Los primeros centros de extensionismo se crearon en los años 80 en Finlandia, Dinamarca y Estados Unidos, con el propósito de asesorar a las pequeñas y medianas empresas (pymes) en la mejora de sus servicios tecnológicos, informarles de las posibilidades de apoyo, referirlas a centros de conocimiento o especialistas relevantes, y proveerlas de la información requerida para el diseño de sus planes de innovación y mejoras de la productividad. El servicio comprendía, por lo general, a un equipo de tres integrantes: un ingeniero, un consultor en negocio y comercio y un analista financiero.
Con este antecedente como base, se firmó en Uruguay, en noviembre de 2010, un convenio de cooperación entre la Udelar, la Cámara de Industrias (CIU) y la Dirección Nacional de Industria (DNI) del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) con el objetivo de promover el desarrollo de estudios sobre la situación industrial del país, brindar insumos originales y de calidad para el diseño de políticas de apoyo a la innovación empresarial, informar sobre las demandas de conocimientos a la investigación universitaria y promover el mejor uso de las capacidades de producción de conocimiento.
Como resultado de este proyecto surgió la propuesta de crear un centro de extensionismo industrial como herramienta para mejorar la productividad de las empresas nacionales. En un principio la idea se centrará en dos sectores: el agroindustrial, de particular interés en materia de tecnología e innvación, y el metalúrgico. Esta iniciativa implica la realización de evaluaciones de oportunidad de mejoras de la productividad, vinculación de demanda y oferta de conocimiento, vigilancia tecnológica, diagnóstico de gestión y asesoramiento especializado, apoyo a la formulación de proyectos de innovación tecnológica, promoción de la formación de recursos humanos -especialmente en áreas de innovación y gestión tecnológica- y otros servicios, como la búsqueda de financiamiento y el acceso a los laboratorios y centros de investigación. Por medio de estas acciones se pretenderá que el centro se constituya como un dinamizador de la demanda de tecnología y conocimietno de las empresas, mejorando sus niveles de competitividad y contribuyendo a la moderni- zación del sistema productivo nacional.
Los presentes en el lanzamiento del Centro de Extensionismo Industrial coincidieron en que ayer fue un buen día. Arocena definió a la iniciativa como “un gran ejemplo práctico de una estrategia para el desarrollo”, lo que implica la “incorporación de conocimiento de punta, altas calificaciones y la capacidad de hacer cosas nuevas en todas las gamas del conocimiento”. El rector de la Udelar recordó a Carlos Real de Azúa al destacar que, en países pequeños como éste, la actividad de desarrollo tiene una “ventaja potencial”, que es que las “tres patas que componen el triángulo del conocimiento” tienen la posibilidad de “trabajar de cerca”.
“El desarrollo consiste en encontrar recursos que los países tienen y no aprovechan”, definió Arocena, y ejemplificó dos de los recursos que “podríamos aprovechar mejor”: los “graduados”, haciendo referencia a que entre 2005 y 2012 han aumentado 50% en el ámbito de la Udelar; y la “creación de conocimiento”, ya que, “si bien aún es insuficiente, porque apostamos a más, Uruguay es el único país de la región que cuenta con investigaciones por encima del promedio”. Una de las razones es que la demanda de conocimiento es “insuficiente”, y esto “no permite aprovechar la oferta ni fortalecerla”, afirmó.
A democratizarlo
Arocena recordó que esta iniciativa tiene el objetivo de “democratizar el conocimiento”, particularmente para las pymes, “que tanto lo necesitan”. En este sentido, el presidente de la CIU, Javier Carrau, coincidió con el rector. “Las pymes representan más de 80% de las empresas de la cámara y son las que tienen más dificultades para acceder a la innovación, porque sus tiempos y/o condiciones económicas no se los permiten o se las complican”, explicó, y se mostró agradecido por este “nuevo paso de apoyo a las empresas industriales”. Para Carrau es “un hito importante” haber logrado el “triángulo de conocimiento compartido”.
“Muchas veces las pymes se han perdido oportunidades importantes”, contó, y rescató a la investigación como un “gran activo con el que van a contar las empresas que quieran innovar y crecer en el mercado local, regional e incluso mundial”. “La innovación es el motor de desarrollo de las empresas a nivel mundial y nosotros venimos innovando hace muchos años, pero esto no es la solución a nuestros problemas”, se quejó, pero aun así valoró que “a partir de hoy vamos a tener un cambio fundamental”.
Tres, un número mágico
El titular del MIEM, Roberto Kreimerman, definió al centro como “una de las concreciones de primera magnitud de la política industrial” y como “un impulso, pero fundamentalemente un desafío”.
“Esta trilogía que se ha formado permite que se extienda a otros ámbitos, como las relaciones entre la política económica, la política productiva y la política social, tres elementos que interactúan y se complementan fuertemente”, afirmó. Pero hay otra trilogía, que corresponde exclusivamente a la cartera de Industria, que tiene que ver con “las políticas sectoriales, que se han reconocido y fortalecido mediante las políticas transversales, que son las que comprenden las capacidades del país, la innovación y educación, y por último, las necesidades de infraestructura”. “En lo que a nosotros respecta, Uruguay necesita perfeccionar su modelo de gestión, para lograr mayor eficiencia a través de mayor innovación. Mejorar el proceso y mejorar en el producto”, concluyó.