómo es la dinámica de trabajo de Fósforo?
Agustín Acevedo Kanopa: -La dinámica es un peloteo constante de temas.
Gabriel Delacoste: -Tratamos de juntarnos lo más seguido posible. Todos nosotros tuvimos experiencias colectivas más o menos fallidas en la publicación de blogs o similares. Siempre nos dio la sensación de que faltaban ámbitos de pensamiento crítico colectivo de gente de nuestra edad (ya hay gente consagrada que ocupa sus propios lugares con mucho énfasis). Tratamos de armar un colectivo que decida como colectivo, y que tenga una mínima noción estratégica de qué es lo que va a hacer.
-¿Y cómo se da esta confluencia de los cuatro?
AAK: -A Gabriel lo conozco de muchos lados (y a los demás también). Los cuatro nos afianzamos como amigos encontrándonos en el [bar] Rodó, polemizábamos y conversábamos sobre cualquier tema.
GD: -Fuimos nosotros como podría haber sido cualquier otro grupo. Éste es un medio muy denso, donde todo el mundo se conoce. No fue el primer intento: tanto Agustín, Ricardo como yo tuvimos un blog, tres de nosotros trabajamos en Tiempo de crítica, con Sandino Núñez, algunos escribimos en algún momento en la diaria, y precisamente el grito inicial de guerra de Fósforo es un blog que podamos poner en el currículum.
AAK: -En Fósforo se conjugan las dos facetas, la académica y la periodística; en cierto modo todos jugamos a ser el otro.
GD: -Creo justamente que Fósforo es un lugar que nos permite hacer lo que no nos dejan hacer nuestros trabajos de verdad. Yo no sé de nadie que haya leído nuestros artículos académicos: en cambio, cuando escribimos en Fósforo, que quizás lleve menos tiempo hacerlo, sí se siente el impacto, al menos en un grupo chico de gente.
-¿Se identifican como una generación?
GD: -Hay algo que para mí es muy importante, y es que las generaciones intelectuales anteriores hicieron un mito de su propia actividad; así, cuando se escuchan los cuentos del Sorocabana o de Marcha, o las fundaciones de los grandes medios de la intelectualidad uruguaya, en realidad lo que hacían era juntarse con amigos a charlar y compartir unos tragos. Obviamente que en vez de polemizar en el Sorocabana lo hacemos en el Rodó y en vez de polemizar en Marcha lo hacemos en Twitter. Pero, ¿por qué no tenemos derecho a ser una generación, escribir colectivamente y tener nuestros propios medios?
AAK: -Y además nos da una oportunidad, porque el medio es muy chico.
GD: -Claro, dos personas son un movimiento y diez una generación.
-Entre el comité editor y los colaboradores, hay una mayoría absoluta de hombres...
GD: -Sí, unanimidad. No puedo decir que sea casualidad porque esas cosas nunca son casualidad. Prefiero no hipotetizar sobre por qué pasa esto, pero lo cierto es que invitamos a mujeres a que escriban, pero sin éxito. De hecho, una vez publicamos un llamado específico en nuestra página de Facebook, y no obtuvimos ninguna respuesta.
AAK: -Nos fue mejor cuando pedimos jugadores para un partido de fútbol cinco.
GD: -Y ahí tampoco fue nadie...
-Sus notas alternan lo local y lo internacional casi de manera continua.
AAK: -Con internet se difumina mucho, incluso hay veces que para comprender lo local es mucho mejor leer internacionales que hablan sobre Uruguay que noticias desde Uruguay mismo.
GD: -Nos interesa el tema de las generaciones, de formar parte de un circuito local intelectual y al mismo tiempo de mostrar las cosas que leemos nosotros y nos gusta leer.
-¿Cómo definirían la política que sigue esta “generación de izquierda seudoacadémica”, como se definen ustedes en el blog?
