Me tienen muy indignado la reacciones corporativas y de algunos políticos ante los procedimientos de la señora jueza en Crimen Organizado Adriana de los Santos y el Fiscal Juan Gómez contra el Royal Bank of Canadá (RBC) -que no es un banco-. Opino desde la dimensión ética que tiene este asunto.
¿En qué quedamos? ¿Nos rasgamos las vestiduras por “los planchas y fumetas”, los cuales no tienen voz y terminan siempre como los culpables del drama? Llenan las cárceles. ¿Mandamos a nuestros policías, los honestos (porque a los corruptos los están corriendo), al frente, y luego nos lamentamos por la estabilidad bancaria que supondría que esta manga de delincuentes se fuera del país? Cuando agarramos a estos bandidos de marca mayor, impolutos, que ni se ensucian sus camisas, ahí sale el insólito argumento de que no se puede allanar como si fuera una bodega. Con perdón de los bodegueros, pero ¿qué tienen estos que no tengan unos contrabandistas? ¿Confeccionan “protocolos”? Siempre se puede y se debe. Pero antes: que se vayan. Es una muy buena señal, clara, de que en Uruguay no queremos inversión chatarra. Lo único que traen son transacciones sucias, tráfico de drogas, corrupción y dolores de cabeza. Confidencialidad sí, pero no para negocios turbios.
A mí me importan tres bledos las internas. Sean las que sean. No me llega. Siempre hay gente bienintencionada en ambos lados.
Pero vamos despacito por las piedras. Hay una grieta grande en el tan manido problema mundial de las drogas. Si estamos realmente preocupados por resolver este grave problema, debemos admitir que la economía ilícita y la base del crimen organizado están en estos mecanismos de “entrada” de los beneficios del tráfico hacia la economía formal. Si no miramos para ese lado, va a ser el colmo de la hipocresía y seguiremos reproduciendo el crimen organizado, con o sin tráfico de drogas. Para dejar de hacerlo, tenemos no sólo jueces argentinos que quieren investigar (no sé si se repara en que el crimen organizado es transnacional), sino también tíos y familiares de presidentes cercanos que saben pilotar avionetas. Vaya otra arista grande, siempre bien ocultada: la banalidad del delito, la corrupción en las altas esferas. Me pregunto cómo reciben estas noticias de corruptela los pibes chorros, que lo miran por televisión, y que aspiran a los Nike, a las led, a las tabletas... igual que otros. Cuando miran televisión aprenden, además, todos los modus operandi que les ofrecen gratuitamente nuestros noticieros.
El RBC no es un banco de plaza, es una agencia de valores que gira en torno a operaciones off shore. Actúa impunemente desde una zona franca. Ahora son sujetos obligados, lo que quiere decir que deben reportar toda operación “inusual” al Banco Central. El RBC ya fue allanado en 2007 por operaciones irregulares con una Sociedad Anónima Financiera de Inversión vinculadas a la compra de la estancia de Salto, donde fueron incautados 500 kilogramos de cocaína. Unos santos los nenes.
Estuvimos al frente de la Junta Nacional de Drogas y pusimos el acento en esta faceta cruel y siempre oculta del fenómeno de las drogas. Estamos ahora en la OEA y en toda la región abriendo un debate para superar un modelo que puso el acento en la represión de toda la cadena. Porque criticar el paradigma prohibicionista no basta para abarcar las complejidades del problema de las drogas. Sería importante que el movimiento canábico se expidiera, porque es un tema para protestar y para demostrar la vil asimetría que hay en los esquemas represivos, que por otra parte deben ser sustentados en términos de racionalidad del uso de la fuerza y adecuado a los derechos humanos, e incluso mantenidos con mercados regulados. La aplicación de la ley contra estos bandidos es una necesidad, también de salud pública y del derecho a la seguridad ciudadana. Esto no crea zozobra porque no es comentado por los noticieros policiales y porque el daño que hace es como el que hacen los drones: a distancia.