Ferreri hizo esos planteos el martes. Esa noche se llenó la Sala Atahualpa del teatro El Galpón, no por una obra, sino por una presentación de Nueva Agenda Progresista (NAP), una “agrupación civil que pretende debatir y difundir ideas”.

Álvaro García, presidente de la agrupación, integrante del Partido Socialista y ex ministro de Economía y Finanzas durante el mandato de Tabaré Vázquez, presentó la mesa de debate. Señaló que la NAP pretende organizar sus debates basándose en tres ejes: equidad y crecimiento; derechos humanos y ciudadanía; y política, gestión y ética.

Esta vez la discusión giró en torno al “falso dilema” entre crecimiento y equidad. “Históricamente se ha tratado como un dilema, se ha pensado que primero había que crecer, y que con esto era suficiente, ya que el mercado luego hacía lo suyo para distribuir, pero no cualquier crecimiento implica distribución”, dijo García. Y agregó: “En esto, las políticas públicas tienen el rol de jugar a la hora de completar la ecuación entre crecimiento y equidad”.

Luego comenzaron las ponencias. En primer lugar, Gabriel Oddone, socio de la consultora CPA Fererre, expuso la evidencia que existe a nivel mundial para categorizar este dilema como falso. Para Oddone, se trata de un debate “desenfocado”. Hay dos corrientes de pensamiento, sumamente alejadas, que se enfocan en objetivos de eficiencia. Por un lado, la que atiende a un sistema fiscal con mayor incidencia de impuestos indirectos (que gravan el consumo) e intentos de gasto público neutrales, ya que asumen que las asignaciones de mercado son las mejores que se pueden dar. Y por el otro, la que persigue objetivos de equidad, con mayor incidencia de impuestos directos (que gravan las fuentes de riqueza, la propieda o la renta) y que pretende que el gasto público corrija las diferencias que los sistemas de mercado provocan.

Pero la realidad muestra que “no existe consenso sobre la existencia de un trade off [término que se usa para describir una situación en la cual se debe perder cierta cualidad a cambio de otra] entre crecimiento y distribución de ingresos”, según explicó el socio de CPA. De hecho, tomando como evidencia los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “existe una relación positiva entre la distribución del ingreso [medida a partir del Índice de Gini] que los Estados realizan para corregir las asignaciones que los mercados provocan y las diferencias entre el ingreso posfiscal y de mercado”. Para obtener el ingreso posfiscal, se le restan al ingreso de mercado los impuestos directos e indirectos y la seguridad social, y se le suman las transferencias de dinero y los subsidios indirectos.

Oddone procuró enfocarse en que el problema de Uruguay no consiste en mejorar la distribución de ingresos, sino en crecer de manera sostenida. “Tenemos un largo camino para recorrer en cuanto a la distribución de ingreso, pero nuestros niveles de equidad son mejores que los de la mayoría de los países de la región. Nuestro principal problema es que no crecemos”, precisó.

Asimismo, sostuvo que no es muy favorable discutir la equidad sobre esquemas de impuestos-transferencias, sino sobre transferencias en especie, entendidas como el gasto en educación y salud. Para Oddone, “éstas tienen más impacto redistributivo que las transferencias en dinero”.

Desafíos si los hay

“Uruguay va a transitar por una etapa de decidido aumento de la presión internacional por la competencia tributaria”, sostuvo Oddone, y aseguró que ése es uno de los principales desafíos que se le van a presentar a la economía ante este “falso dilema”. “La enorme distribución de criterios [fiscales] a nivel internacional fomenta la evasión, termina distorsionando la distribución de carga impositiva debido a que el capital se relocaliza más rápidamente que la fuerza de trabajo, y además distorisiona las decisiones de negocios”, argumentó.

Otros desafío para el socio de CPA consiste en evaluar el margen de convergencia en materia tributaria, ya que considera que “si bien la reforma de 2007 generó un balance entre impuestos indirectos y directos, no hay mucho margen para aumentar estos últimos”, por lo que sugirió “focalizar el debate en el gasto” y, a su vez, que éste sea “de calidad”. Por último, sugirió “revisar el sistema tributario”.

Ferreri, por su parte, sostuvo que los desafíos pasan por “sostener y aumentar” los niveles de inversión en la educación, sobre todo en secundaria y en formación docente. Por otro lado, incrementar la capacidad de infraestructura en lo que tiene que ver con la red vial y ferroviaria, y en el puerto de aguas profundas. Otro objetivo es profundizar la inserción internacional, continuando en la línea de diversificación de mercados y atracción de inversión extranjera directa, y también mediante el mantenimiento de un “regionalismo abierto”. En el plano de la innovación, promover la investigación científica, aumentar el registro de patentes y promocionar las carreras científicas y de ingeniería.

En cuanto a los aportes desde la fiscalidad, aseguró que es necesario promover la evolución de los recursos públicos mediante menores tasas de evasión y ayudar a la planificación de un gasto público más “estratégico”, ya que es la presión fiscal la que incide sobre el nivel de desarrollo de una economía, y éste, a su vez, determina la provisión de bienes públicos. “El sistema tributario anterior a la reforma era regresivo”, afirmó Ferreri, ya que contribuía en 1,43% al aumento del Índice de Gini, con aportes de los impuestos indirectos (el Impuesto al Valor Agregado [IVA] y la Contribución al Financiamiento de la Seguridad Social) de 2,14%, y del Impuesto a la Renta Personal de -0,68%. En contraposición, el nuevo sistema contribuye al descenso de la desigualdad en 2,69%, y los aportes del IVA y del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas son de 1,59% y -2,69% respectivamente. En este sentido, “el nuevo sistema está preparado para acompañar la evolución del crecimiento”.