AAK: -Somos todos de izquierda, partimos de esa base, como también se parte de la base de que todos somos ateos para hacer algo, aunque uno sea o no un católico encubierto. Ésa es nuestra base. Después, por “seudoacadémica”, se sigue una idea personal. Si nos ponemos demasiados académicos termina siendo un garrón, y nunca fue nuestra idea.
GD: -Pero al mismo tiempo se trata de avisar al lector. No pretendemos hablar en nombre de nadie, cuando nosotros decimos “generacional” no nos referimos a un grupo de gente que representamos. Aprendimos de mucha gente, muchos somos estudiantes de Sandino [Núñez], Ricardo y Agustín se formaron en cierto periodismo y ambiente cultural en la diaria, Esteban y yo en Ciencias Sociales, pero queremos ser nuestra generación. Somos de izquierda y seudoacadémicos en tanto que esto no es un trabajo académico, pero por un tema de pura deformación profesional, que a veces preferiría no tener, nos sale escribir de cierta manera, y uno no pueda ser tan necio de no admitir que tiene un vicio académico.
-¿Cuál es el criterio de selección de las notas?
GD: -Venimos un poco de la tradición del comité de base, aunque medio en broma. En general hay tres tipos de cosas que pasan al empezar una nota de Fósforo: nos juntamos y conversamos, surgen ideas, se delegan notas. O alguien tiene escrita una nota de otro lado. Después está el tema de las entrevistas...
AAK: -Es el proceso más riguroso.
GD: -Claro, porque va como equipo editorial, y siempre al menos dos de nosotros estamos vinculados en la entrevista y los otros dos en la edición, más el fotógrafo, Federico Rodríguez. Se conversa mucho el tema de las entrevistas, de ver qué vamos a buscar con cada entrevistado, qué personaje queremos construir.
AAK: -Acá es muy curioso el feed-back entre la academia y el periodismo, porque son estilos muy distintos. Ricardo y yo somos mucho más descontracturados y del momento, mientras que Gabriel y Esteban son más específicos con lo que se busca.
GD: -Me acuerdo de que cuando fuimos a entrevistar a Michelle Suárez, mientras yo tenía toda la serie de preguntas a seguir, Ricardo la miró a los ojos, le tocó la mano y le dijo: “Michelle, ¿cuándo empezaste a militar?”. Y ahí la entrevista cambió y empezó a ser otra cosa. Me doy cuenta de que es algo que yo nunca podría hacer. En particular, creo que las entrevistas son de las mejores cosas que hacemos. Intentamos realizar las que no se hayan hecho a determinado personaje. Siempre que le preguntan a [Daniel] Olesker sobre una política pública, responde hablando del socialismo. Entonces decidimos hacerle una entrevista sobre el socialismo. Ése fue el caso de Michelle Suárez, que en mi opinión es una figura política de primer nivel del país, y precisamente con ella quisimos hablar de política y no sobre su vida. A alguien que redactó una ley es importante preguntarle de política porque es importante lo que diga. Con Ana Olivera lo mismo, a nosotros nos da la sensación de que sólo aparece en público para hablar de problemas concretos como la basura, por ejemplo. Por eso nos pareció oportuno preguntarle sobre cuestiones de clase, de política, de gestión, de cómo piensa y vive su cargo.
-¿Cómo ven el proyecto de Fósforo a futuro?
AAK: -Tenemos una agenda bastante armada de lo que es entrevistas, y lo demás se construye mucho sobre la marcha.
GD: -Tenemos el objetivo minimalista de mantener la continuidad en el tiempo, lo que no es fácil. O somos free-lancers o tenemos cargos precarios de grado 1. Por eso la continuidad es un objetivo no menor. En un medio tan chico como Montevideo, si logramos mantenernos un año o dos, la gente escucha. Por mi lado, además, estoy feliz de que llegue la campaña electoral y tenga un medio de comunicación; no para operar políticamente, pero sí para decir cosas que suceden en el mundo, en un momento en que la gente presta particular atención a los que escriben.